1986
Diputación Provincial de Granada
9788450540765
Lo único que he podido encontrar de este poemario, aparte de la portada, es esta poesía.
UN CASO SENCILLO
Hoy llueve y es domingo. Hay hombres grises
tatuados en las calles. Así empieza esta historia:
llueve sobre la flor negra de los paraguas
y los árboles crecen junto a un Ganges de asfalto.
Teresa ve en el cielo nubes color frambuesa
que cruzan la ciudad como coches-patrulla.
El trébol de la luz se abre en sus ojos verdes
y el nácar de las horas brilla en sus labios fríos.
No ocurre nada más.
Yo me acerco a Teresa y la llamo arco iris,
corola de las noches y yema de los días.
Las mujeres que pasan brillan igual que arcángeles,
pero sus sombras hierven en un infierno de agua.
No ocurre nada más.
A veces es tan fácil:
el que quema una carta, inventa la ceniza;
quien resuelve una suma, ordena el universo;
el que mira la sangre, ve una rosa incompleta.
No ocurre nada más.
Miro la tarde oscura, entre óxido y caoba
Las acacias se agitan igual que un mar de cobre.
El reloj va tallando el diamante del sueño.
El aire huele a menta y sabe a plomo.
No ocurre nada más.
A veces
es tan fácil.
Por las fuentes heladas del invierno
se alejan patinando, su corazón y el mío.
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tatuados en las calles. Así empieza esta historia:
llueve sobre la flor negra de los paraguas
y los árboles crecen junto a un Ganges de asfalto.
Teresa ve en el cielo nubes color frambuesa
que cruzan la ciudad como coches-patrulla.
El trébol de la luz se abre en sus ojos verdes
y el nácar de las horas brilla en sus labios fríos.
No ocurre nada más.
Yo me acerco a Teresa y la llamo arco iris,
corola de las noches y yema de los días.
Las mujeres que pasan brillan igual que arcángeles,
pero sus sombras hierven en un infierno de agua.
No ocurre nada más.
A veces es tan fácil:
el que quema una carta, inventa la ceniza;
quien resuelve una suma, ordena el universo;
el que mira la sangre, ve una rosa incompleta.
No ocurre nada más.
Miro la tarde oscura, entre óxido y caoba
Las acacias se agitan igual que un mar de cobre.
El reloj va tallando el diamante del sueño.
El aire huele a menta y sabe a plomo.
No ocurre nada más.
A veces
es tan fácil.
Por las fuentes heladas del invierno
se alejan patinando, su corazón y el mío.