Espero terminarlo hoy.
Salvando las enormes distancias, la novela me parece una mezcla entre dos novelas de Edouard Louis (Para acabar con Eddy Belleguele y Quien mató a mi padre) y el Deja de decir mentiras de Phillipe Besson.
Todas tienen en común el carácter autobiográfico y el haber sido sorprendentemente bestsellers.
La primera parte puede recordar a la primera novela de Louis en el fondo que no en la forma ni en la historia en sí. Al igual que Louis habla de una infancia bastante convulsa, también expande la historia a su familia y al pasado de la misma y ahí se acaban las coincidencias, porque al fin y al cabo Louis era un crío de una zona deprimida de Francia mientras que Vuong es un vietnamita que llega de niño a Estados Unidos.
Las similitudes con la última novela de Louis son mucho más concretas, mientras Louis recoge (en la que para mí es la parte más interesante de Quien mató a mi padre) como medidas concretas de diferentes gobiernos franceses han tenido un impacto directo en la vida de su progenitor, Vuong hace algo similar (y me da que el tema va a ser muy recurrente en la contemporánea norteamericana de los próximos años, sin ir más lejos en Cherry de Nico Walker que se iba a publicar este mismo mes) con los efectos del lobby farmacéutico a la hora de vender sus productos, muy especialmente el Oxy Contin. Como se vendió como seguro un medicamente para el dolor que ha generado adicción a millones de norteamericanos. Vuong
| hace un repaso de los efectos que tuvo un accidente casual de Trevor (su primer amor) y que fue recetado con ese medicamento, en su futuro declive y su muerte temprana |
.
Las similitudes con la novela de Besson están en que pone una relación iniciática en el centro de la novela. Es cierto que a diferencia de la novela de Besson donde la relación no solo es el centro si no que el esqueleto mismo en que se vertebra toda la novela, en ésta novela la relación supone el cambio, la ruptura, la madre deja de ser el centro y el protagonista pasa directamente a ocultar partes de su vida. Más a su madre que a su abuela (que parece estar bastante más enterada).
Para ser una novela autobiográfica (con todo el ombliguismo que suele suponer) En la tierra somos fugazmente grandiosos toca bastantes temas. Desde la identidad racial, muy interesante como Tiger Woods es prácticamente para todo el mundo el golfista negro, cuando lo cierto es que Woods es de origen tailandés por parte de madre (y aunque el padre es afroamericano también tiene sangre china), ese obviar parte de su identidad racial molesta mucho a la madre del protagonista que ve en ello reflejada su propia invisibilidad en su país de acogida (aunque ella es medio norteamericana ya que su padre al igual que el de Woods es un soldado). Por cierto muy interesante el origen del nombre de Tiger Woods.
También está la falta de integración, el desconocimiento del idioma, el estar predestinada de esa manera a trabajos poco cualificados que minan su salud. Y luego una propia biografía plagada
| de maltrato (ambas hermanas acaban casadas con maltratadores) |
y que también marca la relación, en ocasiones violenta, entre madre e hijo.
Aunque la novela no deja de ser una carta de un hijo a su madre (una carta que sabe que su madre no va a poder leer), destaca mucho el personaje de la abuela, a veces entrañable a veces totalmente ajena a la realidad del país en el que vive y marcada por un pasado que la acabó llevando a un país que nunca acaba de ser su hogar
Vamos, que a falta de unas treinta páginas entiendo perfectamente que fuera una de las novelas del año y me sorprende (positivamente) que se vendiera tan bien en Estados Unidos
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Pues no, ni un poquito.
