Alejandra Pizarnik
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Me gusta Pizarnik. Sus poemas son desgarradores, como ella sintió su vida. Una vida oscura donde odiaba quién y cómo era, incapaz de sentirse a gusto consigo misma, incapaz de encontrar algo que la retuviera, que la tranquilizara, que la contuviera... Al final se quebró, no puedo más, se mató. Y sus poemas, a veces, anticipan esa muerte y siempre la angustia de su vida.
ORIGEN
La luz es demasiado grande
para mi infancia.
Pero ¿quién me dará la respuesta jamás usada?
Alguna palabra que me ampare del viento,
alguna verdad pequeña en que sentarme
y desde la cual vivirme,
alguna frase solamente mía
que yo abrace cada noche,
en la que me reconozca, en la que me exista.
pero no. Mi infancia
sólo comprende al viento feroz
que me aventó al frío
cuando campanas muertas
me anunciaron.
Sólo una melodía vieja,
algo con niños de oro, con alas de piel verde,
caliente, sabio como el mar,
que tirita desde mi sangre,
que renueva mi cansancio de otras edades.
ORIGEN
La luz es demasiado grande
para mi infancia.
Pero ¿quién me dará la respuesta jamás usada?
Alguna palabra que me ampare del viento,
alguna verdad pequeña en que sentarme
y desde la cual vivirme,
alguna frase solamente mía
que yo abrace cada noche,
en la que me reconozca, en la que me exista.
pero no. Mi infancia
sólo comprende al viento feroz
que me aventó al frío
cuando campanas muertas
me anunciaron.
Sólo una melodía vieja,
algo con niños de oro, con alas de piel verde,
caliente, sabio como el mar,
que tirita desde mi sangre,
que renueva mi cansancio de otras edades.
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Es un poema hermosísimo, Julia, y triste, y desesperanzado. Una mujer que no podía vivir consigo misma... Algunos de sus poemas he de leerlos con cuidado y en determinados momentos.
Me gusta estar por acá y encontrar gente que ama tanto a los libros. Y si encima me encuentro con una amiga, mejor aún. Un abrazo.
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Barajando recuerdos
Barajando recuerdos
me encontré con el tuyo.
No dolía.
Lo saqué de sus estuche,
sacudí sus raíces
en el viento,
lo puse a contraluz:
Era un cristal pulido
reflejando peces de colores,
una flor sin espinas
que no ardía.
Lo arrojé contra el muro
y sonó la sirena de mi alarma.
¿Quién apagó su lumbre?
¿Quién le quitó su filo
a mi recuerdo-lanza
que yo amaba?
Barajando recuerdos
me encontré con el tuyo.
No dolía.
Lo saqué de sus estuche,
sacudí sus raíces
en el viento,
lo puse a contraluz:
Era un cristal pulido
reflejando peces de colores,
una flor sin espinas
que no ardía.
Lo arrojé contra el muro
y sonó la sirena de mi alarma.
¿Quién apagó su lumbre?
¿Quién le quitó su filo
a mi recuerdo-lanza
que yo amaba?
1
Se fuga la isla
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta
Ahora
es el fuego sometido
Ahora
es la carne
la hoja
la piedra perdidos en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilización
que purifica la caída de la noche
Ahora la muchacha
halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta
Ahora
es el fuego sometido
Ahora
es la carne
la hoja
la piedra perdidos en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilización
que purifica la caída de la noche
Ahora la muchacha
halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.
Re: Alejandra Pizarnik
(Acariciando la idea del suicidio)
"Llamé, llamé, como la náufraga dichosa
a las olas verdugas
que conocen el verdadero nombre
de la muerte".
"triste como sí misma...
hermosa como el suicidio."
"El deseo de morir es rey".
Muchas veces se sorprendió de su capacidad de esperar el ansiado encuentro:
"¿Cómo no me suicido frente a mi espejo?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?"
Alejandra Pizarnik, escribió el 5 de julio de 1972 una última carta a su amiga Ivonne Bordelois.
"Toda yo soy otra..." "Mi Ivoncita, mi cercanita. Por favor no nos pidamos explicaciones acerca del silencio (¿existe el silencio?) (...) te mandaré mi nuevo libro El Infierno Musical. Y también, si consigo fuerza, algunos poemas recientes cuyo emblema es la negación de los rasgos alejandrinos. En ellos, toda yo soy otra, fuera de ciertos pequeños detalles: el humor, los tormentos, las pruebas supliciantes..." "Ahora sé un poquito más (por eso ya no me siento a la mesa y rumio horas y horas un adjetivo de algún poema). Sé un poquito más, comprendo algo más; y sí, es tan terrible y viviente y vibrante esto que alienta en esto que ahora soy. No sé en qué me he convertido...".
"Que desmemoria no te guíe".
Ivonne Bordelois nunca le contestó.
"Llamé, llamé, como la náufraga dichosa
a las olas verdugas
que conocen el verdadero nombre
de la muerte".
"triste como sí misma...
hermosa como el suicidio."
"El deseo de morir es rey".
Muchas veces se sorprendió de su capacidad de esperar el ansiado encuentro:
"¿Cómo no me suicido frente a mi espejo?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?"
Alejandra Pizarnik, escribió el 5 de julio de 1972 una última carta a su amiga Ivonne Bordelois.
"Toda yo soy otra..." "Mi Ivoncita, mi cercanita. Por favor no nos pidamos explicaciones acerca del silencio (¿existe el silencio?) (...) te mandaré mi nuevo libro El Infierno Musical. Y también, si consigo fuerza, algunos poemas recientes cuyo emblema es la negación de los rasgos alejandrinos. En ellos, toda yo soy otra, fuera de ciertos pequeños detalles: el humor, los tormentos, las pruebas supliciantes..." "Ahora sé un poquito más (por eso ya no me siento a la mesa y rumio horas y horas un adjetivo de algún poema). Sé un poquito más, comprendo algo más; y sí, es tan terrible y viviente y vibrante esto que alienta en esto que ahora soy. No sé en qué me he convertido...".
"Que desmemoria no te guíe".
Ivonne Bordelois nunca le contestó.
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