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Este último relato que vamos a leer en nuestro Miniclub de febrero da título a una recopilación de siete historias breves publicada por Gordimer en 1956, en los que hace un recorrido por la vida cotidiana en la Sudáfrica pre-apartheid de la época. A ver qué nos parece. Los comentarios, a partir de mañana viernes 28, aquí, en este hilo
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Tal y como lo veo es una denuncia de la sociedad sudafricana del apartheid, solo que no realizada de una forma tan directa como en otras ocasiones. Lo hace a través de un cuento por el que ves cómo es la sociedad sudafricana racista y clasista, es increíble que se parezca tanto a la sociedad esclavista del Sur de los EE.UU. tantas veces vista en las películas.
Ahora estamos en el "campo", entre comillas porque son las afueras de Johannesburgo y la finca se sostiene con las ganancias del trabajo de él, no por la granja en sí, y tal como sería una finca esclavista tiene sus negros para cultivarla, que viven en su mundo aparte, y la descripción de cómo viven y la ropa no dista mucho. Y el único toque de modernidad sería el hecho del automóvil, por lo demás podría ocurrir muchos años antes.
El incidente que narra el cuento es muestra de ese racismo, un poco todos los negros son iguales y qué más da uno que otro, que entierren al que sea y ya está. Es esa falta de sensibilidad y de asombro de los blancos por el hecho de que unos negros quieran enterrar a un muerto, y se gasten ese dinero, como algo incomprensible, la única que parece tener una visión distinta es la esposa. El mayor contraste se da con el narrador jugando a golf y el cortejo funebre pasando por delante de él.
En fin, yo lo veo como una denuncia de ese racismo que consideraba inferiores a los negros y de muestra de una sociedad de blancos en la que a los negros como mucho si son blancos buenos los tratan con paternalismo, y si son malos, con desprecio, como los funcionarios a los que debe fastidiar muchísimo que vaya otro blanco a marearles por un negro muerto, por supuesto los parientes, negros, no pueden hacer todos esos trámites.
Tremenda historia. Para mi gusto, muy lograda. Porque haya sido escrita o no con la intención de hacer una critica social, conmigo ha conseguido que me sumerja en la historia y la viva como si hubiera sido una testigo más. Me ha gustado mucho. Posiblemente la historia que más me ha gustado de todas las leídas este mes.
Comenta Arden que es indignante. Y sí, lo es, como las imágenes que he visto en la tele antes de leerlo: la fila de refugiados intentando entrar en Grecia porque Turquía ha decidido usarlos como arma arrojadiza contra Europa. Refugiados que, a su vez, estaban allí porque Europa habia pagado a Turquía a cambio de no tener ella el problema en casa. Así están las cosas y no sé si algún día cambiarán de verdad.
Cuento intemporal y ecuménico que muestra la subsunción de culturas o/y clases sociales. Mientras la trama se desenrosca se va nutriendo de sintomatologías raciales, pero la fábula podría llevar firma de Chéjov con sus mujiks mugrientos, de Delibes con sus castellanos desheredados, o de Bosch con sus isleños desarrapados.
La actualización de la fábula –ya desfasada por la erosión temporal– invitará a gazmoños puritanos a amagar con rasgarse vestiduras, mesarse cabellos o lustrarse con polvo su cabeza. Podrán quemarse a lo bonzo, pero las edades seguirán periclitando y los modos permanecerán. Es lo que hay, y nunca hubo otra cosa.
Quien abra su mente percibirá que en la sociedad de 2020 nosotros somos Petrus, el baas son los elegiditos de la elite económica, y el grosero y estólido policía, sus cachorros y adláteres.
Para lograr la perspectiva, recomiendo leer Sapiens, de Yuval Noah Harari.
En lo exclusivamente literario, el cuento logra que el lector se sumerja en el ambiente y la atmósfera de aquellos años en aquel lugar. Nuevamente la Gordimer adopta un narrador masculino para su cuento.
Te da miedo decirle a tus amigos que lees cuentos… No quieres que crean que lees literatura para niños. Y te parece más adulto decir que lees relatos. Te hace parecer más interesante.
