¡Salve!, ¡oh foro “Ábrete libro"!

Pues eso, que aquí habrá enlaces a sitios interesantes y a promociones, ya sea de eventos literarios o de otro tipo, y nuestras quedadas.
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Zaoc
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Re: ¡Salve!, ¡oh foro “Ábrete libro"!

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Tragedia de sinfonía, sangre y sueño

Episodio I
"Adiós al último estilete de la desnudez"

Parte II
"El abismo de las doce"

"LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD
Mirando hacia su izquierda donde se halla flotando el espectro de Lucy o Anigma.

A buen seguro coincidente será tu juicio de valor con el nuestro; ¡oh espectral bailarina con el todo y la nada cuyos pies jamás se fatigarían de danzar graciosamente, oh imperecedera celestina de lo maravilloso cuyo beso otorgaría violáceas alas incluso al desamparado prisionero encadenado a una pesada bola de acero, oh gozosa cantarina cuya melódica voz y rapsódicas composiciones extasiarían incluso al mitológico minotauro del laberinto cretense, oh singular presea de este paraíso que eres un único sol de fantasmagoría con enjundioso traductor de toda vibración también aquí presente!, y tal juicio es que tan hermosa como sólo tú misma te muestras ha sido la sentida inmortalización de aquellas primeras agitaciones que iban sembrando la duda y el gusto por el misterio en tu otrora augusto pecho; no en vano, como muy bien sabes, la largueza y la busca del deslumbrador colorismo en el uso de ese condimento imprescindible de la gran literatura que es el adjetivo representa el primer mandamiento y flor o postulado estético que, tal y como sucederá en adelante, ha regido nuestros pasados cánticos cuyo tema era tu alegórico pasado en la Tierra, esa grísea mazmorra del corazón perdida en los espacios siderales, ese harén del voraz depredador y del impersonal individuo que no parece ser más que un famélico e insaciable pedazo de carne y en el que la soez moneda era la sola divisa para tener abiertas todas las puertas.

¡Ay sí!, tan hermosa como tú misma ha sido la literaturización de la parte ya tocada de aquel trascendental ayer; y sin más demora, como desde un principio hasta un final sin olvidar a un hipotético mortal que leyere, realizando pertinentes aclaraciones y digresiones para éste como se viene haciendo de atrás, mas dirigiendo el canto altivo a la nueva concurrencia idílica de almas de poetas oyentes aquí abajo, y queriendo que participen si posible les fuera de ciertas ideas y vivencias nuestras con el uso de la primera persona del plural, y pudiera ser que a partir del llamado presente histórico, con la ilusión del fogoso pianista que solemnemente pone el dedo en las teclas cuya novedosa combinación ha de despertar hasta entonces dormidas vibraciones en el fondo del alma de unos nunca ahítos escuchadores, sin más demora, continuaremos ahora el aclarador relato que os tiene por protagonistas a quienes ya antes del propio nacimiento predestinados estabais a este eternal paraíso, policromo jardín de la excelencia más exquisito que el estanque en el que el gallardo cisne pasea su bendita elegancia y en el cual toda actitud salvo ininterrumpidos vivas a cada instante es imperdonable obscenidad".


*Hasta aquí un fragmento del inicio de la segunda parte de la larga obra ya mencionada, salvaguardia de cósmicos sentimientos, de hermosura poética, de rebeldía moral, a disposición de quien conocerla quisiera. Gracias por su paso por aquí.
PORTADA LIBRO TRAGEDIA PARTE 2 Y 3 CAP 1.jpg
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Jeeves
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¿Qué?
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altum videtur


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Zaoc
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Tragedia de sinfonía, sangre y sueño

Episodio I: “Adiós al último estilete de la desnudez”

Parte IV: “El abismo de las dos”


LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD Y EL ESPECTRO DE VLAM O X

Fijando su mirada momentáneamente en su izquierda donde se halla flotando el espectro de Lucy o Anigma.

¡Oh enceguecedor fantasma de Lucy o Anigma cuya superlativa dicha o inmejorable salud del ánimo hacer sonar podría refulgentes campanas nupciales allí donde reinase la discordia y atemorizara al oído el atroz trueno de un agriado Hércules!, maravillosa tortura es narrar literariamente lo que dieron de sí tus simbólicos pasos en la gangrenosa Tierra, y tanto como aplaudida es tu actual excelencia única por las eternas deidades que asientan la gloria en esta isla o estrella, cuya génesis mítica recogiera la obra Los diez diluvios de la eternidad, celebramos aquella tuya cólera de entonces líneas atrás comentada.

LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD

Mirando en línea recta y dirigiéndose a espíritus estrellados de poetas oyentes.

¡Ay la tan épica heroína como una poderosísima armada lanzada contra las huestes de la mediocridad, como una osada y vital flota de la esperanza dirigida contra la misma entraña de merengue de la conformidad y la heteronomía, prioritario foco de vuestra vivaz curiosidad!, aprendía ella definitivamente que ningún mito o fantasía es tan inquietante como puede llegar a serlo la realidad que personalmente a uno afecta en ocasiones, veía la realidad como ese poliédrico fruto de la inventiva del todo y la nada con más facetas y dimensiones que gruesas canas se pueden contar, a la postre, en el cabello de quien fuere tragado por los prediseñados remolinos de socialización en los que caen cuantos insensatos dan su aquiescencia a estúpidos artificios y trillados senderos hegemónicos en cualquier etapa histórica debido a la ceguedad y el prurito de dominación de unos pocos; ¡ay, como de otra manera ser no podría, en solitario experimentaba el cerrado poniente de las engañosas claridades y certezas sustentadoras del esperpéntico existir de los más!, ¡ay, el fruto del suspirar de primigenias deidades tan bello como un magistral verso degustado de cara a lunar lejanía sin pronta explicación medianamente razonable del grabado que ante sí, desafiante y alucinatorio, tenía!, en su agitadísima imaginación, a su inefable redentor cubría de una eremítica aureola identificándole con un plañidero y furibundo grito de amor en estado bruto, con un eremítico hereje aureolado por un aire pontificial y providencialista, con un mottu proprio apartado hombre de las fastidiosas y represoras banalidades al uso, con la indomable individualidad sin precedentes cercanos venturosamente escapada de un mundo tan huero cual podrido limón en el que en vano se buscaría el sabroso jugo y la diminuta pepita, ¡oh sí!, era como si cuanto no guardara relación con su eminencia sentidora y pensante fuese tan falso y detestable para ella como las truhanescas guirnaldas con las que pretende lisonjear un experto adulador, como si todo el inexpresable encanto del que fuese capaz una galaica sibila ya desde niña echadora de cartas, y en cuyos ojos palpitase por siempre una exclusiva ilusión y una tan saturnal como inevitablemente incomprendida pasión por la belleza excelsa, se concentrara en aquel marginal y bohemio rimador”.

*Hasta aquí un nuevo fragmento de la obra ya indicada, en otra de sus divisiones dentro del primer episodio. Por supuesto, de interesar ahondar en su lectura, comprender y relacionar sus marcos, sus tramas, conocer su historia, personajes y conflictos tratados poéticamente, así como los planteamientos de fondo de la ficción propuesta, se recomienda leer anteriores post sobre la misma, así como la reseña completa realizada en mi página; no se olvide que para contextualizar adecuadamente un extracto de un texto largo y denso viene muy bien tener a mano un pequeño mapa conceptual o cuadro sinóptico de éste.

Jeeves:

De mucho agradecer es tu brevísima intervención. Y es que, en un monosilábico interrogante como el tuyo, que comprendo como reflejo de un estupor generalizado, cabe, seguramente, una sincera perplejidad lectora, pero al no matizar tú ni mucho ni poco en tu intervención, tampoco puedo yo tratar de despejar tus conjeturables dudas. Desde luego, no me extraña nada una reacción como la tuya, habida cuenta de que la sorpresa, el asombro -esa forma superior de ambos que es el pasmo-, el desconcierto, naturalmente, efectos son de una primera impresión -en la que la confusión, como mínimo inicial, del receptor es un componente inevitable- de la suma de autenticidad y originalidad a nivel expresivo en cualquier arte.

Mi escritura me desvela esencialmente a mí y a nadie engaña, ni pretende venderse; es facilísimo saber si se cuenta con inquietud, paladar, tiempo, paciencia, aptitudes para leerme, fibras sensibles en sintonía con las por mí empleadas para labrar características frases en mí como las que aquí se comparten: basta entrar un par de minutos en mi página de autor, y ceñirse nada más que a la presentación por escrito, a modo de indispensable propedéutica -o sea, de preliminar tanteo tal vez eficazmente preparatorio- antes de tratar de abordar corto texto o extenso libro algunos; así es dable salir de dudas, si es que se tuviesen, acerca de si merece que se le dedique cierto esfuerzo interpretativo quien se expresa, si es o no para uno lo escrito, si podrían o no resultar del agrado y provecho intelectual -o a otro nivel- del visitante algunas de las creaciones que nacen en quien de tal manera, en unos pocos párrafos, explica muy por encima quién es y el sentido de lo que hace.

