Azul... - Rubén Darío

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Después de la excelente poesía dedicada a los amores tigrescos, el tomo de Rubén sigue con "Autumnal".

Nada fuera de lo que hemos leído hasta ahora. El poeta clama por su "sed infinita"... no de agua, claro. Es sed del ideal de belleza... claro que sí. Aparece, para resolver esa necesidad, un hada, quien enseña al poeta los elementos que resolverían su sed... pero nada calma su ansia... siempre pide, como un niño insatisfecho "más". El culmen llega cuando el hada muestra un rostro de mujer, acaso la amada del poeta, a quien este contempla extasiado.

"¿Más?" - reclama el hada...

Ya no hace falta más...

Pasable. Nada diferente a lo que Rubén nos acostumbra, con sus diálogos sobre los eternos temas...

Seguimos.

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El ciclo se cierra con "Invernal"...

Magnífica poesía también. En ella, el poeta se muestra enfebrecido por la pasión que lo desborda, que lo abrasa. Además, se ha rodeado de una serie de elementos que contribuyen a su calor... la chimenea, harta de tizones que crepitan; la música triunfante de sus rimas; lechos y almohadas abrigados y abrigantes; joyas, oropel; vino negro, copa hirviente; besos de diosa, brazos de ninfa... Tal vez, todo esto no sea espectacular, ni nuevo, pero es que fuera hace frío, es invierno, la nieve cae a copos, estamos en los Andes (¿andaba Rubén por Chile todavía?)... el viento, en la cumbre blanca, hiela...

Por lo que entreveo, volvemos al otoño... atentos al siguiente mensaje...

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El siguiente poema de la serie se titula "Pensamientos de otoño".

Rubén vuelve a utilizar la nunca muerta metáfora del río como vida y el fluir del agua como paso del tiempo, asunto tan manoseado desde los tiempos de Manrique y, aún, anterior... Es un poema muy melancólico... Atrás quedan las fiestas de la primavera y del verano, Todo ahora es pálido y lánguido, en contraste con la fertilidad y fecundidad de estaciones anteriores... El año, y no solo el año, suena a despedida... el mundo se agosta y el agua ya no es cristalina ni pura... antes turbia... en previsión del invierno que se anuncia implacable...

Pero, ay... la poesía no es un canto a la muerte ni a la tristeza... es un canto a la vida. Más aun, a la mujer esplendente, dorada, feraz... eterno estío, primavera inmortal.

Vayamos adelante...

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Llegamos al poema "A un poeta".

Esta poesía es estremecedora, tanto en su forma como en su fondo.
Estamos acostumbrados al tópico de que los modernistas solo se preocupaban de la forma, que si el contenido estaba lleno de lugares comunes, que si un poema les parecía bueno únicamente si "sonaba" bien... Nada más alejado de la realidad vista en este poema. Da la sensación, incluso, de que Rubén quiere hacer apología del trabajo poético. El artista no es, solo, un decorador, no... es alguien que lanza dardos para remover conciencias, un auténtico trabajador de la rueca de la vida... el poeta no debe "hollar mullidas alfombras", como si de un aristócrata fútil se tratara... debe, por contra, luchar como Sansón con los filisteos... Y la imagen inicial, creo, aparece en todos los manuales de figuras literarias como ejemplo de hipérbole contrastativa: "Nada más triste que un titán que llora; hombre-montaña encadenado a un lirio".

Un magnífico poema, a fe mía...

Seguimos...

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La poesía "Anagke"... muy controvertida.

Llama mucho la atención esta poesía... En líneas generales, trata sobre la belleza y plasticidad de la paloma (recordemos su simbolismo universal de la paz), que puede ser merendada (tanto la paz como la paloma) en un santiamén por un gavilán, mientras el Buen Dios se arrepiente de la creación de una y/o otro.
El tema fue considerado, en su momento, blasfemo. El propio Valera, que escribió a Rubén sobre el libro entero, lo criticó considerablemente y, años más tarde, el autor consideró el poema "algo aislado, que no representa los valores cristianos, que yo abrazo". Salvando la cuestión religiosa, la obra señala la imposibilidad de que el bien exista en absoluto y que, por tanto, hay que acostumbrarse a que haya espinas en las rosas.
Un asunto no menor es su estructura... sesenta y ocho versos a la descripción de la paloma. Dos al acto de su destrucción por el gavilán y un puñadito más para que Dios se arrepienta y lo exprese. Creo que tal estructura es muy solidaria con el Modernismo... ¿No eran acaso las imágenes plásticas lo representativo del movimiento? Pues, eso... las enseñanzas o moralidades entraban poco en sus poemas... no sé si tiene mucho interés debatirlas...

