Magallanes: el hombre y su gesta - Stefan Zweig

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Capítulo III, Magallanes se emancipa

Magallanes ya tiene bastante con lo que ha viajado. Durante algunos años va a dedicarse al estudio de los documentos que hay en la cancillería de Lisboa. Y aprende... ¡vaya si aprende! como que, si tienen razón determinados documentos alemanes, existe, no solo la posibilidad, sino la certeza, de acortar el viaje a las islas de las Especias. pero realizar ese sueño vale dinero. Se necesitan hombres... Se necesitan barcos... un "sponsor", en definitiva. ¡Y quién mejor que el propio rey luso! Allá vamos, Magallanes... vamos a convencer a nuestro monarca de que Portugal puede ser (si no lo es ya) la primera potencia mundial, por delante de España y a pesar de papas y tratados de Tordesillas y demás...

¿Da su permiso, rey Manuel?

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Pero, klatu, te adelantaste al disparo. Deberías quedar descalificada. No es eso lo que se hace en estos casos?

Nada, amiga de allende los mares, yo quiero empezarlo mañana. Creo que me quedaré siguiendo tus pautas todo el tiempo.

Como siempre, son muy amenos tus comentarios. Y no te preocupes por la fragilidad de mi ejemplar. Tampoco es tanta. Recuerda que los cubanos tenemos una tendencia a exagerar.

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Pero, klatu, te adelantaste al disparo. Deberías quedar descalificada. No es eso lo que se hace en estos casos?

Estimado bartleby: no me descalifiques tan pronto... es que la impaciencia me devora y está tan apetitoso Magallanes que no hay continencia posible.
Empiézalo ya mismo. No pares cuenta de la fecha, que nadie nos ha de seguir. Solo disfruta. Estoy segura de que me adelantarás, tal es de adictivo el libro...
Va, que te espero. Tres capítulos no son 'na'...

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Capítulo IV, Una idea que se realiza

Magallanes ve completamente frustrados sus planes de que el rey Manuel dé visto bueno (y dinero) a sus planes... sale de la entrevista desangelado. No está claro. La corona portuguesa cierra puertas... pero Magallanes no se arrenda fácilmente y, tras unos meses de estancia en Lisboa haciendo de ratón de biblioteca e ilustrándose más si cabe, decide tocar las puertas del enemigo, ¡España! Magallanes no es nacionalista. Allá donde le puedan abrir, toca. España ya estaba inmersa en colonizaciones varias... no hacía ni treinta años del primer viaje de Colón y desde los puertos españoles salían barcos de continuo para comerciar y conquistar (de momento, esto último) con las supuestas Índias. Todo eso lo habían patrocinado los católicos reyes, pero ahora gobernaba España un jovenzuelo que no sa acababa de entender bien con la corte, Carlos V, principalmente porque no dominaba todavía la lengua de sus yayos... pero el tío estaba henchido de aventuras, que él mismo no podía realizar (alguna sí, como la de Flandes y las batallitas mediterráneas contra el infiel)... así que, contra todo pronóstico, Carlos V apoyará el proyecto del portugués...

Magnífica narración, la de Stefan Zweig... como todas

Sigo adelante...

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Capítulo V: Una voluntad contra mil obstáculos

Muy curioso el año y pico que Magallanes pasó antes no embarcó rumbo a las Indias yendo hacia occidente y buscando aquel paso que otros navegantes decían haber visto no hacía demasiados años...
Parece que le llovieron de todas partes. Sus compatriotas portugueses no lo dejaron tranquilo de ninguna de las maneras... ataques, mentiras, calumnias... de todo tuvo. También es verdad que no se había rodeado de lo mejor. Me ha gustado leer sobre Rui Faleiro, todo un personaje que acompañó a Magallanes a su exitosa entrevista con el rey, pero que finalmente, aunque estaba previsto que acompañara al portugués en la expedición, decayó de la misma... algunos dicen que no estaba muy bien de la cabeza, que si era nigromante, mago o simple cabeza-hueca... el caso es que finalmente no se embarcó...

