Deduzco de tus palabras que opinas que en la España de las autonomías se impide el desarrollo de élites a nivel estatal con miras más amplias, en favor de élites locales que son de per se más paletas. ¿Es eso lo que quieres decir?
Este comentario tuyo me ha recordado un texto que leí hace un tiempo cuyo título daba a entender que España era un estado enclenque devorado por 17 estaditos. Y el autor mantenía que un problema gordo había sido que, como en el momento de la Transición, quienes querían autonomía en España eran regiones ricas, Cataluña y País Vasco, lo cual no solía ser el caso en otros estados, pues el resto de regiones la quisieron también porque la población pensó que lo que fuera bueno para los más prósperos habría de serlo también para ellos (dando lugar a ese “café para todos” que, aunque no fuera planeado de antemano con el propósito de diluir la diferenciación de ciertas regiones, estas tan mal llevaron y llevan todavía, siempre reclamando la bilateralidad con el estado español y rehuyendo la compañía de las otras regiones). Y también mantenía que de forma errónea, como reacción al centralismo férreo del franquismo (de cuya sombra todavía no nos hemos librado), hay mucha gente que identifica defender autonomía y descentralización con algo progresista, y defender una gestión centralizada de ciertas cosas como algo reaccionario y carca (cuña: yo creo que es más progresista defender lo que facilite la igualdad entre españoles y eso posiblemente se conseguiría con mayor centralización de lo esencial). Sentimiento que aprovechan, cuando no alimentan, los líderes regionales de todos los colores para fortalecer su poder. Con lo cual no sé yo si lo de ser invertebrada tiene solución.