Sight & Sound es la publicación decana de crítica cinematográfica. Yo creo que es la más antigua, se fundó en 1932, no conozco otra que haya sobrevivido tantos años; Cahiers du Cinéma y Positif, que se publican todavía, son de 1951. Además, Sight & Sound tiene detrás una institución pata negra, el British Film Institute (BFI). He estado en las salas del BFI en Londres, que viene a ser como una filmoteca nacional. Demasiada moqueta para mi gusto (aunque qué sala de cine no sufre de ese vicio anglosajón), pero el sitio es espectacular y el trabajo que hacen, divulgativo y de conservación del patrimonio cinematográfico británico, es inconmensurable. En definitiva, la revista que representa todo ese conjunto de pilares del arte fílmico británico está muy bien asentada en la tradición de la crítica cinematográfica y de la historia del cine.
Pero lo que quería decir es que no debemos olvidar que es una lista de 100 películas, aunque se resalten las 10 primeras. Esto es importante decirlo. Y en esas 100 películas hay de todo. Y bueno, en realidad en esas 10 películas también hay de todo. Al final, esa lista —elaborada con rigurosidad— responde a la opinión profesional de la crítica cinematográfica y también del oficio, de los realizadores vivos. Este año, el incremento de votantes se produce al sumar otros profesionales vinculados al cine, como archivistas o profesores universitarios.
Para mí es una lista que tiene mucho valor. Y lo tiene porque no deja de ser un estado de la cuestión. Toda historia (la del cine también) es historia contemporánea, por eso en este estado de la cuestión cinéfila encontramos en 2022 que la película que encabeza una lista de 100 es la de Chantal Akerman, que, aparte de ser un título con complejos y fundados valores artísticos, ofrece una propuesta con perspectiva feminista. Puede gustar o no al espectador medio, pero no olvidemos que la encuesta histórica y profesional de Sight & Sound está pensada para consumo de la cinefilia. De la cinefilia de hoy con los parámetros de hoy.
El cine tiene un origen popular, como todo arte que se precie, y en gran medida lo sigue siendo. Pero es perfectamente compatible con propuestas de largo recorrido, que están hechas para permanecer y para servir de piezas de un análisis artístico al nivel de la tradición literaria, musical… Hay literatura o música populares y luego están aquellas obras que hilan entre todas la gran literatura o la gran historia de la música; en el cine esto es así, pero es más abierto, por eso rechazo que esa lista sea elitista o radical. Hay de todo. Sin embargo, leo esto:
elultimo escribió: ↑04 Dic 2022 01:15
En todas estas cosas parece que hay que ser radical. Votar cosas que a nadie le importan porque, claro, no van a elegir una película conocida, hay que aparentar que estamos por encima del populacho al que le gustan las películas Hitchcok, Wilder o Miyazaki.
Que una película no se conozca por determinado público no significa que sea radical. Y en la lista de Sight & Sound, como digo, hay de todo. Tomo el ejemplo de los tres directores que citas,
@elultimo, Alfred Hitchcock, Billy Wilder y Hayao Miyazaki, que según tú gustan al “populacho” y no a los que “aparentan” no sé bien qué para estar por encima de ellos. Pero solo hay que echar un vistazo a la lista y encontramos los siguiente:
Vertigo de Alfred Hitchcock aparece en segundo lugar en la lista de 2022, pero fue primera en la de 2012. Merecidamente.
Psicosis de Hitchcock ocupa el puesto 31.
La ventana indiscreta de Hitchcock comparte el puesto 38 con
Con faldas y a lo loco de Billy Wilder, pero también con
Al final de la escapada de Jean-Luc Godard, lo que supone una verdadera ironía en los términos de radicalidad-popularidad que estamos empleando.
Con la muerte en los talones de Hitchcock comparte el puesto 45 con
La batalla de Argel de Gillo Pontecorvo y…
Barry Lyndon de Stanley Kubrick. Una ironía más. Curiosamente,
Los 400 golpes de Truffaut, bastión de la cinefilia, está debajo, en el puesto 50.
El apartamento de Wilder comparte el puesto 54 con
El acorazado Potemkin de S. M. Eisenstein. No puede haber películas más distintas, pero ambas extraordinarias.
Y de Hayao Miyazaki, en el puesto 72 está
Mi vecino Totoro y en el 75
El viaje de Chihiro.
¿En serio podemos afirmar que es una lista hecha por profesionales que quieren “aparentar” para mirar por encima del hombro al “populacho”? Es difícil de creer.
Un poco más abajo, en el 78,
El crepúsculo de los dioses. Billy Wilder de nuevo.
No sé si me dejo algo, creo que no. Pero bastaría con enumerar el puñado de películas de directores como John Ford que aparecen entre las 100 películas para desactivar la hipótesis de la supuesta radicalidad de la lista y de los votantes. Y si dudamos de la opinión de los críticos e historiadores del cine que participan, basta con comparar la lista de los críticos y la de los directores para ver que, en mayor o en menor medida, unas más arriba y otras más abajo, contienen casi las mismas películas.
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