Antes de entrar en materia sobre las definiciones de amores platónicos, idealizados, reales, imposibles... (cómo estamos hoy de amorosos, señores!
): lo (para mí) importantísimo y profundísimo del cuento de hoy queda resumido en una de las primeras frases del texto que ya resaltó Mobley:
La ingenua tendencia a creer que las cosas habían sido más de veras cuando las ponía en palabras para fijarlas a mi manera
Es decir, continúa lo vivido en la infancia que nunca fue finiquitado escribiéndolo. Nos engaña ahí Cortázar haciéndonos creer que está pasando, pero no, está siendo escrito, lo cual para Aníbal es lo mismo. Al escribirlo lo está viviendo, y así zanja una historia de su vida que nunca pudo quitarse de la cabeza. ¿Es como una autocura? ¿O al final resulta peor para su estado emocional y mental que "haya pasado"?
Qué dura respuesta cuando pregunta: "¿Y tu marido?", "Bebe". Y con esto es suficiente para saber cómo ha sido toda su vida.
Sí, además está lo tiernísimo y calmado del cuento de hoy y lo que emociona cuando el niño demuestra sus sentimientos del tirón sin puntos, todo comas, todo abrupto, sin poder detenerlo. Qué precioso