Sueños de invierno - F. Scott Fitzgerald

[Sue_Storm]

Abrimos el año con un relato de mi admirado F. Scott Fitzgerald (Saint Paul, Minnesota, 1896 - Hollywood, California, 1940) que vio la luz por primera vez en la revista Metropolitan Magazine en 1922 y luego fue incluido por el autor en el recopilatorio All the sad young men en 1926.

Está considerado como uno de los mejores relatos del autor, y se incluye con frecuencia en las antologías. El propio Fitzgerald, en una carta a su editor Max Perkins en junio de 1925, lo califica como "una especie de primer borrador de la idea de Gatsby" y, en efecto, así es.

Espero que os guste, aunque Fitzgerald tiene sus riesgos: o lo amas o lo odias Los comentarios, a partir de este viernes día 13 de enero.

(Fuente de la ilustración: Metropolitan Magazine, diciembre 1922)

[magali]

Gracias, @Sue_Storm

[isuhefu]

Y yo que todavía no he leído nada de este señor... ya me vale.

[magali]

Y yo que todavía no he leído nada de este señor... ya me vale.

Oh!

Anímate y nos cuentas.

[ratonB]

Este creo que no lo he leído,

Y yo que todavía no he leído nada de este señor... ya me vale.

, y otra para que no tardes:

Es lo que dice Sue, o lo amas o lo odias.

[isuhefu]

Este creo que no lo he leído,

, y otra para que no tardes:

Es lo que dice Sue, o lo amas o lo odias.

Eh, eh, con suavidad, que la segunda ha picado

[Ashling]

¡Me apunto!

[Sue_Storm]

¡Me apunto!

Bienvenida, @Ashling

[Ceinwyn]

Hola compañeros.
Lo he leído con el cafecito, y la verdad, es una gozada. El Fitzgerald que me enamoré en Suave es la noche, una de mis novelas favoritas, por esa delicadeza a la hora de escribir, la belleza de su lenguaje, la elegancia de sus frases y la capacidad tan bella de sacar fuera aquello que de luz tenemos dentro en la decadencia, en la desgracia, en el dolor y en la muerte emocional.

Esta frase:

Saltaba un pez y una estrella brillaba y resplandecían las luces alrededor del lago.

Os espero por aquí sentaita.

[Arden]

Y yo que todavía no he leído nada de este señor... ya me vale.

No me lo puedo creer pero te comprendo, a mí también me pasa, ¿recuerdas que te comenté sobre Faulkner?, no se sabe por qué ni por qué no hay autores que no hemos leído, siendo, digamos, del canon, hasta que, de repente, surge la ocasión.

[Despinetta]

Lo acabo de comenzar.
Me cae bien este chico: el caddy Dexter.

[Sue_Storm]

Lo acabo de comenzar.
Me cae bien este chico: el caddy Dexter.

Tiene mucho mérito, sí.

[imation]

Tampoco he leído nada suyo, creo, sin embargo del personaje y de su vida sí que tengo conocimiento.

Así que otra más que se suma a la lectura de este relato

[isuhefu]

Pues ya puedo apuntarme el tanto y librarme de collejas y bromas

Aunque el tema de amoríos y, sobre todo, la ambientación frívola y "ricachona" no me llama mucho, el cuento me ha gustado bastante.

Casi todos hemos cometido alguna tontería o tomado una mala decisión; también pasado por ese cambio de perspectiva a partir de cierta edad.

Hay algunas frases que me chirrían o que no entiendo, creo que podría ser por la traducción.

Subió al coche con un frufrú de tela dorada. Dexter cerró la puerta. A cuántos coches habría subido… como éste… como ahora… la espalda contra el cuero… así… el codo descansando en la puerta… a la espera. Hacía mucho que estaría manchada si algo que no fuera ella misma hubiera podido mancharla, pero aquellos gestos sólo eran una efusiva manifestación de su personalidad.

what??

Aquella noche, sentados juntos en el salón del Club Universitario, pasarían una hora mirando a las parejas que bailaban. Estar con Irene le daba una sensación de solidez: todos la admiraban tanto, era tan intensamente grande.

ya había dicho que era "un poco gorda" pero esto es otro nivel

[ratonB]

@isuhefu yo tengo la novelita en una recopilación de Fitzgerald titulada "Todos los jóvenes tristes", con una traducción diferente, màs reciente y seguramente mucho mejor. Mira estos dos párrafos en comparación con los tuyos:

Montó entre el frufrú de la tela dorada. Dexter le cerró la puerta. A cuántos coches como este se habría subido… igual que ahora… la espalda contra el cuero… los codos en el reposabrazos… esperando. Hacía mucho tiempo que ya estaría mancillada, pero no había nada que pudiera mancillarla salvo ella misma. Y aun así, en su caso aquello era un mero derroche de personalidad.

O sea, que la mancha no era del café ni de la coca cola...

Esa noche pasarían una hora sentados juntos en el salón del Club Universitario mirando a las parejas que bailaban. Estar con Irene le aportaba una sensación de solidez. Su popularidad no podía estar más asentada, una mujer «formidable» de la cabeza a los pies.

Y lo de grande, no tanto por gordita, parece.

Lo empiezo ya