Me sumerjo en esta historia y cierro el mes con agrado. Voy disfrutando estos dos meses de buena lectura y brillante compañía. Gracias, Grupo
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Edgardo Benitez escribió: ↑01 Mar 2020 23:28
Me sumerjo en esta historia y cierro el mes con agrado. Voy disfrutando estos dos meses de buena lectura y brillante compañía. Gracias, Grupo
Edgardo Benitez escribió: ↑01 Mar 2020 23:28
Me sumerjo en esta historia y cierro el mes con agrado. Voy disfrutando estos dos meses de buena lectura y brillante compañía. Gracias, Grupo
Un saludo, Edgardo, desde aquende los mares .
¡Gracias a ti, Edgardo, por compartir tus impresiones con nosotros!
Me ha gustado mucho, casi tanto como el primero, El Mejor Safari. Me ha parecido un retrato estremecedor de la época del apartheid (y no solo de esa época), e incluso, Nadine Gordimer en cuatro pinceladas, está describiendo al narrador y a su mujer, los dueños de la granja, con una sutileza ejemplar. El retrato que hace de ellos es muy revelador, ambos con sus trabajos guays, y jugando a ser granjeros, más ella claro, pero sobre todo la visión que tienen de los nativos, los trabajadores, es siempre tan paternalista, tan por encima del hombre, aunque se consideren todo lo contrario, que aquí es donde está la madre del cordero, o por lo menos es lo que más me impresionó del cuento:
"Pero en el campo, sólo a tres leguas de distancia, la vida es otra cosa. En el campo todavía queda el rescoldo de épocas anteriores; nuestras relaciones con los negros son casi feudales. Injustas, de acuerdo; anticuadas, pero más cómodas para todos. Aquí no tenemos ni rejas en las ventanas ni armas. Los gañanes de Lerice viven en la granja con sus esposas y sus críos. Destilan su cerveza ácida sin miedo a las batidas de la policía. Si vamos a decir, siempre nos hemos sentido bastante orgullosos de que los pobres diablos que viven con nosotros no tengan mucho que temer; Lerice hasta se interesa por los niños, con la competencia que puede suponerse en una mujer que no ha tenido hijos propios, y aun hace de médico de todos ellos —niños y adultos— y los cuida como a unos angelitos cuando se ponen malos".
Ayer leí este cuento, con muchííííísimo retraso...
No hay gran cosa a añadir a los buenos comentarios que lanzasteis en su día. Un cuento indignante que refleja la crueldad de unos hombres sobre otros poniendo como excusa el color de la piel...
Un detalle que creo que no se ha comentado es la situación de permanente cabreo que tiene la pareja protagonista. Ambos han decidido salir del centro de la gran ciudad para establecerse en las afueras; "en el campo" se dice, lo cual es un eufemismo porque siguen a un tiro de piedra del centro de negocios. La mujer parece haberse adaptado. Él no tanto. Los olores no le acaban de gustar, por no decir que le incomodan. Su mujer ya no lleva uñas pintadas, ni zapatos de tacón. Huele a estiercol. Y, por una cuestión menor, él deja la habitación conyugal y duerme en otro sitio, en el que le sorprende la noticia...
El caso es que la Gordimer ha querido volcar la incomodidad que sentía/sentimos ante la situación de injusticia, en ese permanente malestar que se produce entre la pareja y que no acaba de resolverse nunca... ni cuando el cuento parece finalizado, pero aún hay que hacer trámites para intentar localizar el cuerpo del "chico", o para solicitar la devolución de un agotado dinero tirado inútilmente al pozo de una administración soberbia y enfadosa...
Realmente, es para irse a dormir al sofá...
Se acabó la "Gordi" para mí... Dicen que hay que ponerse con Ivo Andric... ¡qué pereza!
También voy tarde...
Debo decir que este cuento me gustó mucho. Creo que finalmente consolida, para mí, la gran escritora que es Nadine Gordimer, lo que no pude apreciar en los demás cuentos que leímos.
En este me sumergí de lleno, con un final redondo para todas las peripecias pasadas. Mi favorito.
.. la justa discriminación entre lo que es necesario, lo que no es necesario ni destructivo, y lo que es destructivo — Ursula K. Le Guin
Las cavilaciones de Juan Mute 
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