Efectivamente, hay información necesaria para la historia y hay información innecesaria. A las lectoras se les da solo la que necesitan. Pero ¿qué necesitan? Ahí está una de las dificultades de esta nuestra pasión común.
En cualquier caso, vas a tener lectoras afines con tostones explicativos y lectoras afines con ponerse azules y morir de asfixia por no darles un respiro. Y aquí entran también tu estilo y tus propias preferencias.
A día de hoy, en la era de la inmediatez, creo que es más seguro apostar por ir al grano. Ya vendrán las betas a pedir detalles si hacen falta; en el extremo opuesto, hay que tener cuidado de no llevar a la lectora a un punto en el que le faltan detalles para entender una trama, o a un personaje, o una escena cualquiera.
César Mallorquí, por ejemplo, cuenta cómo lo hace él, y lo que hace es repartir toda esa información en varias escenas, de forma que ni aburre a la lectora, ni la ahoga en un sinfín de datos, pero la información está ahí, y le funciona bien.
Desde mi punto de vista, la investigación y la documentación son principalmente para ti, para saber qué tienes entre manos y no soltar burradas que le quitan toda credibilidad a la historia.
De todo lo que aprendes, anotas e investigas, va a la historia directamente muy poco o nada, pero indirectamente recibe una buena dosis de verosimilitud y consistencia.
El caso concreto de los trámites del levantamiento de cadáver me parece relevante entrar en detalles en casos muy concretos, por ejemplo, si cabe la posibilidad de que el levantamiento no sea oficial y nos hagan un paripé maestro para engañarnos, entonces a lo mejor sí hay que saber que no se ha llamado a nadie o que de hecho sí y por alguna razón la jueza ha participado en el engaño, o se ha perdido un papelorio oficial (nueva subtrama), o la jueza no ha llegado a enterarse aunque nos han hecho pensar que sí... La información podría ayudar a entender la relevancia de que alguna anomalía del proceso, y habría que dar esa información con mucho cuidado de no sacar a la lectora de la historia.
Como dices, no hay que detallarlo todo. Incluso si no puedes dejar que la lectora asuma que hay papeleo y jueces en medio, bastaría con que un personaje diga algo como "Ya han iniciado los trámites, la jueza está en camino" para decírselo.
No necesitas entrar en que «Juanita, de recepción, hizo tres llamadas y cubrió el formulario 32JL, que es de color azul celeste con el sello de la oficina en la esquina superior izquierda, y lo firmó con una rúbrica muy elegante. Además, mientras firmaba, se sacudió la falda verde de pana que estrenaba ese día y a nadie le importa, porque no sabemos quién es Juanita y no va a salir más en toda la saga».
¡Ah!, pero si resulta que Juanita es la asesina, o su aliada, y está amañando los papeles... A lo mejor ya importan los detalles. Lo de la falda representa sus manías (solo viste verde o azul, no usa tal o cual tejido, tiene un tick y se sacude la falda...), y el formulario no es el que toca, o quizá por referencias anteriores o posteriores nos damos cuenta de que alguna de las llamadas tuvo que ser personal.
Lo que quiero decir es que la información en sí no es ni relevante ni irrelevante para tener que darla u omitirla, depende del contexto en su totalidad: la trama principal, subtramas, personajes, estructura, ambiente... incluso el estilo de quien escribe.
Lo que nos toca es decidir cuándo, cómo y cuánto soltar en la historia.
Y tocho va...