Pues no sé, Megan, pero se lo he puesto muy fácil a todos. Una chica guapa desnudita, unos soplagaitas a la izquierda y una espantasoplagaitas a la derecha, si el relato sale solo...
Cuéntame un cuadro (Juego)
- iOtero
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Estoy de acuerdo de que es fácil, pero de todas formas hay que inspirarse para que salgo algo con consistencia, ¿verdad?
- iOtero
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Pues sí, señora, tiene usted toda la razón del mundo. A mí en estas cosas, como no me inspiro, pues pongo las tonterías que pongo...Megan escribió: ↑03 May 2020 17:53Estoy de acuerdo de que es fácil, pero de todas formas hay que inspirarse para que salgo algo con consistencia, ¿verdad?
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- oscall
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
@Megan al haber puesto iotero dos cuadros,¿hay que hacer extrictamente el de los desnudos o se puede optar por el de la vaca?
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Yo diría que se puede usar cualquiera de los dos, ya que ninguno tiene tres micros
Me alegro de verte, querido @oscall, he estado bastante desconectada
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- oscall
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Muchas gracias,@Megan. Resuelta la duda, me salta la inspiración con la vaca
Hace ya varios siglos, existió en Jerusalén una pequeña granja administrada Por un hombre llamado Aaron y por su mujer, Elisa. A pesar del esfuerzo del matrimonio, la granja no daba beneficios, y la pareja se encontró cerca de la pobreza extrema.
—Al menos, nos tenemos el uno al otro—solía decirle Aaron a Elisa para intentar consolarla. Pero él era el primero en comprender que el amor y la paciencia no evitan que te mueras de hambre, y cuando su mujer no le veía se derrumbaba y también se echaba a llorar. Un día, un cuervo negro se plantó en el alfeizar de una ventana, y antes de que pudiesen espantarlo, les habló. Les explicó que se encontraban ante el mismísimo príncipe de las tinieblas y que podía resolver todos sus problemas: él convertiría aquella mísera granja en una el doble de grande, una que estuviese llena de animales sanos y que acabase con todos sus apuros de golpe. A cambio, ellos deberían abrir un portal para traer a Israel las diez plagas que una vez asolaron Egipto. El mismo Lucifer les haría conocedores de los pasos a dar, y, en cuanto aceptasen, él cumpliría su parte del trato.
—¿Como sabemos qué no nos engañas de algún modo? —Preguntó, Aaron, suspicaz.
—No tenemos nada que perder—respondió Elisa fríamente—. Debemos aceptar.
—De acuerdo—Suspiró Aarón—. Aceptamos.
Al oír aquellas palabras, el cuervo graznó y salió volando. Inmediatamente después, el matrimonio escuchó el sonido de un trueno y salió a mirar para descubrir que la granja ahora era mucho más grande que antes y que, además, eran dueños de un montón de animales: vacas, caballos, conejos y gallinas.
También se dieron cuenta de que, tal y como le había asegurado Lucifer, conocían a la perfección de los pasos a seguir para cumplir su parte del trato, y pactaron hacerlo a la mañana siguiente, en cuanto saliese el sol. Llegó el momento y se pusieron a trabajar; siguieron todos los pasos mecánicamente, casi sin darse cuenta. Estaban ya a punto de finalizar el ritual cuando escucharon la voz de Lucifer dentro de sus cabezas.
"Os felicito" escucharon que les decía este. "El ritual está a punto de llegar a su fin. Las plagas resurgirán y vosotros podréis conservar todo lo que os he dado. Pero os lo advierto: tenéis terminantemente prohibido presenciar nada del desastre. Oigáis lo que oigáis, no podéis salir afuera ni mirar por las ventanas. Si alguno de vosotros me desobedece, no solo perderéis todo lo que habéis ganado, sino que además el culpable será maldecido, ¿me habéis entendido?"
Ellos asintieron y abrieron el portal. Minutos después empezó a escucharse el zumbido de las moscas y el ruido de las langostas, el croar de las ranas, los gritos de alarma de la gente al ver que lo techos de las casas ardían. Elisa se levantó de la silla y se acercó lentamente hasta una ventana.
—Por un momento no va pasar nada—murmuraba—. Por mirar un instante no importará...
—Elisa, ¿has perdido el juicio? —Exclamo Aaron alarmado—. ¡Siéntate de inmediato!
—No, déjame—le respondió Elisa con voz monocorde—. Por mirar un momento no pasará nada... por un instante no sucederá...
Y descorrió las cortinas.
Aarón salió de la de la granja y volvió a echar un vistazo su alrededor. En cuanto Elisa rompió la norma de no mirar fuera habían perdido inmediatamente el trato de favor del diablo: la granja no solo volvía ser tan ruinosa como antes, sino que además el techo estaba lleno de agujeros, y el corral y el camino de entrada estaban plagados de cadáveres de animales. Los sorteó como pudo, entró en el establo y abrazó el lomo de la vaca que hasta hace poco había sido su mujer.