Si existiese confianza entre ambos, y no fuese abusar de tu tiempo, te instaría a echar una rápida ojeada de un minuto a esa presentación.

Un saludo cordial para ti.
PORTADA LIBRO TRAGEDIA VOLUMEN 3.jpg
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CIELO BRIOSAMENTE AZUL DE JUNIO, REDONDA VICTORIA DE LA ETERNIDAD

“Cuán insano y desdichado, cuán mísero y congojoso quien en ti su bruñido espejo mejor no halla, ¡cuán triste una humanidad que tu infinitud no gloría, que en ti no apunta al menos el recuerdo de lo que ser o evocar debiera, o la aspiración del aurífero aire de libertad suma que siempre tendría, rebosante de sí, que irradiar!;

es en ti donde indefinidamente a sí mismo se ovaciona el substrato divino de luminosas vidas que son, que fueron, y algún día, renovado milagro como las exaltadoras líneas del firmamento, puedan brotar;

¡cielo briosamente azul de junio, redonda victoria, risueño lienzo de la eternidad!,

¡leda imagen del bien cósmico, de la infinitud y la gracia báquica la fiesta nupcial!,

¡esclarecimiento de la dicha precioso, congelada bendición que purga al mismo Satán,

sacralización de átomos astrales: gloria a ti por siempre, para siempre jamás!

Cuán bajo emocionalmente instante todo que a tu limpidez amorosa no se homologa, que en tu fabulosa conmemoración de una cándida alegría señalado deleite no halla, quien en las faustas dilataciones de tu colorida gigantez febriles suspiros de devoción no cuelga allí señalando, sí, de la magnificencia antonomásico lar;

Dios yo en ti ahora que días sucesivas rosas son trenzadas, adorablemente desde el fértil jardín de los tiempos abriéndose, donde el del universo poder creador por siempre ¡hurra! clama, ¡oh cuán justificado clamar!;

¡cielo briosamente azul de junio, redonda victoria, risueño lienzo de la eternidad!,

¡leda imagen del bien cósmico, de la infinitud y la gracia báquica la fiesta nupcial!,

¡esclarecimiento de la dicha precioso, congelada bendición que purga al mismo Satán,

sacralización de átomos astrales: gloria a ti por siempre, para siempre jamás!

Insensible cuánto quien en ti gran imagen de esplendidez de albas interioridades no hallare, quien por inevitable estuosidad admirativa no se tornare formidable aplauso ante tu rotundo brindis por un noble apasionamiento de ser, como tú primor de vida enjundiosa, ¡puridad deslumbrante y perenne sobre todo mal!;

por ti un niño de cara a la sola verdad sonriente, al margen de toda mácula, en mío corazón extático asomado, irrefrenables efluvios de procesional fervor hacia tu preclara santidad sus latidos, mutual el puro amar;

¡cielo briosamente azul de junio, redonda victoria, risueño lienzo de la eternidad!,

¡leda imagen del bien cósmico, de la infinitud y la gracia báquica la fiesta nupcial!,

¡esclarecimiento de la dicha precioso, congelada bendición que purga al mismo Satán,

sacralización de átomos astrales: gloria a ti por siempre, para siempre jamás!”.


*He aquí el fragmento de una composición incluida en el conjunto de escritos, de intensa música versicular, titulado De las galaxias polifónicas de la soledad (Himnario del corazón sobre las lindes del espacio y del tiempo). Con un componente destacado de enorme ilusión por salvaguardar, experimentar y cantar el corazón en sí mismo, ilusión que sólo capaces somos de disfrutar en tanto evitamos ser ensuciados y agriados por tanto prosaísmo y desencantos como suele comportar la existencia trivial -difícilmente desarrollada e incluso practicable ajenos siendo a tanta insensibilidad dominante hacia la elevación emocional, ceguedades, precipitaciones, errores, influjos perniciosos, ruindades y maldades mil-, si, excepcionalmente, nunca desconectados de una originaria inocencia sentimental, conseguimos sustraernos a la vaciedad que por doquier se impone, dentro de este texto en concreto, y otros del mismo libro, se comparten, ¡cómo no celebrándolas!, vivencias de -y ahondamientos en- el sentimiento divinal, indecible, sostenido, de llevar con uno desde siempre esa sobresaliente intensidad lírica -que tantos panoramas naturales acoge como un esclarecedor vidrio de sí- merced a la que se vertebra el poema, de consistir, espiritualmente, en tal emoción sustancial, en tal fuerza inefable que, no obstante, no cesa de pedir lo imposible: un lenguaje de un vigor, tensión, preciosismo, ritmo de por sí enamoradores, verdaderamente a su altura.

portada boa galaxias polifio.jpg
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«LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD

Mirando en línea recta y dirigiéndose a espíritus estrellados de poetas oyentes.

¡Ah, la aturquesada y liliácea mirada de la candidez fuera del mundo, ah, la cerrada boca de la profundidad, ese pórtico de fulgurantes palabras como ágiles muelles transportadores a una dimensión de belleza infinita, ah, esa apiñonada boca de la cual, antes del fatal enmascaramiento, nunca podría partir vulgaridad, ni jocosidad, ni frivolidad algunas, esa expresiva rojez de carnosos labios invocadores de un beso único y de eternas repercusiones mágicas que denotaba que cualquier tentativa expresiva siempre se quedaría corta frente a las melódicas intensidades y deliciosos romances con el aire nocturno o la magníficamente solitaria luna encendidos en los adentros! ¡Qué contrastes tan tremendos los suyos, el de ese mirar liliáceo y aturquesado, el de esa cerrada boca de gruesos labios que llamarían al ósculo purificador de esos desarraigados fantasmas como los que perdidamente enamoraban al delicado Bécquer, qué contrastes tan tremendos con respecto a los maquinales, aprendidos y perfectamente predecibles gestos observables en las fotografías de cualquier medio de comunicación, en cualquier calle o plaza del mundo como transitada arteria o centro de reunión insertos dentro de un tablado lamentablemente infecto y ruidoso, en cualquier casa de DAM ya estuviera presidida por la abundancia o la escasez, pues en todas y cada una de aquellas moradas terrenales se tenía al dinero y su aberrante tiranía por solo prior, pues en cualquier edificación urbana topábamos con un desquiciador vómito de la vida en forma de persona enmascarada! Tal abismo diferenciador se le presentaba en toda su magnitud a la recogida Lucy o Anigma cuando, entre la indignación y la dolorosa conciencia de la nulidad de cualquier iniciativa suya para cambiar de facto esa horrible realidad que seguía dándose entonces como ayer, recordaba que a los tiernos colegiales, refrescante savia de la vida en manos del vilmente modelador fariseísmo sistémico, se les enseñaba a sonreír paladinamente desde la más temprana edad, ya con el aprendizaje del alfabeto, precoz iniciación al conjunto de signos establecido para parte de futuros esclavos en el fondo y en la forma que, en aquellas cortas edades, eran bastante inconscientes del broncíneo monstruo en el que habrían de convertirse so pena de no lograr subsistir.

“¡La aturquesada y liliácea mirada de la desnudez fuera del mundo!..., así a mi mirar denominé, ¡qué de amenas horas titulando rasgos o inclinaciones propias pasé antiguamente, qué de minutos aunando conocimiento y literatura, ah sí, qué deleitable fecundidad imaginativa la mía!”.

