El bujío de Santa Catalina 1 (Bordeando la realidad)
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Y nos os daba miedo esa imagen de tu abuela tan (pon tu el adjetivo).
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
No, miedo ninguno. Despertaba nuestra curiosidad. Ella era ya muy mayor y nosotras creciditas.hexagono69 escribió: ↑14 Ago 2020 19:42 Y nos os daba miedo esa imagen de tu abuela tan (pon tu el adjetivo).
Llegaba en otoño, con la caída de las hojas de los árboles, y se marchaba al final del invierno, antes de que florecieran las plantas. Ahora que te lo cuento caigo en la cuenta de que era una especie de metáfora de lo que es el fin del ciclo vital.
Cuando llegaba, había que hacerle sitio y había unos días de cierto caos. Pero pronto nos acostumbraábamos a su presencia y a sus ritos, y luego se nos hacía raro cuando se iba.
¿Qué me está pasando? Las cavilaciones de Juan Mute
El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Esta mañana, Cata, estaban dando los primeros rayos de sol en los troncos de los grandes ficus de la Alameda Apodaca y, por un momento, me parecieron gigantes agitando los brazos. Debía andar mi imaginación un tanto quijotesca.
Y aquí, por el tamaño del banco y de mi sombra, te puedes hacer idea de las generosas dimensiones de sus troncos.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Gigantes son sin duda que maravilla.
En la segunda foto se ve tu sombra en el tronco.
En la segunda foto se ve tu sombra en el tronco.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Sí, se ve mi enana sombra en el gigantesco tronco.hexagono69 escribió: ↑15 Ago 2020 17:06 Gigantes son sin duda que maravilla.
En la segunda foto se ve tu sombra en el tronco.
Hoy, Cata, no ha salido el sol por Antequera sino por Grazalema, justo a la derecha de el Peñón Grande: la cima más alta de la sierra, y en cuya ladera recuerdo haber visto una bella peonía.
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Última edición por jilguero el 18 Ago 2020 11:49, editado 1 vez en total.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
¡Qué alegría, Cata, ver reaparecer las imágenes!
Menudo trabajazo se está dando la jefa para que el foro siga funcionando.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Totalmente de acuerdo contigo, Jilguerillo, parecen grandes brazos estirándose para tomar algo.jilguero escribió: ↑15 Ago 2020 14:09
Esta mañana, Cata, estaban dando los primeros rayos de sol en los troncos de los grandes ficus de la Alameda Apodaca y, por un momento, me parecieron gigantes agitando los brazos. Debía andar mi imaginación un tanto quijotesca.
Gigantes con brazos en alto.jpg
Y aquí, por el tamaño del banco y de mi sombra, te puedes hacer idea de las generosas dimensiones de sus troncos.
Elefante mostruoso.jpg
Tu sombra en el tronco es pequeñita, por tanto es un verdadero gigante quijotesco.
Por cierto, ¿estabas levantada con los primeros rayo de sol, o con los que más tarde daban en las ramas del árbol? Si fuera lo primero, vaya madrugadora
Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Permiso Cata, voy a tomar una de las imágenes del pajarillo fotógrafo-madrugador, porque, tras mirarla un largo rato, en mi mente algo surgió.
El elefante volador
Era un amanecer lleno de luz, renacía el astro rey en toda su inmensidad, cuando desperté.
Mi sueño no había sido calmo, un elefante gigante que volaba me había perseguido por bosques que nunca visité, por llanuras que jamás crucé y por montañas que en ningún momento escalé.
Me hallaba cansada, pero debía levantarme. Al correr las cortinas un rayo de sol me acarició el rostro, cerré los ojos por tal luminosidad y los abrí de inmediato para no perderme la maravillosa imagen. Era un instante en que entre las casas frente a la mía discurría esa bellísima luz y alumbraba mi ventana. Me sentí feliz de ser bendecida en el momento justo. Todo el miedo de la noche había desaparecido tras esa comunión. Hice mis quehaceres y me preparé para salir, estaba sonriente y sumamente animada.
