Sólo la brújula, manteniendo viva la esperanza,
tartamudeaba, repitiendo sus paralizadas
direcciones; con algo en alguna parte más allá
a lo cual responder.
Y por otro largo día
seguimos adelante a través de arena desértica.
Luego al borde de riscos de piedra
cubiertos de jeroglíficos.
Linea tras linea, incoherentes, leyeron-
arrugas sobre alguna frente demente.
Una era antigua
luchaba allí en tonos desesperados-
Ya sin nada más que decir-
Y sólo el viento gime.
Arena en nuestros ojos. Entre dedos sudorosos, y
tierra entre los dientes, arena.
Sacrificamos al camello que conocía el camino...
tuvimos hoy nuestra última comida.