Hola Nieves.
Lo he empezado esta tarde y a lo tonto a lo tonto ya me he plantado por el capítulo 9, en el ecuador de la novela.
Me vuelvo a encontrar con esta escritora en un relato en el que la historia transciende a la realidad, y en este caso parte de la historia de Elsa se desarrolla en el universo paralelo de los sueños.
La intensidad que vive Elsa es tal que parece que en algún momento se confunden realidad y fantasía por el amor que siente por Agustín Valdés. Un casi desconocido que irrumpe en su vida de manera casual y del cual queda enganchada en su obsesión amorosa. |
A pesar de la huída que emprende Elsa para alejarse de la eterna presencia de Agustín, que la llevan a lugares tan recónditos como Venecia, no consigue apartarse de su influjo, es más, cada vez el amor que siente por él va creciendo más y más hasta convertirse en la única razón de su ser y de sus actividades en su retiro Alpujarreño.
María se ha convertido en su cómplice y confidente de su historia. |
Todas las novelas que he leído de Adelaida García Morales tienen un hilo argumental semejante. Siempre sus personajes están al borde del abismo y objeto de pasiones incontrolables que les llevan a querer traspasar los límites de lo humano, incluso trascendiendo la propia vida. Eso es lo que me gusta de la magia que hay en su literatura que se sale de lo convencional y siempre me resulta atractiva. Se ha convertido en una especie de escritora fetiche para mí.
Supongo que esta novela es posterior o contemporanea a la residencia de la novelista en Las Alpujarras. No tengo la suerte de conocer la zona, pero mi marido me ha propuesto en varias ocasiones ir allí para visitarlo pues él ha estado varias veces y lo recuerda como un área de singular belleza de los paisajes y de los pueblos, aunque en su último viaje la presión turística había cambiado el encanto de los pueblecitos que se habían volcado en satisfacer los gustos de los turistas alemanes e ingleses. También recuerda la venta de las Angustias, al parecer ya desapecida donde hacían unos bocadillos y una comida casera formidables, y punto de parada obligatorio por su ubicación en la encrucijada del acceso a Las Alpujarras por Lanjarón y la ruta de la costa.
Por cierto, me ha sorprendido un poco el carácter un poco osco que describe en las gentes de Las Alpujarras, recelosas de los forasteros, especialmente ese carácter plasmado en esas viejas viudas sin edad que residían intemporalmente en los pueblecitos de la montaña. Me esperaba que el carácter fuera más abierto, y quizás puede que lo describa así basándose en su experiencia personal si es que se sintió un poco desplazada a su llegada a su retiro alpujarreño.
Cuelgo una foto
Valle de Poqueira.jpg
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