Mircea Cartarescu
14.0x18.0cm.
Nº de páginas: 310
Editorial: FUNAMBULISTA
Encuadernación: Tapa blanda
Traductor: Manuel Lobo
Prólogo: Max Lacruz Bassols
ISBN: 9788496601055
Año edicón: 2006
Sinopsis
La Casa del LibroEstamos sencillamente ante una pequeña joya de auténtica literatura, un ramillete de historias mágicas —pero reales como la vida— cuyo denominador común es la presencia de mujeres… de cualquier edad, raza y condición. Historias que un narrador de excepción cuenta con gran sensibilidad, en las que el sexo y el amor conviven gozosa y fraternalmente. En Por qué nos gustan las mujeres, Mircea Cartarescu, autor de culto y traducido ya a numerosas lenguas (se le suele comparar con Borges y Kafka, y será probablemente el primer Premio Nobel de lengua rumana), abandona momentáneamente los clásicos territorios oníricos de sus grandes novelas para adentrarse, a través de las anécdotas que habitan en el recuerdo, en su «intrahistoria» sentimental, la que en cada uno de nosotros da cobijo a lo más extraordinario de nuestra existencia
"Ruego a las distinguidas lectoras de este libro que no me tachen ya de entrada de pedante si empiezo con una cita. Durante la adolescencia tenía la estúpida costumbre de hablar en citas, lo que me granjeaba una fama bastante triste en el Liceo Cantemir. Mis colegas iban a la escuela con un magnetófono de diez kilos, ponían música y bailaban en la clase de francés...; "El Garzonaleo", nuestro maniático profesor, reunía a la chicas a su alrededor y les contaba cómo se dicen todas las porquerías en francés...Un par de alumnos hojeaban revistas porno suecas al fondo de la clase...Sólo yo, que vivía únicamente en el mundo de los libros, subía a la pizarra y la emborronaba con alguna cita de Camus o T.S. Eliot, que cantaba como una almeja en el desmadre de nuestra aula polvorienta y desconchada..."
«En el mar no hago el amor más que una sola vez, generalmente la última noche, con una mujer que apenas conozco, siempre alta y de hecho siempre la misma, puesto que ella para mí es únicamente el mar. Es la esencia de aquellos días de arena y de sal, de estatuas de bronce yacentes sobre la playa como sobre una lápida interminable de sarcófago etrusco, de efectos de lente, violetas o irisados, de un sol triunfador…»