Señora de rojo sobre fondo gris - Miguel Delibes

[lunallena]

Terminado.

Las diez últimas páginas de esta novela son brutales y de un nivel literario sublime. Dicho queda, porque uno sólo puede acompañar la lectura con el llanto. En medio de todo el final, uno encuentra perfectamente, porque, de alguna manera, lo ha vivido con algún ser querido. Eso sí, no lo puede describir de esta forma tan magnífica. Incluso la visión de la muerte y el dolor son propias de la visión pesimista de la antropología que Miguel Delibes prodigó.

Por mi parte, espero con ansia vuestros comentarios: el mío está sujeto a la emoción en el momento que he cerrado la última página de esta magistral novela. Es evidente que se sale de la común narrativa de este autor, pero sigue bordando los mejores telares de la narrativa hispana del siglo XX.

Como no puede ser de otra manera, la recomiendo,

Saludos,

Ya hace unos días que cerré el libro y fue tal la cantidad de emociones que me embargaron que no me veía capaz de comentar nada. Ahora leo tus comentarios, tan personales y valientes, porque a mi me da pudor decir que también lloré, porque la manera de escribir de este hombre llega a lo más intimo de nuestro ser.
Es un homenaje tan maravilloso a su mujer, tan digno, con las palabras justas, muy tierno, sin ser sensiblero, por eso yo creo que le costó tanto tiempo escribirlo. Como Delibes dijo en alguna entrevista, el tiempo no cura nada, solo aprendes a vivir con ello.
Hay muchos pasajes en los que me detenido y releído, como cuando se sentaban a conversar, uno enfrente del otro, sus paseos, los momentos que se quedaba mirándola, de la visita de los ángeles, que guiño darle a la inspiración el nombre de su mujer.

Todo lo que he leído de Delibes me ha gustado

[Aben Razín]

Me alegro tanto que te haya gustado y que también hayas llorado,

Es cierto que algunos párrafos merecen ser leídos dos y tres veces hasta que finalmente calan en el lector, pero entonces no se acabaría nunca. Desde luego que Miguel Delibes, con esta novela, hizo un exorcismo de su dolor profundo por la pérdida de su esposa. También lo contó en una entrevista una de sus hijas.

[mayuscula]

¡Magnifico libro! Lo he terminado esta tarde de una sentada.
Una maravillosa manera de decir al mundo cuantisimo queria Delibes a su mujer y cuánto la echaba de menos...

D. Miguel es mucho D. Miguel

[Aben Razín]

Me alegro mucho que te haya gustado, @mayuscula

[mayuscula]

Me alegro mucho que te haya gustado, @mayuscula

Hace mil años quise leer "Cinco horas con Mario" y se me atragantó, la tuve que dejar. Y, no se porqué, pensaba que esta iba a ser de ese estilo. Nada que ver, desde luego.Esta "señora de rojo" me ha resultado muy especial
Y, por cierto, creo que voy a dar otra oportunidad a " cinco horas con Mario". Creo que ahora me puede gustar.

[Aben Razín]

Es una obra completamente distinta que ha tenido la suerte de la adaptación teatral, pero creo que puede resultar curioso. Lo que ocurre, desde mi punto de vista, es que habla de un pasado de la España del siglo XX que nos puede parecer muy lejana. Ya nos contarás, @mayuscula

[Gretogarbo]

Hace mil años quise leer "Cinco horas con Mario" y se me atragantó, la tuve que dejar.
... por cierto, creo que voy a dar otra oportunidad a " cinco horas con Mario". Creo que ahora me puede gustar.

Dásela, mayuscula. Merece mucho la pena, como todo lo de Delibes, aunque Señora de fondo... a mí me llegó al alma mucho más profundamente que Cinco horas con Mario.

[Ivanovich]

Tenía ganas de leerlo. Ahora echaré un vistazo al hilo, a ver qué se cuenta la gente. Ahí va mi cuento.

Es un relato sencillo, escrito, según parece, 15 años después de la muerte de Ángeles de Castro, la mujer de Delibes, un homenaje a la compañera de vida contado en forma de monólogo dirigido a la hija que, formalmente, rompe continuamente los tiempos del relato, como sucede cuando uno narra tirando del recuerdo.