—Al menos, nos tenemos el uno al otro—. Le susurró, y se echó a llorar.
Hace ya varios siglos, existió en Jerusalén una pequeña granja administrada Por un hombre llamado Aaron y por su mujer, Elisa. A pesar del esfuerzo del matrimonio, la granja no daba beneficios, y la pareja se encontró cerca de la pobreza extrema.
—Al menos, nos tenemos el uno al otro—solía decirle Aaron a Elisa para intentar consolarla. Pero él era el primero en comprender que el amor y la paciencia no evitan que te mueras de hambre, y cuando su mujer no le veía se derrumbaba y también se echaba a llorar. Un día, un cuervo negro se plantó en el alfeizar de una ventana, y antes de que pudiesen espantarlo, les habló. Les explicó que se encontraban ante el mismísimo príncipe de las tinieblas y que podía resolver todos sus problemas: él convertiría aquella mísera granja en una el doble de grande, una que estuviese llena de animales sanos y que acabase con todos sus apuros de golpe. A cambio, ellos deberían abrir un portal para traer a Israel las diez plagas que una vez asolaron Egipto. El mismo Lucifer les haría conocedores de los pasos a dar, y, en cuanto aceptasen, él cumpliría su parte del trato.
—¿Como sabemos qué no nos engañas de algún modo? —Preguntó, Aaron, suspicaz.
—No tenemos nada que perder—respondió Elisa fríamente—. Debemos aceptar.
—De acuerdo—Suspiró Aarón—. Aceptamos.
Al oír aquellas palabras, el cuervo graznó y salió volando. Inmediatamente después, el matrimonio escuchó el sonido de un trueno y salió a mirar para descubrir que la granja ahora era mucho más grande que antes y que, además, eran dueños de un montón de animales: vacas, caballos, conejos y gallinas.
También se dieron cuenta de que, tal y como le había asegurado Lucifer, conocían a la perfección de los pasos a seguir para cumplir su parte del trato, y pactaron hacerlo a la mañana siguiente, en cuanto saliese el sol. Llegó el momento y se pusieron a trabajar; siguieron todos los pasos mecánicamente, casi sin darse cuenta. Estaban ya a punto de finalizar el ritual cuando escucharon la voz de Lucifer dentro de sus cabezas.
"Os felicito" escucharon que les decía este. "El ritual está a punto de llegar a su fin. Las plagas resurgirán y vosotros podréis conservar todo lo que os he dado. Pero os lo advierto: tenéis terminantemente prohibido presenciar nada del desastre. Oigáis lo que oigáis, no podéis salir afuera ni mirar por las ventanas. Si alguno de vosotros me desobedece, no solo perderéis todo lo que habéis ganado, sino que además el culpable será maldecido, ¿me habéis entendido?"
Ellos asintieron y abrieron el portal. Minutos después empezó a escucharse el zumbido de las moscas y el ruido de las langostas, el croar de las ranas, los gritos de alarma de la gente al ver que lo techos de las casas ardían. Elisa se levantó de la silla y se acercó lentamente hasta una ventana.
—Por un momento no va pasar nada—murmuraba—. Por mirar un instante no importará...
—Elisa, ¿has perdido el juicio? —Exclamo Aaron alarmado—. ¡Siéntate de inmediato!
—No, déjame—le respondió Elisa con voz monocorde—. Por mirar un momento no pasará nada... por un instante no sucederá...
Y descorrió las cortinas.
Aarón salió de la de la granja y volvió a echar un vistazo su alrededor. En cuanto Elisa rompió la norma de no mirar fuera habían perdido inmediatamente el trato de favor del diablo: la granja no solo volvía ser tan ruinosa como antes, sino que además el techo estaba lleno de agujeros, y el corral y el camino de entrada estaban plagados de cadáveres de animales. Los sorteó como pudo, entró en el establo y abrazó el lomo de la vaca que hasta hace poco había sido su mujer.
—Al menos, nos tenemos el uno al otro—. Le susurró, y se echó a llorar.
Última edición por oscall el 19 Dic 2021 21:59, editado 12 veces en total.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Muy buena la idea @oscall, se nota que estabas inspirado, me gustó mucho, pero pobre hombre
Ahora falta un micro del cuadro de la vaca (no había contado el micro de @iOtero) y tres micros del cuadro de Boticcelli.
Como verán hay hasta para elegir
Ahora falta un micro del cuadro de la vaca (no había contado el micro de @iOtero) y tres micros del cuadro de Boticcelli.
Como verán hay hasta para elegir
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Pobre mujer, convertida en vaca
Muy bueno.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Gracias a las dos, chicas Lucia, ya es la segunda vez que dices que un relato mío es muy bueno Me parece importante
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
No, no es importante, es único, @oscall, no es por desprestigiar tu micro, pero ¿fueron euros, dólares o la famosa pata de jamón?