Cuando cerré el portón del jardín y comencé a caminar por la acera, mi sonrisa desapareció, mi mente ennegreció, mi vida se asustó. A lo lejos, el elefante de mi sueño se había posado en un parque vecino, me esperaba agitando su enorme trompa con ansias de despedazarme. Me quedé inmóvil mirándolo, mi rostro ya no sonreía, el miedo palpitaba en mis pupilas, la aprensión dominaba mi mente. Parecía un maniquí, el temor no me dejaba moverme, ni siquiera pestañeaba. En mi vida nunca me había asustado tanto.
De pronto, oí unos pasos tras de mí, sentí que me erizaba, pensé que podía haber más seres como aquél. Al pasar junto a mí, observé que era una niña, que dando pequeños saltos, se acercaba al monstruo que quería hacerme daño. Quise avisarle, advertirle, pero no pude emitir sonido. La pequeña con un hermoso vestido rosa, llevaba colgada una cámara fotográfica, la cual quitó de su cuello y comenzó a tomarle fotos al elefante. Parecía contenta, no había muestras de temor en su carita.
No sé cómo, pero pude moverme y caminar hacia ella, cuando estuve a su lado, me miró y me regaló una preciosa sonrisa. Tan hermosa fue, que todo mi temor desapareció y me descubrí admirando aquél bellísimo árbol cuya gigante rama parecía querer abrazarme con ternura. Fue un instante, porque cuando volví a mirar a la niña, ya no estaba. Me senté en el banco frente al gigante y sonreí, ya no más miedos. Al igual que aquél rayo de sol al despertarme me devolvió las ganas de seguir mi camino, la sonrisa de la niña también lo consiguió.
Me levanté y volví a ser la mujer feliz y con ganas de vivir. Pensé que no había monstruos, que esas creaciones en nuestra mente eran temores a enfrentar un día lleno de responsabilidades y retos. La entereza y serenidad para batallar con ellos, podrían surgir de un rayo de sol en el momento justo y de la sonrisa de una niña cuya sombra había quedado plasmada en el tronco de aquél gigante bondadoso.
Corregido p/Megan - 18.08.2020
El elefante volador
Era un amanecer lleno de luz, renacía el astro rey en toda su inmensidad, cuando desperté.
Mi sueño no había sido calmo, un elefante gigante que volaba me había perseguido por bosques que nunca visité, por llanuras que jamás crucé y por montañas que en ningún momento escalé.
Me hallaba cansada, pero debía levantarme. Al correr las cortinas un rayo de sol me acarició el rostro, cerré los ojos por tal luminosidad y los abrí de inmediato para no perderme la maravillosa imagen. Era un instante en que entre las casas frente a la mía discurría esa bellísima luz y alumbraba mi ventana. Me sentí feliz de ser bendecida en el momento justo. Todo el miedo de la noche había desaparecido tras esa comunión. Hice mis quehaceres y me preparé para salir, estaba sonriente y sumamente animada.
Cuando cerré el portón del jardín y comencé a caminar por la acera, mi sonrisa desapareció, mi mente ennegreció, mi vida se asustó. A lo lejos, el elefante de mi sueño se había posado en un parque vecino, me esperaba agitando su enorme trompa con ansias de despedazarme. Me quedé inmóvil mirándolo, mi rostro ya no sonreía, el miedo palpitaba en mis pupilas, la aprensión dominaba mi mente. Parecía un maniquí, el temor no me dejaba moverme, ni siquiera pestañeaba. En mi vida nunca me había asustado tanto.
De pronto, oí unos pasos tras de mí, sentí que me erizaba, pensé que podía haber más seres como aquél. Al pasar junto a mí, observé que era una niña, que dando pequeños saltos, se acercaba al monstruo que quería hacerme daño. Quise avisarle, advertirle, pero no pude emitir sonido. La pequeña con un hermoso vestido rosa, llevaba colgada una cámara fotográfica, la cual quitó de su cuello y comenzó a tomarle fotos al elefante. Parecía contenta, no había muestras de temor en su carita.