No sin experimentar un profundo sentimiento de repulsa, inevitablemente varada en un negruzco hoyo de desencanto que por instantes le impidió divisar la siempre deseable claridad del buen ánimo, rememoraba nuestro principal lucero femenino en el abarrotado coliseo de la atención, indudablemente sirviéndole de catapulta la fina lluvia como sinfónica pesadumbre de los cielos o cósmico dolor deshecho en agua, que, como si fuese una amplia sonrisa la clave fundamental para tener todas las puertas abiertas, la esencial moneda de cambio para ganarse cualquier servicio o amistad, o el incuestionable certificado de la satisfacción, de la afabilidad, del buen tono y bondadosos propósitos generales de cada quien, cuando el director del centro acudía ocasionalmente a un aula cual impuesta cuna de futuros figurantes, o cuando ineludiblemente habían de salir los escolares en la orla del curso, había que forzar una sonrisa de una manera semejante al amaestrado can que cuando su amo chasca los dedos ejecuta mecánicamente un ademán determinado, ya fuere levantar la pata o tenderse en el suelo, una enseñada mueca sin conexión con la realidad íntima de cada criatura mas sordamente requerida por la circunstancia; de esa manera los calamitosamente aleccionados menores de quince años comenzaban a asumir que lo importante no es lo que ocurre dentro de uno mismo sino lo que se transmite a los contempladores; ¡oh sí! Quien portaba en sí una intermitente divinidad juvenil, una a rachas claramente vuelta y en otros compases de su conciencia y su voluntad no tan determinante princesa del rocío y del ósculo, ¡así en su honor agua, fuego, tierra y aire danzaran reinventando la alegría!, se acordaba de que ya siendo una niña libre de la acibarada y coercitiva realidad adulta, magníficamente virgen del filtro de miedo y transigencia hacia el reino de las máscaras, de ese filtro de transigencia y miedo en virtud del que la adultez, como etapa biográfica por antonomasia del conformismo y la resignación, trataría de justificar tanta falaz sonrisa como una apelación a exteriorizar lo mejor de uno mismo, veía en tales muecas el abominable rielar de la mentira, el imperdonable fomento de la debilidad y de la imitación en lugar de la apuesta por la entereza y la originalidad, la hipocresía descarada adoptando una postura y una fisonomía en principio gratas a cualquier testigo ocular de las mismas, el fingimiento tan introducido en la esfera de las usanzas como para llegar a ese punto en el cual el impostor, tan metido en su papel como una tímida almeja en su protectora concha que desafía la fuerza por momentos indómita de las olas y de los vientos, suplanta enteramente a la personalidad verdadera hasta que ésta deja ya de existir. Asimismo, el hecho de que hasta los infelices infantes, fatalmente adocenados, hubieran de calcar adulonerías y formulismos propios del soporífero mundo de los mayores le parecía muy indicativo acerca del agresivo imperativo de vivir de cara al exterior, de un obrar y un sentir en función del mismo; constataba también una completa falta de espontaneidad y vitalismo en el forzamiento de una pose que vilmente a todos, de un modo completamente indiscriminado, pretendía emparentar e igualar con los demás; así era que llegaba a la amarga conclusión de que el peor de todos los crímenes, el silente y progresivo soterramiento de la independencia interior que no precisa de disparos ni de explícitas extorsiones para llevarse a cabo, consideraba ya implícito en la propia educación, en la aparentemente ingenua sonrisa de una criatura vestida con el uniforme de colegio que apenas si sabía ya caminar sin la ayuda de un sujeto de más edad».

*Nota aclaratoria:

Por supuesto, numerosísimas y jugosas aclaraciones se podrían realizar, tanto sobre el fragmento copiado como, con mayor motivo, obviamente, del texto mucho más amplio en el cual se encuentra, pero no se extenderá uno para no abusar de la dadivosidad de este espacio, ni de la paciencia de quien estas líneas ojeare, y a quien, tal vez, otras inquietudes llevasen por distintos derroteros a los que con esta intervención se imaginase que se abriesen; únicamente se señalará, con brevedad: LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD es una entidad del paraíso así denominado que canta vidas pasadas; los ESPÍRITUS ESTRELLADOS DE POETAS OYENTES forman un auditorio en ese mismo espacio edénico; DAM, es el nombre de una megalópolis de un mundo futuro en la Tierra, en la que perecieran un hombre y una mujer entroncados por el precioso nexo del amor, y cuyas almas llegaran allí arriba; el “fatal enmascaramiento”, así como “el reino de las máscaras”, son expresiones que aluden, por igual, a una era robótica de opresión inconsciente suma, en un hipotético mañana distópico de este planeta, donde una civilización cibernética ha borrado ya enteramente las huellas de cuanto antiguamente por humanidad se entendiese.

Muchas gracias por permitírseme dejar, modestamente, los párrafos entrecomillados a modo de extracto de las partes sexta y séptima del episodio primero de Tragedia de sinfonía, sangre y sueño tras su autoedición. Junto a muchas otras prosas y poemarios tal fue, es, será mi epitáfico, detallado recuerdo tras pasar por esta vida, una obra a entender como mi explayarme más estilizado y preciosista teniendo por eje cuanto quise, deseo, con el mayor fervor anhelaría expresar a quienquiera que, ayer, ahora, mañana, estuviese dispuesto a escucharme; tal el cabal testimonio que me recoge, metaforizado, hasta en mis aristas y obsesiones más oscuras, o sueños privativos, desde la convicción de que únicamente yendo al fondo abismal de nosotros mismos podríamos rescatar la verdadera vida oculta y conseguir abordar realmente a nadie esencialmente; tal la veta creadora de alguien siempre llamado a ser radicalmente libre y, desde el afán de fidelidad a su desnudez última, producir páginas como poco medianamente aceptables, independientemente de que se creyese que su talento no guardase proporción con el proyecto planteado, de contar o no con apoyos, mentores, lectores, de encajar en mercados y corrientes literarias o de pensamiento, o de que se considerase que se pudiese o no contribuir a aportar nada valioso teniendo en cuenta paradigmas, modas y o problemas o temas de actualidad imperantes. Aquí y ahora fragmentos de esta plasmación individual radical, de una escritura con tal autonomía desarrollada, a partir de esa prolífica virginidad espiritual nacida -con todo lo que ello filosófica, moral, psicológica, literariamente implica-. Precisamente en virtud de esa posible significancia y entidad individuales, con concomitancias filosóficas, no semeja disparatado seguir optando porque quede parte de mi deleitoso quehacer ocupando un pequeño rincón, como una pudiera ser que sugestiva novedad, en un foro como éste, por donde pasar pueden amadores del libro como mucho, infinitamente más que un objeto de consumo o un entretenimiento pasajero. Si se trata, entre otros fines morales de la tarea por uno encarnada, de revitalizar, honrar, personalizar, humildemente, la disciplina especulativa inaugurada con Tales en general -dotarla de un perfil mucho más definido y específico, y prestigiarla, como saber en sentido estricto, más bien es o habría de ser consecuencia de la labor de especialistas en sus concretas áreas-, ¿acaso no resulta cuando menos interesante ofrecer documentos de sensibilidades anónimas que podrían contener, allende dictados u orientaciones academicistas, la verdad oficial, disponibles tesis, investigaciones y revistas universitarias, publicaciones centradas en concretos asuntos, letras que estimulen el dudar y el sentir fuera de cauces preestablecidos, no como una experiencia humana más sino como la absolutamente clave, y, con un poco de esfuerzo, accesible hasta para el lector profano en abstracciones alumbradas con ánimo especulativo; reflejos de un quehacer intelectual que, allá donde en efecto floreciese, como poco significase un grano de arena puesto, con vivencias y enfoques quizás harto inspiradores, en la importantísima, nunca conclusa misión moral de preguntarnos por nosotros mismos y tratar de comprendernos, evitando que en un limbo quedasen estimabilísimas potencialidades de libertad teórica, sintiente, soñadora, expresiva, actuante?; ¿no es cierto que incluso con sus más que posibles defectos, subjetivismo, limitaciones, lagunas, tendenciosidades, tal postura contribuye al enriquecimiento de nuestra visión y experiencia de cuanto somos, y que el desarrollo y difusión de escrituras análogas, sus eventuales comentarios y lecturas, podrían despertar seguramente la curiosidad en cualquier amigo de acercarse a la multiplicidad de libres expresiones de inteligencias escrutadoras, por peregrinas que parecieren?

Si el sí implícito en estos interrogantes últimos se compartiese podría suponer un goce conocer un tanto a quien por la presente se expresa a través de lo ya escrito, hasta pudiera ser, si ocasión hubiera, intercambiar pareceres, y forjar y estrechar lazos. Huelga decir que abierto está el autor de estas líneas, si de ese gran honor acreedor fuese, a explicar sus propias “oscuridades” si ello interesare, así como a recibir y tratar con la máxima seriedad, interpretándolos muy pormenorizadamente si le placiesen -seguro que sí-, ávido de nutrirse más y más intelectualmente, con amplio bagaje e insuperable ilusión como lector, amor y rigor, escritos sueltos, experimentaciones que tienen el lenguaje en sí por objeto estético, memorias que entrañan graves cogitaciones, confesionales poemas, reflexiones y planteamientos sin más ánimo que problematizar determinadas realidades -pero que difícilmente tendrían un hueco en grandes medios de comunicación-, bocetos de densos textos o desarrollos discursivos con interés para entes pensantes vueltos hacia sí en busca de verdad y belleza, todos ellos testimonios de quienquiera que, naturalmente heterodoxo, incluso considerable un “outsider”, concorde sea con esa apuesta por el librepensamiento, representando ésta parte fundamental de sí y un vivir humano divergente, al menos en algunas dimensiones aparte del saber académico -a sabiendas, además, de que no tiene hoy casi cabida ni respeto en la vida pública, ni capacidad de alertar, concienciar, de movilización y transformación, apenas eco en la sociedad, el pensar abstracto y el cuestionar subversivo-, una propuesta peculiar en un desierto cultural donde desinteresadamente razonar supone una incómoda “rareza”, y difícilmente la inclinación decidida por el discurso apelando a la racionalidad o la creatividad personal de nadie pueden tener el papel que habría, con certeza, de corresponderles en una sociedad que no se despreocupase del mal supuesto por tantas engañosas apariencias, fanatismos, sofismas y falacias, auténticamente hecha y sostenida por sujetos mínimamente libres, reacios a alienarse, conscientes y meditativos, abierta, digna, tolerante -donde, claro está, la procura de credibilidad de las voces, los programas, las ideas, no moviese a pervertirse previamente, subordinándose al dinero y al poder, o a convertirse en correa de transmisión de una “rebeldía” inocua, insulsa, prefabricada-.