Tú dirás, Rubén...

Acaba con este poema "El año lírico", (pen)última parte de Azul.... No obstante, al final aparecen unos sonetos, que también comentaremos y que, creo, formarían parte de sucesivas ediciones del libro... Ya lo miraré...

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Llegamos a los sonetos...

"Caupolicán"
Este ha sido uno de los sonetos más conocidos de Rubén, pero, a la vez, más enigmáticos. ¿Quién era Caupolicán? Era un caudillo mapuche, que resistió a los conquistadores españoles en la zona donde vivía, actualmente perteneciente al país de Chile... como el mismo poema señala, fue elegido "toquí", esto es, líder militar, gracias a su resistencia física. Se dice, y así se refleja en la imagen, que, durante los dos días que duró su elección, mantuvo en alto un grueso tronco de árbol, lo que probó, más allá de toda duda, su gran fortaleza, y sería, según eso, digno caudillo de todos los mapuches... Fortaleza que lo igualaría a los míticos Sansón y Hércules.

Vamos adelante...

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Pues he estado ¡once meses! sin tocar el librito que, como tantos otros, duermen el sueño de los justos esperando que una mano amiga lo extraiga del pozo en que está metido, bajo una barahúnda de otros libros...

"Venus"
En este soneto, el poeta se imagina saliendo a la noche estrellada (como Neruda, años más tarde) y contemplando a Venus, en realidad, su amada que, recostada en un palanquín (¡Qué modernista el vocablo!) espera a que el poeta se decida a volar a las alturas y besarla...

Y si de Modernismo hablamos, el siguiente soneto es de lo más tópico del movimiento... "De invierno" tiene como protagonista a Carolina. Esta se encuentra postrada en el sillón, envuelta en su manta, con biombos y jarrones rodeándola... todo muy modernista, de Japón, China y de marta cibelina... El poeta llega de la calle y, tras besarla, Carolina se enciende como una rosa de pasión... Es París y es invierno... arropo nevado...

Creo que quedan cinco sonetos...

Voy a hacer un esfuerzo...

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Llegamos a un apartado llamado "Medallones"... entiendo que son "aleluyas" a determinados poetas y otros hombres de relumbrón... o simplemente del gusto de Rubén...

El primero es "Leconte de Liste"... el gran poeta parnasiano... que, por cierto, no sé si es más parnasiano Leconte de Liste o el poema (soneto) que le brinda el nicaragüense: elefantes, faquires, liras, orientes, Ramayana, musas, secretos, rajás, selvas y leones pasan por los catorce versos como una exhalación... por cierto, sentimientos... ni uno ni medio... es el Parnasianismo... y el Modernismo... el Romanticismo quedó atrás... muy, muy lejos...

Seguimos

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Bien... pues, proseguimos.
El siguiente "medallón" es el de Catulle Mendès, otro poeta francés parnasianista...
El soneto no es nada del otro jueves. tal vez sea equiparable al anterior, el de Leconte de Liste... mucha musicalidad, mucho sonido... exquisita técnica, pero poco más...
Mendès fue un poeta hoy olvidado, por lo menos, por la gran masa... Tal vez su nota "diferente" la dio, desgraciadamente, en el episodio que le llevó a la muerte. El pobre poeta fue atropellado por un tren, hasta dos veces, en un intervalo de cuatro horas, lo cual le provocó el desenlace fatal...

Tres sonetos más y concluimos el librito...

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Año y medio desde que lo empecé, poco a poco, sin prisa... ahora un cuento, ahora lo dejo, ahora un poema...
Y ha llegado el final. Quedaban tres sonetos, y esta mañana los he leído. Desde luego estos "medallones" finales no son lo mejor del librito... Creo que son mucho más modernistas los cuentos, tomados en conjunto...

Los tres poemas finales van de dedicados a Walt Whitman, el patriarca lo llama Rubén; J.J. Palma, conocido por participar en política latinoamericana en el siglo XIX y Salvador Díaz Mirón, poeta premodernista y, seguramente, gran conocido de Rubén... Ninguna de las tres poesías me ha parecido gran cosa... se incide en lo adjetivos sonoros, grandilocuentes, rimbombantes (hímnica, añejo, cinegético, septicorde...), y en los sustantivos rompedores (búfalos, metopa, alcázar, bacante...), pero, en líneas generales no parecen de los mejor del vate nicaragüense...

Punto final... Tal vez volvamos con Prosas profanas, otro imprescindible de Rubén...

Besos

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