El día de hoy en un libro (II)

[Gretogarbo]

—(...) Tenemos un poco de lana: podemos llevarla a Grenaa para que la tiñan de rojo, o de azul. ¿Cuándo te casarás?
—No lo sé —contestó Anna—. No consigo decidirme. El día de San Martín quizá. Se me ocurre que voy a hacer que Tryg me corteje unos cuantos meses. Me conseguirá demasiado fácilmente si me caso este mismo verano.

(...)

—Se iba a celebrar una boda el día de San Martín —dijo el anciano—. Ojalá hubiese podido verte casada antes de que ocurriera todo esto. Me causa amargura que sea yo, que te quiero casi más que a la misma salvación de mi alma, el culpable de haber destruido tu felicidad.
El juicio de Sören Qvist, de Janet Lewis (traducción de Antonio Iriarte)

[Gretogarbo]

Enlace

La ejecución del emperador Maximiliano, óleo sobre lienzo realizado por Édouard Manet en 1867; National Gallery de Londres

París, 11 de noviembre de 1880
Hoy, Léon me ha hecho el favor de desembalar La ejecución de Maximiliano y colgarla de nuevo en la pared. Me he quedado estupefacto.

(...)

París, 11 de noviembre de 1880
Si en algún momento he dudado si me había perdido algo este otoño, Goncourt me lo ha aclarado por completo. Sigue encantado con el éxito que ha obtenido con el libro que ha publicado este año, y no para de hablar ni un segundo del alcance cada vez mayor de su fama y su talento.
El cuaderno perdido de Édouard Manet. Una novela, de Maureen Gibbon (traducción de Jaime Blasco Castiñeyra)

[Gretogarbo]

11 de noviembre de 1981
A lo largo de la tensa espera, mis heridas clandestinas se curan en silencio. Hoy, cuando se cumple el trigésimo cuarto día, sangro como nunca y me retuerzo de dolor. En las compresas se mezclan diferentes tonos con diferentes significados. Pero no hay pasajero en mi interior. Eso no.
Otaberra, de Elisa Victoria

[Gretogarbo]

Fue el 11 de noviembre de 1984. Eligieron ese día porque era San Martín, el patrón del barrio de La Verneda. Entonces Barcelona estaba en plena modernización urbanística, adaptando también los espacios públicos a la nueva democracia. Oriol Bohigas era por entonces el delegado de Urbanismo del ayuntamiento. En esa época yo trabajaba para él. Me gustaba su carácter expeditivo. Apostaba por las plazas duras, casi siempre pavimentadas y con unos pocos árboles. Tenía la teoría de que un barrio para sentirse barrio ha de disponer de un elemento representativo que lo aglutine. Así que se trajeron a un escultor de Nueva York. Es una teoría discutible. Sobre todo, para el caso de La Verneda, que tenía una palmera centenaria y la chimenea de la vieja industria química.
Obra maestra, de Juan Tallón

[Gretogarbo]

Aquella misma tarde se formó en el consistorio una junta general de vecinos con representantes de las barriadas y lugartenientes políticos. Jándula tenía en aquel momento más de diez mil habitantes, reducidos hoy día a menos de la mitad. La huida a las grandes ciudades desinflaría el pueblo en las décadas siguientes. El tema que trataron en aquella reunión fue la necesidad de celebrar que el gran aguacero había llegado a su fin: se haría una matanza por barrio. Eran conscientes de que no era la época del año de matar al cerdo, pues ya lo decía el refrán: “por san Martino, mata el pobre su cochino”. Pero el ambiente frío que las lluvias habían dejado tras de sí era propicio y permitía que pudieran curarse los alimentos. (...)
La península de las casas vacías, de David Uclés

[Gretogarbo]

El día de San Martín de ese mismo año, mi padre dejó la granja. Se lo vendió todo a los nuevos arrendatarios de la Chietamai; a ellos también se les habían acabado los nueve años de arrendamiento. Su idea era vivir el resto de sus días con el dinero que había sacado.
El país de las ranas, de Pina Rota Fo (traducción de Miguel Ros González)

[Gretogarbo]

El sueño de la esposa del pescador (1814), de Katsushika Hokusai, xilografía.

París, 12 de noviembre de 1880
Cada mañana me paso las manos por la cara hasta llegar al pelo y luego bajo hasta la barba. Cruzo los brazos sobre el pecho y me paso las manos por los brazos y el vientre; después bajo hasta las caderas, las rodillas y las espinillas. Pienso en la salamandra y en aquel día de niebla; pienso en volar por los aires en el Còllege Rollin. Me digo —no sólo mentalmente, sino en voz alta—, me digo:
“Confío en mis piernas”.

(...)

París, 12 de noviembre de 1881
Ephrussi se ha pasado hoy por el estudio. Creo que venía a recoger su grabado del pulpo de Hokusai: se lo he devuelto a regañadientes. Sin embargo, antes incluso de quitarse el abrigo, quería conocer todos los detalles de mis planes para la Primavera, que descansaba sobre el caballete.
El cuaderno perdido de Édouard Manet. Una novela, de Maureen Gibbon (traducción de Jaime Blasco Castiñeyra)

[Gretogarbo]