Sobreentendiéndose que bienvenida fuera cualquier cuestión, aportación, análisis, objeción fundamentada a las palabras que en este hilo del nombre de Zaoc nacen, ahí queda lo dicho, se cree que no lejos estándose de favorecerse un existir teorético -que diría Ortega-, poniendo a la vista el fruto del continuado esmero propio, sin cesar de extremar la vigilancia de mente, ánimo y acción ante cualquier forma de manipulación; lo dicho ahí queda, con la tan poemática novela presentada un resultado brindando de una aquí estimulada avidez de profundizar, perfeccionarse, aprender ad infinitum, para seguir asumiendo, entre otros retos, identificar más y mejor sombras en la inmensa caverna del tercer milenio, pudiendo así, efectivamente, separarse más de tales, sin excluir el intentar encender con responsabilidad una buena antorcha, y, hasta pudiera ser, si el reto no fuese en demasía grande para la pequeñez o no idoneidad propia para ello, el llevarla al fondo de aquélla aunque escándalo de órdago a la grande supusiese.

Muchas gracias por ahí estar, y hasta la próxima extracción haciendo emerger un nuevo y significativo fragmento de esa ininterrumpida creación de décadas.
PORTADA LIBRO TRAGEDIA PLANTILLA ABISMO 4 Y 5.jpg
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Zaoc
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«LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD Y EL ESPECTRO DE VLAM O X

En esta octava parte o cántico veremos un arrebatador y pungente, un pungente y arrebatador pacto de sangre entre la mutada Lucy obrando como aquella que llamada fuera unigénita de los jazmines y el inmolado eremita de electrizador verbo. Solemnemente blanca cual reluciente óleo santo esta escena principal conformada por una contrita heroína ligeramente encorvada de cara a su viejo amor con un oxidado cuchillo convertido en tensora herramienta de poesía por su insólito uso; ¡ay, un pacto arrebatador y pungente, ay, un pacto pungente y arrebatador como él solo, ay la augusta música subyacente en aquel intachablemente romántico hecho de excepción, ay los dos enlazados quereres nuestros en una especie de privada ceremonia ocasionadora de nuestro más grande estremecimiento admirativo! Irremisible olvidar aquel tremendo símbolo del enloquecedoramente cautivador poderío de la imponderable deidad Amor, ¡oh irresistible impulso de enhiestas rosas brujas entregar por siempre jamás con auténtica unción venerado!, imposible olvidar aquella hermosísima y terrible expresión de su poder único que en esta parte o cántico veremos.

Igualmente, en esta octava parte o cántico veremos como simultáneamente, a muchísimos años luz de la a pesar de los pesares sagrada Tierra, en este imperecedero y multicolor hogar, por la simbólica acción de sus postreros hijos, por aquel pacto arrebatador y pungente, reinaba un venturoso clima de fiesta tan exagerado cual contagiosa cornucopia de constantemente ascendentes aleluyas o como una resplandeciente apoteosis de champaña y dicha. Vistosas bandadas de aves trinando vehementemente y elegantísimos cisnes o añejos liróforos de esbeltez y gracilidad eximias multiplicando laudatorios cantos en honor de ambos; todo por el arrebatador pacto de sangre entre sendos artistas del sentimiento; ¡ay sí, todo por la augusta música subyacente en un intachablemente romántico hecho de excepción, ay sí, todo por los dos enlazados delfines de la excelsitud en una especie de privada ceremonia ocasionadora aquí de un gran estremecimiento admirativo, todo por la unión de los elegidos en un acto tan fausto como impactante, todo por aquel pacto arrebatador y pungente, por aquel pacto pungente y arrebatador como él solo!

LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD
Mirando en línea recta y dirigiéndose a espíritus estrellados de poetas oyentes.

Si en verdad hay historias conmovedoras como una suprema expresión de los más relevantes significados recogidos en las canciones todas que una vez en selectos pechos brotaran ésta se encuadra dentro de tan apasionante género; si hay aleccionadoras y vibrantes historias sin desperdicio alguno y para contar con muy señalados sones de fondo y bajo esos intemporales fóculos del infinito capaces de hacer las delicias de cualquier soñador que se precie que las estrellas son, ésta es, evidentemente una de ellas, si existen prodigiosos sucesos que nunca nos cansaríamos de escuchar, los siguientes, trepidante desarrollo de un hado trágico, se enmarcan, indudablemente, entre los mismos.

¡Cuánto gusto proseguir relatando la vida y milagros, nunca mejor dicho, de aquellos sagrados tortolitos cuyas inmortales auras astrales viéramos configurar un auroral corazón mientras yacían inconscientes, epifanía de unas majestuosas tinieblas o majestuoso himno de la pureza indómita, qué inmenso placer para el corazón y el intelecto literaturizar y explicar ahora, convenientemente, otros sesenta minutos de la inenarrable madrugada comparables a una alucinante sima poética, concretamente los que fueron de las seis a las siete de la mañana!

¡Ah, ennoblecedor conjunto de acontecimientos el que nos atañe, ennoblecedor conjunto de acontecimientos con una destacable cuota de dulce cuento de hadas, de tenue y evocador mundo onírico, desde cierta perspectiva sólo faltaban las encantadas telas de Damasco a los lados del estrechísimo cuarto sesenta y siete dándole una nota oriental al trágico escenario para redondear la especificidad de aquel cerrado espacio como perfecto ámbito para el embrujamiento! Y allí dentro nuestro sufrido ídolo femenino por no poder traducir su piedad en actos, por no conseguir imaginar cómo traducir en hechos su alto sentimiento en la práctica, por no lograr que su irrefrenable ímpetu auxiliador modificara la espantosa realidad supuesta por la prolongada agonía del sublime vate, desasosegada enfermera por la situación del maestro de la oscuridad como si una sola de las uñas de los pies del moribundo lírico valiese más que el universo al entero. Sumida en su ya habitual y perfectamente comprensible confusión, la regresada musa a su mayor nivel inspirador a pesar de su enfrascamiento en obsesionantes incertidumbres, seriamente había temido que finara el extrañísimo hospedado que la aterrorizara hasta descubrir en él al lejano y brumoso amor, hasta asimilar que bien pudiera ser el mensajero de un más allá de belleza sin mala intención de ningún tipo para ella. Cada pocos segundos se volvía hacia aquel parcialmente desangrado anciano que semejaba algo así como la suma de ciertos caracteres del valleinclanesco Marqués de Bradomín, esa especie de Don Juan feo, sentimental y católico, y el entrañable mago de Oz, lo hacía extraordinariamente nerviosa porque no había encontrado la consigna para acceder a otro sector de Henexas en el cual hallar, si bien no un remedio milagroso contra una larga e inmerecida tortura, sí al menos un calmante de potentes efectos o una buena dosis de morfina. Y fue en cierto instante mientras, grandemente contrita y temblorosa, intentaba hacer acopio del coraje suficiente para seguir la evolución del sucesor natural del ingenioso Odiseo, mientras mostraba un papel de anhelosa receptora de algún indicio de vida en aquellos críticos momentos, cuando así, significando la adorable centralidad del encantamiento, se manifestó ella:

“¡Ah, designado genio lírico con la letra X, ah rescatador amor que me yergues hasta incomparables altitudes exentas de todo mal donde solamente las liberadoras alas de la fantasía podrían empujarnos, ah tú, poderoso redoble de las oscuridades primeras que me conduces hasta lo mejor de mí misma como si fuera a los lomos de plateado caballo Pegaso cuyos melódicos relinchos hiciesen nacer a su paso suspirosas violetas por la beldad imposible, oh tú que eres argénteo beso y solemne canto más allá de lo concebido y escuchado y al cual ni las prodigiosas oréades podrían compararse, ah entregada Arcadia de la sorpresa y de la ternura!, ¿puedes oírme todavía?, has de saber que dondequiera que te asientes allí iré yo, que dondequiera que tú vayas, aunque fuere al mismísimo fondo del averno, fondo llameante, flagelador del ojo e inimagimablemente doloroso suplicio del ser mínimamente consciente, también quisiera yo ir hecha cardinal profeta de un romance inacabable, ¡ah estremecedor monstruo de la lira que fueras confundido con un mísero prehumano, ah salvador amor cuando ya iba a emponzoñarte irremisiblemente, ah entregada Arcadia de sorpresa y ternura, ah poderoso redoble de las oscuridades primeras!”.

