Terminada.
Tenía miedo de repetir sensaciones con una obra de William Shakespeare, ya que con
La tempestad tuve una relación, valga la redundancia, tempestuosa
Ha sido todo lo contrario, aunque la historia de Inglaterra la desconozco totalmente y, menos aún, la época de la Guerra de las dos Rosas, creo que, en el fondo, el personaje de Ricardo III es trasladable a cualquier época de la historia de la Humanidad. En el fondo, William Shakespeare hace una fotografía del hombre cuando quiere llegar al poder, a toda costa. Para ello, mata, miente y se corrompe hasta términos insospechados, ¡no le importa!...
El lenguaje utilizado se hace cercano y las imágenes que utiliza, al final de la obra, son tan simbólicas que, en nada, desvirtuan el hilo de la obra; más aún, complementan el mensaje, porque añade este punto de salvación que supone la conciencia ética en todo quehacer humano.
Bueno, creo que me enrollo mucho por otros vericuetos, pero pienso que esta obra sirve para un buen diálogo sobre el poder y la ética, tan necesario en estos momentos en nuestra sociedad española. En fín, creo haberme reconciliado con William Shakespeare y, por lo tanto, volveré con él algún día.
Ni que decir tiene que os la recomiendo vivamente...
Saludos
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