La batalla iba a terminar el 16 de aquel mes de noviembre, pero él iba a pegar su último tiro el día 12, a las tres y doce minutos de la tarde, la hora de la siesta, cuando el fuego bajaba un poco la intensidad y algunos combatientes se echaban un sueño aprovechando el silencio sagrado de esas horas tan íberas. Paulo no se echaba ninguna siesta, ni la del burro ni la del carnero ni la de media tarde. Mientras el resto dormía, él caminaba furtivo por aquellas tierras húmedas y secas a la vez, planas, pero con espontáneas sierras de grotescas rocas desnudas y tajos en la tierra; comarca de aspecto recio y de colores rojizos.
La península de las casas vacías, de David Uclés

[emedoble]

Había una postal del dentista que me recordaba mi limpieza anual. A la basura. Estaba la factura de la doctora Tuttle por la visita a la que falté, escrita a mano en el dorso de una ficha. «Tarifa por no asistir el 12 de noviembre: 300 dólares». Seguramente ya se habría olvidado. La aparté. Tiré un cupón de un nuevo restaurante de Oriente Medio de la Segunda Avenida. Tiré catálogos de primavera de Victoria’s Secret, J. Crew, Barneys. Un aviso de corte de agua del portero del edificio. Más porquería. Abrí el extracto de la tarjeta de débito del mes anterior y examiné todos los cobros. No encontré nada fuera de lo normal, eran casi todos retiradas de efectivo en el colmado. Solo unos cuantos cientos de dólares en Bloomingdale’s. Pensé que a lo mejor había robado el abrigo blanco de piel de zorro.

Mi año de descanso y relajación, de Ottessa Moshfegh (traducido por Inmaculada C. Pérez Parra)

[Gretogarbo]

Petrogrado, 24.X.1915
¡Animal, monstruo, chupasangre, torturador, verdugo, etcétera! ¡No encuentro palabras! ¡Yo muriéndome de melancolía y él que se hace el sordo! Exactamente, una carta en 32 días. La primera, el 11 de septiembre; la segunda, el 12 de octubre; y la tercera, el 13 de noviembre.
Ante el espejo, de Veniamín Kaverin (traducción del ruso de Enrique Moya Carrión)

[Gretogarbo]

Murió en el Hospital de Saint-Girons, el jueves 13 de noviembre de 2014. Se desconoce la causa de su muerte. Él pidió que se mantuviera secreta.
Un verdor terrible, de Benjamín Labatut

[Gretogarbo]

Sanatorio Schatzalp, en Davos (Suiza), escenario de La montaña mágica, de Thomas Mann, hoy en día hotel de lujo y lugar de celebración del Foro Económico Mundial

En el bolsillo interior de su traje, podríamos decir que al lado de su corazón, Florian llevaba una fotografía color sepia, rota, cubierta de pequeñas fisuras blancas, de una mujer de pelo negro, con labios apretados y de mirada estrábica. Emilia Finzi, de casada Tedeschi, esperaba la muerte con serenidad, con treinta años recién cumplidos. Murió el 13 de noviembre de 1910 en la “montaña mágica” de St. Moritz, en el sanatorio Schatzalp para enfermos de tuberculosis ricos. En una caja metálica, que tenía forma de ataúd en miniatura, Florian guardaba otras fotografías y una postal del sanatorio Schatzalp que Haya ahora acariciaba con la mano diciendo:
—Qué sitio tan hermoso para morir.
Trieste, de Daša Drndić (traducción del croata de Simona Škrabec)

[Gretogarbo]

Netsukes, esculturas en miniatura

París, 14 de noviembre de 1880
Creo que, al final, las opiniones de Goncourt me han hecho más mella de lo que pensaba, pues hoy he acabado en Sichel’s. En medio de todo ese caos exuberante, he encontrado una pieza que no he podido pasar por alto. No era una xilografía, sino un pequeño netsuke de madera.

(...)

París, 14 de noviembre de 1882
Flores otra vez, en esta ocasión de Duret. Estuvo de visita el otro día y vio lo que yo estaba pintando, así que me ha escrito: “Probablemente necesitará usted un nuevo ramo a estas alturas”.
El cuaderno perdido de Édouard Manet. Una novela, de Maureen Gibbon (traducción de Jaime Blasco Castiñeyra)

[Gretogarbo]

Había decidido lanzarse a aquella aventura diez años antes, un 14 de noviembre, a raíz de una batalla naval, el día que un violento temporal hizo añicos el buque Henri IV y ahogó a cuatrocientos hombres en el mar de Crimea, entre los que contaba su padre. Tanto lo marcó el suceso que durante años se dedicó a estudiar los mapas isobáricos de aquel día; de ahí que fuese uno de los primeros en descubrir que la tormenta existía ya desde hacía una semana, que había atravesado Europa de norte a sur en oleadas regulares, en un vuelo gigantesco, como un ejército de cóndores, y que los límites de la ciencia habían sido los únicos responsables de su desdicha.

(...)

(...) Por eso, aquella mañana en la que las ranas habían perturbado el sueño de todos los huéspedes y un diluvio azotaba las ventanas, Maurice de Tastes había despertado a toda la casa con un un aire victorioso, dando un salto de diez años hacia atrás en el tiempo y sus investigaciones, como si hubiera logrado detener el temporal del 14 de noviembre con la mera fuerza de sus cálculos.
El inventor, de Miguel Bonnefoy (traducción de Regina López Muñoz)

[Gretogarbo]

14.XI.1913
Querido y bondadoso Kostia, gracias por su encantadora carta. ¡Qué lleguen ya, ya, las Navidades! Cómo me gustaría que estuviese aquí ahora conmigo. No soy capaz de expresar sobre un papel lo que podría decirle si estuviera ahora a mi lado.
Ante el espejo, de Veniamín Kaverin (traducción del ruso de Enrique Moya Carrión)