Todo está preparado para la partida. Es septiembre de 1519.

¿Vienes, klatu?

¡A las órdenes, mi capitán don Fernando!

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Capítulo VI: La partida

Aparte de los prolegómenos de la partida, el capítulo nos depara la entrada en escena de Antonio Pigafetta, sin el cual esta grandiosa historia lo sería menos (me refiero a la epopeya de Magallanes, no a la biografía de Zweig ni, mucho menos, a las líneas que yo, osada, pero torpemente, escribo). Pigafetta fue el cronista de todo esto. Hoy tenemos el pormenor de esos sucesos porque él los fue escribiendo a medida que los barcos avanzaban primero por el Atlántico, posteriormente por otro océano a la sazón desconocido y, finalmente, por el Índico y Atlántico de nuevo. Don Antonio era tan joven que ni siquiera merecía entonces el título de "Don", pero tan aventurero que, a su llegada a Barcelona, cuentan las crónicas, no dudó un momento en enrolarse en la expedición no se sabía entonces muy bien por qué... de tal suerte que se convirtió en un dilettante... ¿qué, klatu? ¿qué es eso que dices? ¿Os parece que lo expliquemos otro día? Pues, eso...

¿Dilettante? ¿Qué será?

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Capítulo VII: Buscando en vano

Magallanes va tan solo hacia las Indias como yo voy sola en la lectura (?) y comentario de esta biografía... ¿Bartleby! ¿Dónde estás?

Bueno... Hemos llegado a las Américas. Ahora se trata de ir bordeando la costa hasta encontrar el ansiado paso. No hay duda... ahí estará. Solo es cuestión de tener paciencia e ir chino-chano ojo avizor. Para empezar: un bomboncito. Los barcos tocan en lo que más tarde llamaremos Río de Janeiro. Allí desembarcan, se aprovisionan, se relacionan con los nativos, ven el Corcovado y el Pan de Azúcar, al que solo falta la famosa estatua del Cristo Redentor y parten ilusionados hacia el sur... Cuando llegan al estuario del Mar del Plata... ya estamos, ya hemos llegado. Nos adentramos y remontamos... Pero, ¿qué es esto? Agua dulce... esto es un río... los alemanes nos han engañado... aquí no hay paso. Hay que seguir... Vamos a ver, vamos a ver, Magallanes... ¿quieres decir que hemos de ir más al sur? Empieza a hacer frío. Empieza a haber tormentas... vientos huracanados... Hay que seguir, hay que seguir... Pero, ¿hasta cuando? Hasta la bahía de San Julián, en el grado cuarenta y nueve de latitud, uno de los más apartados sitios de la Tierra, que ningún navegante había marcado jamás...

Vamos a invernar... que no hibernar

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Hace ya varios días que acabé la obra, ante la incomparecencia de nuestro amigo bartleby, que espero que esté bien en su isla paradisíaca, pero atronada por cabezas poco claras...

Capítulo VIII: La sublevación

En el "refugio" al que han llegado los expedicionarios se suceden los acontecimientos. Un grupo de treinta hombres protagoniza una auténtica rebelión... con muertos y heridos. Ellos se habían embarcado para las Molucas, para el Paraíso, para la Isla de la Especias... no para cruzar un mar de hielos y, para colmo, no tener un plato de comida sana que llevarse a la boca... Magallanes, ordena el regreso enseguida, si no, nos las veremos... Pues nos las vemos...
Magallanes supo sofocar la revuelta con el uso de la fuerza... y con una sentencia escalofriante: Juan de cartagena y su compañero de rebelión, los dos cabecillas de la misma, serán dejados a su suerte en aquel páramo desolado donde están atracados, el Puerto de San Julián... ¿Se puede sobrevivir en esas circunstancias? De ellos nunca más se supo... De Magallanes y del resto, sí.

¡Ufff! ¡Qué miedo!

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