Como suele pasar, es probable que el paso del tiempo matizara el recuerdo, suavizara las aristas y dulcificara la herida de la muerte y la ausencia. No sé.

El homenaje es bonito, eso es cierto. Pero la verdad es que yo esperaba más hondura, quizá un retrato más complejo de Ana/Ángeles, de todas esas emociones y belleza que depara una vida juntos. Y en la primera parte, la que habla de Ana como compañera, el retrato me ha parecido más funcional que humano, Ana la mujer completa, buena madre, buena compañera, un poco comme il faut (en mi percepción) aunque Delibes pretenda darle mayor singularidad, como es lógico y normal en estos casos. Y, en cierto momento, la enfermedad de Ana pasa a ser el centro del relato, y no diré que es un mero y sencillo “informe” de esos últimos meses, pero abunda en lo descriptivo, que Delibes acompaña con reflexiones sentimentales que acusan el dolor de la pérdida. Y no lo digo en mal tono, porque la muerte de Ana/Ángeles debió de ser muy duro, un palo de los gordos, como lo son estas cosas, cuando el compañero o la compañera de vida se nos va a medio camino por una mierda de enfermedad.

En fin, que me esperaba más del libro, por eso.

Hay algunas cosas que me han llamado la atención, algún párrafo de esos en los que uno se para, levanta la cabeza del libro y mira a su alrededor. Pienso, y lo hago a menudo, en esos momentos que, quizá, son de felicidad, pero en los que igual uno no repara hasta que la persona que los ha hecho posible ya no está. Cosas aparentemente de poca importancia, una palabra en la cocina, un detalle aquí o allá que nos parece cotidiano y dejamos pasar, como si la felicidad no fuera eso, pero que luego recordamos y que quizá, sí, eso era la felicidad o se le parecía.

Cuando las cosas de este tenor se están produciendo no les das importancia, las consideras normales. Incluso te parece ridículo el reconocimiento ante los allegados. Pero un día falta ella, se hace imposible agradecerle que te metiese el botón de la camisa y, súbitamente, su atención deja de parecerte superflua para convertirse en algo importante. En la vida has ido consiguiendo algunas cosas pero has fallado en lo esencial, es decir, has fracasado. Esta idea te deprime, y es entonces cuando buscas apuradamente un remedio para poder arrostrar con dignidad el futuro.

[Aben Razín]

Es un relato sencillo, escrito, según parece, 15 años después de la muerte de Ángeles de Castro, la mujer de Delibes, un homenaje a la compañera de vida contado en forma de monólogo dirigido a la hija que, formalmente, rompe continuamente los tiempos del relato, como sucede cuando uno narra tirando del recuerdo.

Hay que contar que esta novela se fue fraguando durante algún tiempo y sólo el impulso final llegó a los 15 años de la muerte de su esposa. En principio, parece ser, no tenía que ver en absoluto con lo que vemos en la actualidad -el dichoso producto final-, porque lo fue macerando con la finalidad de llegar a una sencillez abrumadora.

Hay algunas cosas que me han llamado la atención, algún párrafo de esos en los que uno se para, levanta la cabeza del libro y mira a su alrededor. Pienso, y lo hago a menudo, en esos momentos que, quizá, son de felicidad, pero en los que igual uno no repara hasta que la persona que los ha hecho posible ya no está. Cosas aparentemente de poca importancia, una palabra en la cocina, un detalle aquí o allá que nos parece cotidiano y dejamos pasar, como si la felicidad no fuera eso, pero que luego recordamos y que quizá, sí, eso era la felicidad o se le parecía.

Cuando las cosas de este tenor se están produciendo no les das importancia, las consideras normales. Incluso te parece ridículo el reconocimiento ante los allegados. Pero un día falta ella, se hace imposible agradecerle que te metiese el botón de la camisa y, súbitamente, su atención deja de parecerte superflua para convertirse en algo importante. En la vida has ido consiguiendo algunas cosas pero has fallado en lo esencial, es decir, has fracasado. Esta idea te deprime, y es entonces cuando buscas apuradamente un remedio para poder arrostrar con dignidad el futuro.

Este párrafo resume preciosamente lo que he querido decir en lo primero. Miguel Delibes era metafísico en lo sencillo y de ahí el relato que resume como unos hechos triviales de la convivencia, como dices, pueden resumir aquello que después, a tientas, definimos como felicidad.