Por instantes casi tan zozobroso como el angustiado Jhonatan Harker al sospechar que había sido hecho prisionero por esa solitaria y umbrosa malignidad romántica representada por el conde Drácula, por momentos tan negativamente afectado por la inalterable mudez de su viejo compañero del alma como si un rancio y desalentado cuervo estuviese expandiendo su funesta esencia por todos los recodos de la lúgubre habitación...».

*Hasta aquí un fragmento del inicio de la parte penúltima del episodio primero de Tragedia de sinfonía, sangre y sueño. Sin duda, pues únicamente así su escritura sentido podría poseer para su autor, conteniendo de principio a fin -versaran sobre lo que versasen, ya en virtud del singular cómo del discurso- frases reveladoras de su corazón -y del mundo en derredor visto, vivido y pasado por éste- que uno se llevaría consigo a la eternidad, más que nada porque en las exorbitantes imágenes y resplandores conformados por las largas oraciones, así como en la trepidación rítmica y por densa adjetivación enjoyada de la prosa donde se insertan, y también en las tramas asaz patéticas y las diversas ambientaciones con bastante de alegórico, se refleja fidedignamente uno como sentidor, destapado siendo el lirismo más personal, puro, furiosamente rutilante incluso.

Una obra la mencionada de la que se continuará retazos anunciadores publicando aquí, agradeciendo la paciencia y comprensión de quien leyere, siempre ansioso de compartirse con quien necesitase escogidas palabras de un origen y destino similares, o gustara de ejercicios fundamentalmente emotivos y estéticos de tal naturaleza, dejando así un pequeño grano de arena en honor de la belleza inefable, respondiéndose de tal manera al porqué de los porqués existenciales de quien escribe, en función del cual no se cesó ni un instante -con la salvedad de inevitables pausas para atender a imperativos fisiológicos reducidos a su mínima expresión- de expresar gloria poética en la, a causa del notorio alejamiento, cuando no la postergación, de dimensiones espirituales que nos hacen -como diría uno de los príncipes clásicos de los soñadores, el viejo Holderlin- semejantes a los dioses, tan cruda, aspérrima, doliente, fea Tierra a cualquier espíritu medianamente sensible.

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COMPENDIO DE TRÉMULAS TRAVESÍAS POR LA RAÍZ POEMÁTICA DEL MIEDO

Ofrenda literaria a impenetrables tinieblas amadas, autobiográfica exploración maravillada del dilecto sentimiento de alta tensión, incerteza climatérica, misterio rondador, pellizco súbito avisador de indefinible hostilidad propio del miedo, se despliega con esta obra un amplio abanico de muy breves cuentos poetizados con un común denominador: ahondar en el hechizo y la emoción sin límites de la conmoción poética del terror, ora presentido, ora vivido, ora soñado, ora sugerido por lecturas o filmes diversos, incluyendo enormidad de gamas suyas y perspectivas sobre él, presentado con muy disímiles formulaciones y rostros, en sobrecogedores espacios históricos o panoramas ficticios asaz varios.

Combinando recuerdos, sugestiones y fantasías al gusto de un elocuente estilista, reunidos aquí un buen grupo de microrrelatos versificados, cada uno conformado por su respectivo proemio que, además de contextualizar la historia, el marco y el ambiente, e informar sobre personajes y o elementos de relieve, aparte de hechos antecedentes a los versos, ciertas claves de las inquietantes tramas para facilitar la lectura ofrece, sometiendo a reflexión el peculiar universo y la situación pintados, así como lecciones implícitas o expresas en las aventuras estéticas y espeluznantes propuestas.

Hilvanando fascinantes horrores con suma originalidad y violencia expresivas, haciendo desfilar atrevidas metáforas, alusiones a la amenaza no identificada, lo patético, lo ignoto, lo aberrante, o la crueldad o la extrañeza sumas, yendo al corazón de temblores primitivos, la sucesión de sorprendentes episodios de rimas mágicas aúna capacidad narrativa y elevada emotividad con minuciosidad descriptiva, incluyendo desde una voz anónima en un espacio digital que acaba revelándose como la intervención de un difunto, pasando por inimaginables sectas del futuro, por obsesionantes sombras que proporciones adquieren de sutil matador, por en la cotidianidad genios maléficos a escondidas operando, por una bajada al sótano de la llamada casa de hielo de la inmemorial brujería, por flagelantes cuadros que endemoniados semejan, por un espectacular túmulo entre montañas nevadas, por espectrales sollozos al pie de acantilados gigantes, por secretos en torno a un foso monstruoso perdurable en honor de un sanguinolento Moloc, por apagones de velas que anticipan muertes súbitas, por pócimas que provocan espantos alucinadores, por un depravado abusador sexual camuflado en una falsa personalidad exquisita, por una grimosa solitaria que canta diablesca sus estragos por los intestinos del cuerpo parasitado, y por muchos otros fabulosos planteamientos, estremecedoras alegorías y temibles aventuras.

A la travesía indómita del título le cita ya la propia calavera humosa en la portada, tácito resultando que abismos de emoción paradójicamente angustiosa e irresistible a la par tras ella abiertos quedan, que cruzar fronteras trascendiendo estereotipadas formas de vivir y presentar el espanto, sondeando hasta lo nunca antes concebido, es no sólo viable sino edificante lujo de la imaginación, que a su visitación nuevos universos, insospechables representaciones, indeciblemente turbadores en cualquier caso, cual campanada cuyo son ilumina por un momento una desolada vereda no se sabe hacia dónde en la memorialesca eternidad de la noche, llaman…


*Hasta aquí la sinopsis de Compendio de trémulas travesías por la raíz poemática del miedo (Encadenamiento de glosadas propuestas estróficas a religiosamente rendir a grana aurora primera o a Lucifer), casi mil nuevas páginas, dedicadas, esta vez, a la profundización en la universal emoción del terror -en su más amplia acepción entendido-. Confiando en que haya merecido la pena el vistazo al nuevo post, y siempre con enorme gratitud a administradores del lugar, amigos de las letras, veteranos o jóvenes autores -a quienes, por supuesto, se agradecen sus meritorios aportes y presentaciones, aunque no se les haya comentado por ahora– o visitantes puntuales, se dice ya, ¡hasta la próxima!


https://www.amazon.es/dp/B0CTGY88LD

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SERIE “SUCESIÓN DE AHONDADOS RECUADROS EN RELAMPAGUEADO MAPA DE TERRORES Y SUGESTIONES PRIMITIVOS” (A LA BUSCA DE PRETÉRITAS FANTASÍAS QUE EN UN LIMBO DE MÁGICA INCONCRECIÓN QUEDASEN) (XIII): “BREVE HISTORIA Y DESCRIPCIÓN DE UN HADES BOSCOSO Y CARNÍVORO EN EL PAÍS DE LA TENEBROSIDAD DE AGUA DULCE EN MOVIMIENTO DEL DANUBIO, ESPLENDOR INTIMIDATORIO DE SUPREMA FRAGOSIDAD HÚNGARA POR LA QUE JAMÁS ABRILES NI RAYOS DE SOL PASARAN”  

OBERTURA PROSÍSTICA, ENTRANTE A LA PROTERVA BOCA DE INFORME BESTIA IGNOTA DEL ESTRELLADO POEMA DE MIEDO

“Estimado y valentísimo excursionista:

Ha de saber usted, efectivamente decidido a llegar con sus huesos aquí, yunque elogiable en la busca de los restos del joven ahorcado Tibor Hajós en alguno de los altos, insuperablemente lamentosos robles de esta singularmente exuberante zona precintada del bosque Gemenc, ¡oh muy admirado aventurero!, usted que osadamente aboga por cruzar esta línea que separa este pequeño infierno en la Tierra de restantes espacios libres del rosario de espantos, simientes de una floreciente literatura local de terror, presumiblemente albergados:

Más que encomiable su ánimo retado, su paso al frente en el abismo; lo que no quita que, por supuesto, de preocuparse hubiera si, traidoras a un homérico proyecto que demanda el temple mayor, las piernas le temblaran en el último momento echando por tierra una admirable determinación de ser el primer explorador que diese con el siniestro hallazgo que suficientemente firme semejaba; o de no conseguir claras tener las presumibles indicaciones dejadas por el solo testigo de algunos de los enigmas aquí encerrados que, in extremis, encontrara al aliviador mundo ordinario de la vuelta el sendero; o si la respiración le cortasen ciertas curiosidades de particular imaginería diabólica que algunas de las múltiples leyendas, de boca en boca corriendo desde los remotos tiempos anteriores al grandioso Árpad el Conquistador, confirmaran en algún perdido recodo, motivando que entre el escalofriante cuento y la contrastada realidad sobre el tétrico lugar de una turbadora indistinción hablar cupiese.