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Voy,
Hacía tiempo que tenía su granja, la llevaba muy bien y le daba merecidos réditos. A pesar de vivir sola, era una mujer alegre y sus vecinos, aunque lejanos, la estimaban mucho.
Una tarde salió a buscar al rebaño para llevarlo al lugar donde pasaban la noche y notó que el gran semental no estaba, lo buscó por todo el campo y no lo encontró.
Algo malo había pasado, o estaba herido atascado en un alambrado y ella no lo veía o se lo habían llevado.
Después de encerrar al rebaño, montó en su yegua y se fue a recorrer la campiña entera. Habló con sus vecinos, nadie había visto nada extraño.
Desesperada y a minutos de que llegara la noche, fue hacia el río. Oscurecía rápidamente y no lograba ver bien allá abajo si el animal se encontraba caído. Desmontó y con mucho cuidado bajó por un camino que conocía, podía despeñarse, pero no iba a perder a su mejor ejemplar.
Entre las últimas luces del atardecer, logró verlo, estaba tirado en el fango. Cuando llegó a él, vio que tenía dos grandes flechas en los muslos, lo que impedían que caminase. Sabía que si lo dejaba, moriría sin remedio pasando por una terrible agonía. No dudó un instante e intentó moverlo, pero una tonelada, no es fácil y menos para una mujer delgada sin elementos para hacerlo, como cuerdas y roldanas.
El dolor por su querido animal la hizo presa del pánico, comenzó a llorar y de pronto sintió que le hablaban:
—Déjalo, se irá con nosotros, lo necesitamos.
— ¿Quién me habla?
—Mira hacia arriba, mujer.
Al hacerlo, observó varios seres que volaban sobre ella, no eran pájaros, parecían ángeles. ¿Es que se había vuelto loca? De pronto pudo ver que todos llevaban arcos y flechas.
— ¡Qué hicieron con mi animal! ¡¿Por qué le tiraron flechas, malvados seres?!
—No entiendes, mujer, lo necesitamos.
— ¡Váyanse de aquí, malditos!
—No nos hagas enojar, que somos muy rencorosos.
— ¡No les tengo miedo…!
Cuando despertó, estaba empapada de sudor. Pensó que nunca había tenido una pesadilla tan espantosa.
Se levantó y prendió una vela, al iluminarse la habitación, un grito de horror salió de su garganta. El semental estaba en el piso y el mismísimo diablo lo devoraba con avidez.
Hacía tiempo que tenía su granja, la llevaba muy bien y le daba merecidos réditos. A pesar de vivir sola, era una mujer alegre y sus vecinos, aunque lejanos, la estimaban mucho.
Una tarde salió a buscar al rebaño para llevarlo al lugar donde pasaban la noche y notó que el gran semental no estaba, lo buscó por todo el campo y no lo encontró.
Algo malo había pasado, o estaba herido atascado en un alambrado y ella no lo veía o se lo habían llevado.
Después de encerrar al rebaño, montó en su yegua y se fue a recorrer la campiña entera. Habló con sus vecinos, nadie había visto nada extraño.
Desesperada y a minutos de que llegara la noche, fue hacia el río. Oscurecía rápidamente y no lograba ver bien allá abajo si el animal se encontraba caído. Desmontó y con mucho cuidado bajó por un camino que conocía, podía despeñarse, pero no iba a perder a su mejor ejemplar.
Entre las últimas luces del atardecer, logró verlo, estaba tirado en el fango. Cuando llegó a él, vio que tenía dos grandes flechas en los muslos, lo que impedían que caminase. Sabía que si lo dejaba, moriría sin remedio pasando por una terrible agonía. No dudó un instante e intentó moverlo, pero una tonelada, no es fácil y menos para una mujer delgada sin elementos para hacerlo, como cuerdas y roldanas.
El dolor por su querido animal la hizo presa del pánico, comenzó a llorar y de pronto sintió que le hablaban:
—Déjalo, se irá con nosotros, lo necesitamos.
— ¿Quién me habla?
—Mira hacia arriba, mujer.
Al hacerlo, observó varios seres que volaban sobre ella, no eran pájaros, parecían ángeles. ¿Es que se había vuelto loca? De pronto pudo ver que todos llevaban arcos y flechas.
— ¡Qué hicieron con mi animal! ¡¿Por qué le tiraron flechas, malvados seres?!
—No entiendes, mujer, lo necesitamos.
— ¡Váyanse de aquí, malditos!
—No nos hagas enojar, que somos muy rencorosos.
— ¡No les tengo miedo…!
Cuando despertó, estaba empapada de sudor. Pensó que nunca había tenido una pesadilla tan espantosa.
Se levantó y prendió una vela, al iluminarse la habitación, un grito de horror salió de su garganta. El semental estaba en el piso y el mismísimo diablo lo devoraba con avidez.
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
No pongo cuadro porque tenemos el de Boticcelli, hay tres micros para hacer
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Vaya con los diablillos.
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