Exacto. ¿Pero qué hay realmente, debajo?
Vacío.
Remito aquí a otro narcisista (pero no mitómano), Charles Manson, en el único momento de verdadera lucidez que se le tiene registrado en una entrevista, y que desafortunadamente llegó demasiado tarde:
Enlace
AresMart escribió: ↑19 Jun 2024 16:32 Y creo que su narcicismo va aún más allá:
Leído el libro, a mí me da la sensación de que nunca intentó suicidarse realmente. Siempre por una cosa u otra lo posponía. Y en el momento final, en el incendio, rocía a todos con gasolina menos a él, y parece que escoge una hora y unos rincones de la casa para que se pueda extinguir el incendio antes de que él muera. No sé, tiene armas/fármacos a su alcance para suicidarse y nunca lo hace.
El tema del suicidio me temo que es más complicado de lo que parece. Siempre hay una mezcla de parte consciente e inconsciente en la actuación, que a veces van en direcciones opuestas. Romand supo desde siempre que era la única salida, la inevitable, y esto era su pensamiento racional... pero no era algo que le agradara, e inconscientemente lo resistía (se engañaba a sí mismo, como había hecho con todos los demás). A diferencia de otros suicidas, la muerte no es una escapatoria al dolor, ni siquiera a la culpa. Repito, solo es una salida a la vergüenza. Por eso es todavía más ambivalente, lo posterga más, lo intenta hacer lo menos doloroso posible. Dentro de toda la planificación que resultan los asesinatos, el suicidio resulta mucho más impulsivo, un "le echo huevos, o no lo hago", y por eso cae en todas las trampas torpes del suicida primerizo, el que no está 100% convencido: se toma sedantes para no sentir (el intento de suicidio más común; parece definitivo pero en el fondo es el más reversible de todos), se las toma de golpe sin contemplar cuándo le harán efecto y subestimando cómo se propagará el fuego antes, y de qué forma podrá llamar la atención... y por supuesto que se arrepiente de haberlo hecho una vez entre la espada y la pared, y escucha a los bomberos. Todo esto que va en dirección contraria al suicidio consumado es el propio subconsciente, la pulsión de vida luchando por sobrevivir. Mucha gente que ha comenzado el acto se arrepiente después de haberlo intentado (y no solo después de haberse tomado pastillas; gente que se precipita se arrepiente mientras cae, antes de llegar al suelo... tuve un caso donde uno que se intoxicó con monóxido de carbono llamó pidiendo ayuda por los pelos, antes de perder el conocimiento). Si Jean-Claude Romand hubiera sido alguien más ambicioso o determinado en algo más que en su propia mitomanía, tal vez hubiera sido más contundente en su suicidio, pero le dominó la ambivalencia. Tenía miedo. No creo que fuera una farsa, no creo que se lo admitiera a sí mismo, pero en algún rincón de su mente.. tal vez pensó que, pasase lo que pasase, conseguiría engañar a todo el mundo de nuevo, o al menos a sí mismo (y en parte, sí que ha tenido éxito en eso). |
Esta cita es, efectivamente, desgarradora. Pone de manifiesto nuestra tendencia innata a elegir ignorar la realidad cuando es desagradable. Algunos, como Romand, eligen directamente inventar una realidad alternativa.
Un último apunte sobre esto: el caso es fascinante no solo por Romand, sino por el hecho de que esta situación llegara a este punto de ruptura con este camino tan largo, tortuoso y enrevesado. ¿Cómo nadie se dio cuenta, en serio? ¿Absolutamente nadie? Leí por ahí que el filósofo Baudrillard dijo algo respecto a este caso: "mientras más elaborada es la mentira de Romand, más se repliegan sus familiares y conocidos en su ausencia de curiosidad". Es preciso cierta clase de complicidad del entorno, a algún nivel, para que se lleguen a estos extremos... y eso es lo más escalofriante de todo.