Nuestro aliento sea ahora consigo como lo fue cuando, en la casa consistorial días atrás al de hoy con su presencia honrándonos, espacio institucional que a otros granados aventureros de su corte tuviese el honor de recibir, dejó de extrañar, ya a un punto a destacar en su colosal audacia llegado, aterradores relatos justificando de este paraje hórrido que se comente que en él el pie poner un asilvestrado Hércules demanda, sazonados narrares sobre esta pesadilla vegetal húngara por nunca en demasía tremebundos calificativos, los más teniendo por singularmente estremecedor colofón, como bien conociese recientemente, la jadeante declaración que el rumor atribuye a su precedente histórico, afamado homólogo centroeuropeo, el por sus severos problemas mentales de un tiempo a esta parte, antes de fallecer, tristemente célebre estudioso e investigador alemán Karl Meyer -que en paz descanse-, y que para más allá de recrearse con las grandes llanuras y el arterial Danubio de nuestro exótico y querido país ex profeso a éste se desplazara, sí, con el fin de la gran machada protagonizar: hacerse con un hueco de relevancia en la rica cultura magiar, obteniendo además la apetitosa, la redonda recompensa de cincuenta millones de forintos, y que solo aspirante fuese a dar con el cadáver del desdichado homicida de sí Tibor, un sabio germano de alto copete que, hasta la fecha, representa la por siempre recordable excepción, el caso único de que alguien hallara un sendero de retorno en esta zona de vedado acceso de Gemenc, si bien, como es tristemente sabido, para justo antes de la salida del llamado 'Hades boscoso', desplomándose a consecuencia de una insuficiencia cardíaca, finar; ¿cómo olvidar las suyas, sentenciosas, durante años tantos -y los que quedan- recordadas palabras postreras, recalcadas con las adecuadas inflexiones de voz por abuelas y madres tantas a sus nietos y retoños para disuadirlos de alguna vez en tan horripilante lugar hallarse, pronunciadas entre cada vez más alargados vahídos, afirmando que caminos hay que no admiten atrás la vuelta?

Encarecidamente deseando que la suerte del infortunado profesor germano usted mejore, que igual que se nos han revelado muy diferentes en estilos y gustos gastronómicos o pictóricos, y seguramente varíe el grado de su erudición como matices quepa apuntar en su competencia lectora de nuestro hermoso lenguaje -y así para usted no suponga mayor obstáculo cierto hermetismo que hacía que se le atragantase la comprensión de algún texto descriptivo de exploraciones precedentes, más que a la boca del lobo a la del inmortal dragón imaginable como brazo derecho del mismísimo Diablo en tremendas iniciativas, y que así a nuestro muy estimado señor se le esclarezcan algunos escalofriantes pormenores textuales-, también sea, por supuesto, de raíz diferente el desenlace de la extraordinaria peripecia, por la presente se le comunica, para rematar, que -dicho quede más allá de fórmulas de cortesía- ha sido muy agradecida de su cónyuge su franqueza ante cantores locales del geográfico punto de azotadora melancolía donde va a adentrarse, y que no han sorprendido de su animosa esposa, al igual que no lo hicieron ni esas dubitaciones ni esos recelos absolutamente razonables y ya conocidos por ambas partes, las dificultades en la recepción de literarios documentos sobre el tenebroso ámbito que nos une presentadas -sinceramente, nos asombraría que hubiese un solo escrito con algún rasgo poético un tanto original o cargado de lirismo individual sobre la espantable región que va a hollar usted que no las planteara-. Especialmente la escritura, de principio a fin, de la novelista con curiosas voces de nuevo cuño Annuska es la que es porque así opera su supersticiosa mente de descendiente de la zona mágica, ahondando en determinados sentimientos legados de generación en generación, para construir una representación literaria que extasía de los mismos recogiendo su verdad atávica; y cabe afirmar que ya sólo para poner en claro la vida interior encerrada, y el conjunto de interrelacionadas ideas subyacentes en los títulos o epígrafes, las aclaraciones no ya susceptibles de realizarse sino estrictamente necesarias se alargarían, posiblemente, en exceso, y que como no interesan más que a valerosos perseguidores del más trágico hallazgo en medio del atroz piélago arbóreo como usted, y ya que el tipo de placer estético que procura -o al menos busca- la ampulosidad verbal de la antedicha escritora no es muy conocido ni experimentado, son reservadas sólo para quien compartiese notas con su poco convencional perfil aventurero, o conociese ese deleite de la hermosura escrita, o reclamase pertinentes clarificaciones para buenamente comprender textos relativos al rico folclore popular de nuestra, si bien tal vez carente del aura artificiosa y bombo de otras naciones del momento presente, con todo merecimiento bienquista Hungría”.

*Nota para el foro, gentileza inexcusable hacia este espacio virtual:

Integrando Compendio de trémulas travesías por la raíz poemática del miedo (Encadenamiento de glosadas propuestas estróficas a religiosamente rendir a grana aurora primera o a Lucifer), así comienza, como parte de un relato con sus peculiares personajes, ambientes, asuntos centrales y subtemas, la prosa aclaradora previa de una de las muchas versificaciones sobre temas generadores de espanto por muy diversas razones, o por mor de incertezas angustiosas. Como se deduce, el libro digital incluye, entre otras sorpresas, una serie, su extenso título se explica porque con su transcurso uno imagina ir recorriendo parte de los puntos de un mapa de sus dilectos motivos de ocasionado estremecimiento por el miedo; cada punto supone una historia primero glosada y poetizada luego, un singular episodio de terror del vasto serial.

Con la gratitud de siempre hacia usted que lee, con la paz que brinda realmente haber hecho en vida de la pluma, al gusto propio, un útil de la pura ilusión personalísima, para que se haga quien por aquí pasase una más precisa idea de qué aguardar dentro de una de mis deleitosas colecciones de escritos -que seguro habrá quien pueda y quiera apreciar una vez se vayan conociendo-, hasta aquí, incluyendo una instantánea del denso bosque húngaro marco del número presentado, la nueva extracción y esta pequeña reseña.
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Continuación de una vasta y alegórica epopeya en la cual la Poesía su bellísima, postrera y acaso más terrible palabra da, seguiremos hallando aquí dos mundos antagónicos y no obstante sutilmente comunicantes, el Parnaso de la Eternidad, ignoto cuerpo celeste más allá de los sueños, y la supertecnificada Tierra en una ominosa era futura, en concreto el siglo IV tras la batalla de Áxenes, donde una máscara de bronce cubría simbólicamente la faz de todos sus moradores, planeta malignamente dominado por una élite fabricadora de innumerables siervos a nivel psíquico y material, triunfo fatal de un fundamentalismo cibernético aniquilador de la raíz lírica y la facultad libremente pensante y creadora de cada quien.

He aquí las dos partes iniciales, "La ensordecedora y deplorable barahúnda de la miseria" y "En las tenebrosas simas de la opresión del atroz régimen de las máscaras", del segundo episodio, “En la trascendental encrucijada entrañada por un desafiante preludio de ser”, prosecución de la poetizada biografía de los dos predestinados protagonistas ascendidos a su muerte al paraíso multicolor del Parnaso de la Eternidad -o la Poesía-. En él, la Luz de la Omnisciencia, ojo divino de ese absoluto ideal, seguirá contando, con enfático dramatismo y voluntad reveladora, las peripecias en la hostil Tierra de la extraordinariamente confusa Lucy tras la primera defunción del héroe de la faz al descubierto en la que finalmente interviniese: sabremos de la nueva mutación interior de esta protagonista estrella, profundizaremos en su extrañamiento en medio del jolgorio metropolitano, seguiremos al detalle su progresivo oscilar metamórfico, habiéndole sido diagnosticadas disfuncionalidades varias su encierro preventivo en un vasto y subterráneo reformatorio de la época plusmoderna, nos extasiaremos internándonos en sus simbólicos paisajes oníricos, en sus escalofríos e indagaciones tras la pista del envolvente misterio marcado por el antiguo amor matado, mas no ausente a cierto nivel oscuro... Y, por detrás de tan singulares hechos, un oculto destino realizándose, con la firma sangrante de la divinidad.

La ficción de este libro y la filosofía que en él subyace, su universalización magnificadora de sentimientos particularmente sustanciosos y relevantes, su nueva mitología de la que se apuntan ya algunas claves, su misticismo, su esencialismo de fondo, su acentuado dramatismo y juego de contrastes, tanto como los arquetipos humanos que en él desfilan, además de mover a interrogarnos sobre complejas cuestiones de siempre como quiénes somos, cuál es nuestra posición en el cosmos, cuáles nuestras potencias desconocidas, o el sentido de nuestras obras y decires y de la propia historia, plantean, en parte, una profecía apocalíptica acerca del destino de la humanidad, y se traducen en una metáfora cruel de la sordidez y el desalmamiento terrenales.