No sé cómo, pero pude moverme y caminar hacia ella, cuando estuve a su lado, me miró y me regaló una preciosa sonrisa. Tan hermosa fue, que todo mi temor desapareció y me descubrí admirando aquél bellísimo árbol cuya gigante rama parecía querer abrazarme con ternura. Fue un instante, porque cuando volví a mirar a la niña, ya no estaba. Me senté en el banco frente al gigante y sonreí, ya no más miedos. Al igual que aquél rayo de sol al despertarme me devolvió las ganas de seguir mi camino, la sonrisa de la niña también lo consiguió.
Me levanté y volví a ser la mujer feliz y con ganas de vivir. Pensé que no había monstruos, que esas creaciones en nuestra mente eran temores a enfrentar un día lleno de responsabilidades y retos. La entereza y serenidad para batallar con ellos, podrían surgir de un rayo de sol en el momento justo y de la sonrisa de una niña cuya sombra había quedado plasmada en el tronco de aquél gigante bondadoso.
Corregido p/Megan - 18.08.2020
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
¡Qué bien Megan que la foto te haya inspirado esta historia de pesadillas, amaneceres, sonrisas y gigantes amables! Y gracias por dejarla en el bujío.
Seguro que a partir de ahora cuando vea ese tronco elefantino mi pensamiento cruzará el océano hasta el país de los teros. Y sí, es en la amanecida cuando paseo en este tiempo de pandemia para poderlo hacer en soledad y sin mascarilla. La luz del atardecer, que en muchas ocasiones os he mostrado desde otra zona de Cádiz (la que da a mar abierto), me gusta igualmente, pero tiene ahora la desventaja de que hay gente en la calle y hay que ir con la cara tapada.
Por cierto, justo a la sombra de ese hermoso árbol vi por primera vez a Catulo , cuando todavía no sabía que era él. Estaba acodado en la balaustrada contemplando el mar, que estaba precioso. Yo me hallaba a la sombra de un jacarandá esperando al Niño de Tirachinas. Algo me hizo pensar que era él, pero le miraba las manos y no veía el supuesto tirachinas que habría de traer. Y es que a última hora había cambiado de opinión y, en vez de con un tirachinas, se presentó con un libro.
Y dicho esto, procedo a poner tu elefante volador en el índice.
Seguro que a partir de ahora cuando vea ese tronco elefantino mi pensamiento cruzará el océano hasta el país de los teros. Y sí, es en la amanecida cuando paseo en este tiempo de pandemia para poderlo hacer en soledad y sin mascarilla. La luz del atardecer, que en muchas ocasiones os he mostrado desde otra zona de Cádiz (la que da a mar abierto), me gusta igualmente, pero tiene ahora la desventaja de que hay gente en la calle y hay que ir con la cara tapada.
Por cierto, justo a la sombra de ese hermoso árbol vi por primera vez a Catulo , cuando todavía no sabía que era él. Estaba acodado en la balaustrada contemplando el mar, que estaba precioso. Yo me hallaba a la sombra de un jacarandá esperando al Niño de Tirachinas. Algo me hizo pensar que era él, pero le miraba las manos y no veía el supuesto tirachinas que habría de traer. Y es que a última hora había cambiado de opinión y, en vez de con un tirachinas, se presentó con un libro.
Y dicho esto, procedo a poner tu elefante volador en el índice.
Última edición por jilguero el 18 Ago 2020 15:46, editado 1 vez en total.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Con José Saramago aprendí que es un cornaca y con Arturo Pérez Reverte el sinónimo naire, cuidador de elefantes.
Soñar... ¡Donosa locura!
Blanca de los Ríos Nostench.
Cádiz, que sin parirme me hiciste carnavalero...
Comparsa Las mujeres de la vida.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
No me agradezcas nada, Jilguerillo, la que debe dar las gracias soy yo, por este hilo tan adorable que tenemos para inspirarnos en tus viajes, caminatas, lecturas y en base a ello, poder hacer algún relatito.jilguero escribió: ↑18 Ago 2020 12:20 ¡Qué bien Megan que la foto te haya inspirado esta historia de pesadillas, amaneceres, sonrisas y gigantes amables! Y gracias por dejarla en el bujío.
