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Macmillan teje con desenvoltura una novela de intriga que coquetea prometedoramente con la vertiente negra. De hecho, la ausencia de una mayor profundidad en la citada categoria literaria así como un final un tanto embustero e inarticulado la alejan de lo que serían unas merecidísimas cinco estrellas. Sin embargo, es mucho y muy bueno lo que disfrutar de una historia escrita con mimo, con pasión. Cuenta así con el ritmo preciso, el cambio en la narración idóneo y la exactitud quirúrjica en el devenir de unos acontecimientos que se desgranan de un modo sumamente natural y alejado de otros estilos artificiosos que abundan actualmente, ya sea por falta de empeño o de talento. Tanto es así que la trama se embebe impensadamente, lo cual no obsta que el salir incólume de la misma se antoje harto complicado. Porque la autora plantea un relato crudo que pivota sobre la más inadmisible de las pérdidas y el sufrimiento que ello acarrea, pero también por la exposición a la opinión pública que padecen quienes lejos de merecer respeto reciben acoso y agresiones verbales. Y es que la tan vitoreada presunción de inocencia se desdibuja peligrosamente cuando todos contamos, a nuestro parecer, con las atribuciones que sólo el sistema legislativo, jurídico y ejecutivo conservan. Llegado a este punto, las ideas que Macmillan imprime en nuestra mente mediante mensajes austeros pero también certeros nos retratan como esos seres carentes de humanidad y raciocinio que somos. Corresponde sin ambages a la parte negra de un libro al que faltan páginas llegado este tipo de acometidas. Sea como fuere, tras estos pasajes, la autora aún tiene a bien regalarnos un par de sorpresas descorazonadoras pero comprensibles dado el mundo intransigente y volátil en el que vivimos.
Cuatro estrellitas para una muy buena novela a la que le falta una cierta extensión en puntos muy determinados y un desenlace menos mendaz y archisabido. De cualquier manera, se trata de una de esas pocas historias que se disfrutan de principio a fin, en las que la autora nos ensimisma desde las primeras páginas. "Encuéntrame" es un delicioso paseo por lo más oscuro del alma humana, tan rotundo como desesperanzador, tan preocupante como veraz. Una novela para todos aquellos que no temen ver la realidad que subyace incontestablemente en el fondo de todo y de todos. Para el resto, aquéllos que ven la vida indefectiblemente de color de rosa, recomiendo "Teo se va de cámping". Porque quizá sea cierto que no hay que perder nunca la esperanza pero a la ignorancia hay que dejarla marchar. Cuanto antes. Aunque duela.