María Isabel Molina
Primera edición: Junio/2000 (Alfaguara)
Última edición: Febrero/2016 (Santillana)
Nro: páginas: 152
amazonVictoria viaja a Israel para recoger la herencia de su abuelo, escriba hebreo convertido al cristianismo. Pero al llegar, debe asumir costumbres distintas a las suyas y aceptar que las mujeres ocupan un lugar secundario. Como cristiana visita a la comunidad de Jerusalem y a personajes históricos, como Marta. Cuando le comunican que van a casarla con un primo suyo, porque desean conservar la herencia, trata de encontrar una solución y de comunicarse con su padre aunque todos están de acuerdo en el complot. Cada capítulo se cierra con una carta de Victoria para Alejandro, en la que vierte sus sentimientos más profundos.
Esta novela histórica está centrada en un período de la historia antigua que los adolescentes conocen. Interesa la manera de reaccionar de Victoria a la trampa que le tiende su familia: como mujer romana, hija de un senador, está a punto de perder sus derechos y unos sueños (liberar al esclavo del que está enamorada) peligrosos ante intereses económicos claros. Lo más sensato es no oponer una resistencia abierta y conservar la esperanza.
Querido Alejandro: Tampoco recibirás esta carta, pero tengo que expresar mis pensamientos.Quiero saber los días que faltan para que la boda se celebre, pero nadie me lo dice con exactitud; la caravana del tío Simeón tiene que volver de Damasco; el tío José, que firmará por mi padre, está en el monasterio, en un tiempo de ayuno y penitencia después de recibir a los novicios y que no se puede interrumpir; las invitaciones, los preparativos, los corderos que asarán en el banquete, el vino que se beberá, la caravana de Daniel desde Jericó, incluso la fase de la luna..., todo cuenta al parecer a la hora de fijar la fecha. Quieren celebrar una boda con toda ceremonia, para que nadie en la ciudad piense que ocultan algo. Pero, aunque no me dejan salir de casa y han cortado todas mis posibilidades de pedir ayuda, tienen prisa; hay una tensión soterrada por toda la casa. No en vano están forzando mi voluntad y mienten a todos sobre los deseos de mi padre. Detrás de Marta, la de Betania, otras mujeres han venido a casa. A todas les han insinuado la misma explicación: mi padre tiene hijos varones totalmente romanos. Yo soy medio judía y desea que mi matrimonio se celebre dentro del pueblo de mi madre. Todos han alabado el buen criterio de mi padre; no se habla de la herencia para nada y veo que suponen que la boda es el motivo de mi viaje. Yo no digo nada. Como prefiero hablar en griego, creen que conozco mal el arameo y charlan como si no estuviese delante; todas me comparan con mi madre y opinan que soy más fea. Estoy segura de que una carta del tío José a mi padre va camino de Roma; tal vez diga que estoy enamorada de Daniel; llegará razonablemente tarde y forma parte de toda esta hipocresía, de este falso teatro. Yo, mientras, cuento los días e intento imaginarme los pasos del mensaje que envié por medio de Marta a mi padre. NO me atrevo a hablar de ello con nadie, ni con Priscia, ni con la pequeña Miriam. he perdido la confianza. ¿Cuánto podrá tardar mi padre? ¿Vendrá o enviará a álguien? Dicen que el correo del César llega en diez días a Roma, pero no se si Marta habrá podido enviar la carta por ese medio.
Te echo de menos; sueño que estás conmigo, me hablas y me sonríes. pienso en ti en todo momento, y a veces creo que me aconsejas con tu amor y tu buen sentido.
Tengo mucho miedo; me parece una pesadilla todo lo que ocurre, hablo y me muevo como en sueños. Sólo cuando rezo recobro la serenidad, el Señor no permitirá que me ocurra nada malo.
Te amo, y el recuerdo de tu amor me ayuda a no rendirme.
VICTORIA