Seguro que a partir de ahora cuando vea ese tronco elefantino mi pensamiento cruzará el océano hasta el país de los teros. Y sí, es en la amanecida cuando paseo en este tiempo de pandemia para poderlo hacer en soledad y sin mascarilla. La luz del atardecer, que en muchas ocasiones os he mostrado desde otra zona de Cádiz (la que da a mar abierto), me gusta igualmente, pero tiene ahora la desventaja de que hay gente en la calle y hay que ir con la cara tapada.
Por cierto, justo a la sombra de ese hermoso árbol vi por primera vez a Catulo , cuando todavía no sabía que era él. Estaba acodado en la balaustrada contemplando el mar, que estaba precioso. Yo me hallaba a la sombra de un jacarandá esperando al Niño de Tirachinas. Algo me hizo pensar que era él, pero le miraba las manos y no veía el supuesto tirachinas que habría de traer. Y es que a última hora había cambiado de opinión y, en vez de con un tirachinas, se presentó con un libro.
Y dicho esto, procedo a poner tu elefante volador en el índice.
Veo que sos madrugadora, además el calor veraniego de la madrugada invita a levantarse, no así en invierno que nos quedaríamos todo el día en la cama, como estamos ahora por aquí.
Sobre el elefante, yo leí el nombre de la foto, no fue un invento mío. Es que después de leerte, miré la foto y caí en la cuenta de que podía ver hasta el ojo entrecerrado del mamífero, supongo que vos también lo viste.
De todas formas, el relato está para que le haga una revisión minuciosa para mejorarlo. Generalmente cuando hago un micro, me llevo la foto y la pego en un Word y allí la trabajo hasta que quede decente. Ayer de noche, no lo hice, redacté aquí mismo en tanto miraba la foto, por eso hay muchas cosas para arreglar. Así que voy a hacer lo de siempre y después lo voy a pegar sobre este.
Con el nombre estuve un rato largo, no me salía nada, y te diré que sigo sin estar segura, por lo tanto te pregunto: ¿podés cambiar el nombre en tu índice, si es que ya lo agregaste?
Bueno, me fui por las ramas, hablando de ramas jajaja, muchas gracias por acordarte de mí cuando lo veas. Aunque tenés un recuerdo mucho más importante para ese lugar, haber conocido a una persona preciosa como Tolito, es un regalo que la vida te dio y que debés atesorar mucho
Gracias a Cata y a tí por recibirme siempre con un abrazo y con hermosas palabras
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Mira, Cata, que bonito canto a la amistad:
Por esta razón, amigo mío, tengo tanta necesidad de tu amistad. Tengo sed de un compañero que respete en mí, por encima de los litigios de la razón, el peregrino de aquel fuego. A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido, y descansar, más allá de mi mismo, en esa cita que será la nuestra.
¡Estoy tan cansado de polémicas, de exclusividades, de fanatismos! En tu casa puedo entrar sin vestirme con un uniforme, sin someterme a la recitación de un Corán, sin renunciar a nada de mi patria interior. Junto a ti no tengo ya que disculparme, no tengo que defenderme, no tengo que probar nada. Como en Tournus, hallo la paz. Mas allá de mis palabras torpes, mas allá de los razonamientos que me pueden engañar, tú consideras en mi simplemente al Hombre, tú honras en mí al embajador de creencias, de costumbre, de amores particulares. Si difiero de ti, lejos de menoscabarte, te engrandezco. Me interrogas como se interroga al viajero.
(Carta a un rehén, de A. Saint-Exupéry)
Por esta razón, amigo mío, tengo tanta necesidad de tu amistad. Tengo sed de un compañero que respete en mí, por encima de los litigios de la razón, el peregrino de aquel fuego. A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido, y descansar, más allá de mi mismo, en esa cita que será la nuestra.
