Lo que más me gustó fue ver cómo Kapuscinski aprende muchísimas cosas a partir de la lectura (y nosotros con él), y no me refiero a datos históricos y esas cosas, sino a un aprendizaje más profundo sobre su profesión y su condición de viajero, y también sobre el ser humano: qué cosas lo apasionan, qué lo enfurece, qué lo motiva; qué recuerda y qué olvida. Sobre la importancia de contar las historias, aunque no sean exactas.
Es un libro muy muy bueno.