¡Estoy tan cansado de polémicas, de exclusividades, de fanatismos! En tu casa puedo entrar sin vestirme con un uniforme, sin someterme a la recitación de un Corán, sin renunciar a nada de mi patria interior. Junto a ti no tengo ya que disculparme, no tengo que defenderme, no tengo que probar nada. Como en Tournus, hallo la paz. Mas allá de mis palabras torpes, mas allá de los razonamientos que me pueden engañar, tú consideras en mi simplemente al Hombre, tú honras en mí al embajador de creencias, de costumbre, de amores particulares. Si difiero de ti, lejos de menoscabarte, te engrandezco. Me interrogas como se interroga al viajero.
(Carta a un rehén, de A. Saint-Exupéry)
*****
Se me viene a la cabeza una frase de El amor en los tiempos de cólera, de G. García Márquez, que decía algo así como que el corazón tiene más cuartos que una casa de putas .
*****
Me gusta más naire. ¿Serás tú, joseW, un naire?
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Si tengo que hacerme dentista de elefantes para mantener sanos sus colmillos, me hago. ¿No sé si entrara en esos conceptos de la palabra cornaca o naire?
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Blanca de los Ríos Nostench.
Cádiz, que sin parirme me hiciste carnavalero...
Comparsa Las mujeres de la vida.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
jilguero escribió: ↑18 Ago 2020 20:15 Mira, Cata, que bonito canto a la amistad:
Por esta razón, amigo mío, tengo tanta necesidad de tu amistad. Tengo sed de un compañero que respete en mí, por encima de los litigios de la razón, el peregrino de aquel fuego. A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido, y descansar, más allá de mi mismo, en esa cita que será la nuestra.
¡Estoy tan cansado de polémicas, de exclusividades, de fanatismos! En tu casa puedo entrar sin vestirme con un uniforme, sin someterme a la recitación de un Corán, sin renunciar a nada de mi patria interior. Junto a ti no tengo ya que disculparme, no tengo que defenderme, no tengo que probar nada. Como en Tournus, hallo la paz. Mas allá de mis palabras torpes, mas allá de los razonamientos que me pueden engañar, tú consideras en mi simplemente al Hombre, tú honras en mí al embajador de creencias, de costumbre, de amores particulares. Si difiero de ti, lejos de menoscabarte, te engrandezco. Me interrogas como se interroga al viajero.
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¡Qué precioso! Al leerlo, veo a mi amiga del alma, esa que no necesita ninguna explicación sobre mis actitudes ni yo sobre las de ella. La que siempre está, vive en otro departamento del país y como ando con análisis y cuestiones médicas, se vino a Montevideo a instalarse mientras la necesite, pero yo no se lo pedí, eso es lo maravilloso de esas amistades, sólo con dos o tres palabras o movimientos en nuestros rostros ya sabemos lo que él o la otra necesita. Esas amistades que valen oro puro, que nunca se pierden, en las buenas y en las malas. Son una bendición para nuestras vidas.
Hermoso canto a la amistad de Saint-Exupéry, un experto en emocionarnos
Gracias por traerlo, pajarillo querido
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Se me viene a la cabeza una frase de El amor en los tiempos de cólera, de G. García Márquez, que decía algo así como que el corazón tiene más cuartos que una casa de putas .
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Es verdad, podemos albergar tantos sentimientos lindos como personas preciosas podemos conocer, tiene razón Gabo
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)
El verano se nos va, Cata (falta un mes, pero exagero como buena andaluza ). En nuestras latitudes no es mala cosa, porque así se irá también "la caló".
Pero el paso de las estaciones es para mí una suerte de reloj cósmico que me recuerda que me acabo de tragar otro buen trago de la vida.
Y encima, en medio de la pandemia, ni siquiera está bien desear que el cosmo se detenga.
Pero el paso de las estaciones es para mí una suerte de reloj cósmico que me recuerda que me acabo de tragar otro buen trago de la vida.
Y encima, en medio de la pandemia, ni siquiera está bien desear que el cosmo se detenga.
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