No obstante, homenajeando la facultad poética en sí como revelación, presentimiento o vestigio del plano divino del ser humano y del universo que nos lleva a la dimensión mágica de la vida y de nuestro propio ser, ventana abierta a lo infinito, esta obra nos incita también a maravillarnos con el poder único del corazón y su música incesante que se confunde con las oscuridades originarias, a glorificar la virtud enamoradora y taumatúrgica de la palabra, a sentir el ansia inextinguible de una belleza superadora de cuantas formas e imágenes existieran, a afirmar el perdurable abismo de inefabilidad que somos, o a estremecernos ante el enigma de nuestras vidas y seres en una irrisoria brizna de la creación dentro de la insondable infinitud, de tal forma que ha de sugerirnos, también, el cénit de nuestras interioridades encendidas por la llama de una escalofriante poesía cósmica, tan henchidor como para pensar que sobre el mismo, noche tras noche, deslumbrados e íntimos, acaso se interrogaran desde inmemoriales tiempos los propios astros.

*Nota:

Compartiendo la más alta felicidad que quepa experimentar a ser humano alguno, en su singularidad espiritual considerado, libremente ser y expresarse, hasta aquí la recensión del inicio del episodio segundo de Tragedia de sinfonía, sangre y sueño. Quienquiera que sienta curiosidad por este título puede acudir a su fuente virtual y continuar leyendo, contando conmigo, si lo deseara, para clarificarlo, abordarlo, digerirlo, exprimirlo con la pasión y profundidad que merece cualquier texto tras el que hay, como poco, una radical busca interior traducida en esfuerzo sostenido a lo largo de todos los días para ir sacándola -aquí hecha fantástica historia- a la luz, deleitoso esmero que a quien define realiza por sí solo.

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*Nota previa:

*De Tragedia de sinfonía, sangre y sueño; episodio II: “En la trascendental encrucijada entrañada por un desafiante preludio de ser”; parte III: “El regreso de la prodigiosidad bruja”, un nuevo fragmento -cuya mejor comprensión, obviamente, exigiría su contextualización en el libro digital al que pertenece- insertado en la narración, más que ribeteada saturada de lirismo, de la Luz de la Omnisciencia del Parnaso de la Eternidad, acerca de la vida de dos finados mortales en una supuesta nueva era en la Tierra, ascendidos a su muerte al cielo policromo en la que la grandilocuente relatora mora, descubriendo ésta las acabadas trayectorias existenciales de ambos como elementos primordiales de una patética alegoría sobre el doliente sino de la Poesía allí -en este tecnocrático y robotizado planeta, presidio del corazón y su natural estado de encantamiento soñador, en un presunto día venidero-.

Gratificado su constantemente consigo disconforme autor simplemente por la oportunidad de pequeños nuncios dejar de un crear suyo de siempre y por siempre en este hilo, en deuda continuando con este generoso y grato espacio, aquí queda otro entrante a un prolongado ejercicio imaginativo con un importante trasfondo filosófico, ético en su fondo y, ya prima facie, de estética un tanto barroca con sus posiblemente bastante vistosos, marañosos, resonantes adjetivares hijos, más que nada, de una intensidad emocional extrema y una mirada gustosa de dar con analogías sorprendentes, cualitativa y embelesada, a cosas, seres, eventos, fantásticas invenciones...

Fragmento de Tragedia de sinfonía, sangre y sueño:

«Pero, sin pretender alargar en demasía creemos que necesarias observaciones para ensanchar la encandiladora conciencia de que hondo, o mejor aún, hondísimo enigma se es, sin extendernos más en apreciaciones como las últimas por muy interesantes que resultaran y muy provechosas para acrecentar la idea de que dentro de cada quien se agitan o son susceptibles de hacerlo, ¡cuán muníficas a la hora de brindar materia para el canto como se imagine para quien sabe amarlas como merecen!, rarezas y profecías dignas de microscópica atención que redundaría en beneficio propio un mayor conocimiento dispensando, sin pretenderlo, prosigamos con el asombroso contenido del emancipador e ilusionante soñar de la encarcelada Lucy o Anigma, pues, dentro del mismo se habría de aprender, entre otras muy inolvidables y conmovedoras cosas, que nunca es posible afirmar categóricamente si los bienamados u olvidados difuntos, como brillantísimos o herméticos mensajeros de siniestros sucesos o gloriosas mercedes, o simplemente cual lánguidos e inesperados visitantes que añoran entablar contacto con aquellos que en vida significaran algo importante para ellos, hallan en ocasiones un vehículo comunicativo ideal a través de esos tornadizos fragmentos de la bestia, el ángel o el demonio interior que cada quien aloja en sí que son los sueños, o si su presencia, manifiesta o velada en los mismos, responde a poco más que a una proyección mental de quien, sin alternativa por el cansancio, ha acomodado su testa en la plumosa almohada vencido por tantas fatigas, dimes y diretes, y pendencias cotidianas, y que, sin haberlo premeditado, teniendo por fundamento la dolorida o entrañable memoria de ciertos difuntos, forja con todo lujo de detalles sus concretas figuras y resalta especialmente los caracteres que les diferenciaban del resto con sorprendente perfección y con una vivacidad tamaña que casi cualquiera juraría que tales seres han regresado de los grajunos despeñaderos de la muerte, de esos tan inspirativos precipicios de religiones y tremulosos pensamientos sobre la sinrazón o el sentido último de existir que ya fueran poetizados y temidos por los antepasados de los antepasados desde la extraña Arabia a la fundacional Grecia del mundo occidental en tantos sentidos, y mucho más adelante; ¡oh sí! Contando prosigamos el maravilloso sueño que supuso un punto de inflexión para nuestra icónica protagonista, en la cual tamaño era su anonadamiento con el mismo que, de contar entonces con una pequeña libreta y un lápiz para realizar una serie de anotaciones que nunca hubiera que desdeñar si es que se tiene por norte el crecimiento interior, al igual que podría tal vez hacer el indagador Freud del mismo fundamento primero de las distintas acciones y las variadas exégesis de la realidad, habría anotado ciertos pormenores de aquella peripecia onírica tan alteradora y misterial: por ejemplo, el hecho de que en ésta, en un determinado instante, la cavernosa voz en un principio presentadora volvía a conmocionarla, tan grandemente como a un original sentimentalismo un retrato cubierto de barro de la preciosa amada descubierto al cavar en la añosa tumba de cierto sentidor recordando que fue su postrera voluntad emular a los antiguos faraones el ser enterrado con tan significativa fotografía, acercándose a identificarla ya, sin duda alguna, como la gutural voz del anónimo prehumano de luengas y platerescas barbas al cual, con el apoyo del impertérrito guardián y armador Orion, había envenenado impunemente, ¡oh irónica e impune atrocidad!, unas cuantas jornadas atrás:

“Bienvenida a ti, bienvenida cuando la escalofriante profecía de la jazmínea muerte entre pérfidamente provocadas llamas va a principiar, ¡ebrios arpegios de victoria mi voz despide con esta solemne anunciación!, ¡ah lejano, lejano, muy muy lejano, ah brumoso, brumoso, muy muy brumoso recuerdo al cual desde el otro lado de videncia absoluta e innombrables energías sin forma, a tu nueva redención llamo!; ¡ah, bienvenida tú que a la escalofriante profecía de la jazmínea muerte entre pérfidamente provocadas llamas como la arrolladora arrogancia de la destrucción vas a asistir!”.

No otro mensaje era el que escuchaba la proteica y en ciertos instantes de inmaculado hechizo en curso o de privilegiada inspiración realmente esotérica Lucy o Anigma, entonces totalmente dormida aunque todavía se creyera, por momentos, varada o entusiástica braceadora en nocturnal alta mar, no otras frases soñaba la nueva presidiaria del aborrecible polígono de Ereaom que albergaba despreciados y desvaídos individuos, y donde una malignidad de tíbar tenía cada rincón por suyo punto de partida, no otra comunicación recibía esa misma rea en cuyos cerrados párpados entonces se posarían amantísimas piérides con el ánimo de besarlos larga y pasionalmente, de estampar en ellos un ósculo de una veracidad sentimental incuestionable dada la romántica intriga supuesta por su hondo y fecundo dormir...»

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*Nota previa:

Con el más sincero agradecimiento de antemano al foro, se incluye ahora, de Tragedia de sinfonía, sangre y sueño; episodio II: “En la trascendental encrucijada entrañada por un desafiante preludio de ser”; parte V: “Nueva visitación al antiquísimo reino de Hipnos”, un fragmento a modo de muestra de explícitas y deducibles calidades literarias, en este caso ocupándose la narradora, “La Luz de la Omnisciencia…”, de referir los instantes previos a empezar a dormir por parte de la en este tramo concreto de la extensa narración musical protagonista Lucy o Anigma, instantes que acompañados estuvieron de una singular visión y un asonante cantar por su parte.

«LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD

...Y más ilustrativo todavía acerca de su entonces constantemente inspirada naturaleza poemática o de quimérica mariposa era su breve pero hermosísimo soliloquio o enamoradora canción antes de partir definitivamente allá donde hasta al gélido gestor de una destacada sociedad mercantil rarezas e imposibilidades de impresión le cabe aguardar, allí donde a todos, fundadamente, nos es dable aguardar lo imposible; una cantinela aquélla que brotaba espontáneamente y que semejaban paladear tierna y despaciosamente sus labios de apasionada amadora de ingeniosas improvisaciones como una originalísima nana ex profeso concebida para saludar conmovidamente al abismo difícilmente predecible de una psique laborando completamente a expensas del prestigio de todo control sobre sí, abismal profundidad que cada cual consigo lleva, una cantinela tierna y despaciosamente entonada como un plácido y prometedor arrullo bellamente galardonador de las propiedades taumatúrgicas del lenguaje; lo cierto es que, en base a tal obra, perfectamente podíamos presentar a la sentida Lucy o Anigma como una laudable prestigiadora del nada sencillo acto de improvisar o de tener, repentinamente, una ocurrencia genial, acto que es uno de los que mayor relación guardan con el talento en estado puro, ¡oh sí, y cuán asombroso y loable es el hecho de que con un lento balbuceo, o con un torpe y cansado movimiento de labios en una faz somnolienta y bañada por globalizada capa de bronce se dé lugar, dentro de una horrorosa prisión bajo tierra y estando una agotada por erumnosas labores, a una graciosa y valiosísima aunque breve canción, cuánto y cuán sortílego jugo se expresa a través de una aparente minucia gestual para quien posee un entendimiento y una sensibilidad medianamente despiertos!:

“¡Bendito tú, oh volante unicornio, contigo allende yo dorado y vistoso dátil y su llamada a una ideal evasión, yo contigo allende las mismas, benevolentes, señeras, perladas hadas!, ¡ah!, cerrar lentamente los ojos abrirse a pelágica irrealidad e indefinición es, de la carne desprenderse un divino rielar de infinitos senderos en el gran abismo entraña; fabuloso unicornio, incomparable gigante de la fantasía, ¡dispárame ya a lo nunca antes visto!, acaso este soñar las bases de un nuevo hechizo yerga, tal vez subrepticias verdades mías destape y el sibilino hablar de los muertos recoja tras abrir milenarias lápidas, ¡bendito tú, oh volante unicornio, contigo yo allende el dorado y vistoso dátil y su llamada a una ideal evasión, yo contigo allende las mismas, benevolentes, señeras, perladas hadas!”.

Y así cantaba a media voz, para sí misma, dulce y enjundiosa, abundosa y aluvial ella de prístinas rosas brujas, con algo de enfático niño que conserva una inmarcesible fe en barruntar y explorar más y más lo desconocido, algo rabiosamente nuevo en sí mismo; ¡oh sí, así cantaba viviendo con inigualable poesía su tránsito de la existencia despierta a un deseado dormir que presentía intensamente sinónimo era de escalofriantes lindezas y sorprendentes desvelamientos de los cuales difícilmente nadie se haría idea! Y tras así cantar, el formidable unicornio, según la fantasía en un santiamén forjada por nuestra felizmente regresada poetisa, emprendió un vuelo cual irrepetible apoteosis del espíritu de aventura nunca remiso a asumir grandes riesgos con tal de llegar lo más lejos posible, y así fue que las pedregosas paredes del insufrible averno de Ereaom se hicieron añicos a su paso, y si pintáramos tan drástico rompimiento como imagen representativa de esa no anecdótica ficción de nuestra sentimental prisionera tendríamos en ella, indudablemente, la imagen de una firme promesa de pasar a un orden de realidad completamente diferente, la viva estampa de una voladora dicha que arrancaría toda ovación en amante de la libertad que se preciara y sin dificultad superadora de cualquier rémora con la que pudiera toparse en su glorioso camino. Así canturreaba y así fantaseaba la postrera heredera de estrelladas condensaciones del mágico flujo sublimador de la vida en la línea de algunos olvidados cantores del viejo mundo, postrera heredera de tal flujo primigenio en el execrable planeta en la Vía Láctea por el imperialismo enmascarado completamente tomado; ¡oh sí, así canturreaba y fantaseaba ella, ah relevante representante del trágico hado poético, ah mítica criatura cuyo fausto resplandor de hoy vipéreos enemigos fulminaría, ah actual rimadora más allá de la gélida tumba y acogedora en sus rimas hasta de la postrera lis del genuino palpitar romántico!».
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Zaoc
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*Nota previa:

Un nuevo fragmento ahora de Tragedia de sinfonía, sangre y sueño, en concreto del episodio II: “En la trascendental encrucijada entrañada por un desafiante preludio de ser”; parte VII: “De los celestes sagrarios de la pobreza y el desarraigo”. Como se podrá deducir, en este caso, alusivo es al rítmico y rimado cántico sobre el paseo que sueña estar dando, en un ámbito idílico, la protagonista principal Lucy o Anigma, la cual se halla entonces en proceso de recobrar plenamente su vieja identidad de santa poetisa que arruinada fuera por su forzosa inserción en la sociedad plusmoderna del aciago planeta Tierra del futuro que la ficción plantea, habiendo sido su faz enmascarada como la de cualquier criatura allí nata al llegar a la adultez.

«Una vibrantísimamente amarilla senda abierta en el inmenso jardín donde el refinado Wilde, o simplemente la sensible y aislada campesina que no hubiese perdido contacto con la magnitud artística de la creación, indudablemente, obedientes a lo mejor de sí mismos, elegirían renacer sin poner peros a tal propuesta de renacimiento, un floral camino tan largo como si de remate adoleciera: en él enredados y dorados ramajes recorridos por caprichosas mariposas y, cayendo a ambos lados del mismo, cual mudos peticionarios de una rotunda voluntad de hermosura que a su perpetua primavera se sumara, disformes claros de fuego y azur entre esos desplegados ramos de cobre como un fondo ideal para celebrar alegradoras explicitudes de lo infinito y lo sublime; por encima un matinal espacio abierto lo suficientemente radiante como para que bajo el mismo completamente se dispersaran cementosas penas, y a nada lacerantes tiñas, enclavados resquemores o penosas insanias quedasen reducidos; a los lados del glorioso sendero que parecía ex profeso trazado para jubilosos seres que nunca hallaríamos en gavilla de ningún tipo, cuyos grandiosos corazones a un flordiselado horizonte sus fantásticas magnificencias semejasen robar, simétricos bancos de una vetustez considerable en los que se echaba en falta más de una colorativa capa de pintura a modo de camuflaje de tanto deterioro, y un suelo por aquí y por allá poblado de verdosos matojos; hay que apuntar, asimismo, un regular soniquete de riquísima agua cual melódica ufanía líquida cayendo en varias fuentes que debían hallarse tras la lujuriante espesura, y como eje indiscutible de tal encuadre tan encantador, la figura, juvenil, esbelta, insuperablemente garrida, de la soñadora Lucy o Anigma. Y mientras por aquel señalado y plácido paraje que era constante gestante de las más gustosas ensoñaciones como un paraíso anterior al lapidoso profanamiento de la civilización y a su inevitable oscurecimiento de las remotas alfaguaras de la vida, en tanto por aquel señalado y plácido paraje discurría nuestra estrellada protagonista, efectivamente sugiriendo una encandilada Afrodita de la soledad de vuelta, ¡así augustas arpas como claves ciertas de náuticas inmersiones por lo tremendamente misterioso y lo insuperablemente inefable no cesen de sonar por ella!, a la par, encopetados y fastuosos ruiseñores salían con presteza y contento difícilmente igualables de las distintas copas de la hermosa floresta, se arremolinaban en torno a su figura diáfanamente juvenil, y añadían sus voces a los cantarines árboles; y ella así de estupendamente se hacía eco de lo escuchado:

“¡Oh sí!, la antigua princesa, la alada princesa del rocío y del ósculo vuelvo a sentirme a vuestro dichoso, iluminativo, salino son, ¡cuánto y cuán cobreado sentimentalismo aflorando divinamente en esta antañona y singular, en esta singular y antañona nominación!, por vosotros, amigos árboles llamadores a mi integral desnudez, una formidablemente rimadora niña de nuevo yo, ¡y es sólo un gualdo rimar el gran, el santificable menester elevador!, por vosotros, eufóricos ruiseñores o maestros canoros, una congratulada paseante que al idílico contexto calurosa pleitesía rinde soy; ¡de llegar habría mi calurosa alabanza a vosotros en ininteligible sánscrito o en la pretérita lengua de oc!, en vosotros, regios rayos del mediodía o filamentosos abrazamientos del cielo, me fundo en vosotros hecha rusiente y panteístico, panteístico y rusiente amor, ¡ah dulcísima, ah engrandecedora, ah sagrada fusión!, a toda esta magnífica polifonía orquestada la peor blasfemia, la peor de las peores fuera decir no, ¡ah emocionantísima, ah laurífera, ah deleitosa orquestación!”.

Mágicamente actualizada en sueños, ¡ah sueños o un involuntario ir más allá de brumosos espolones que en ocasiones contienen ansias tan enormes como rara vez confesadas!, la suya memoria que era, y entonces muy intensamente, raigal Jauja crepusculina, la audaz Lucy o Anigma superviviente a la extrema horridez del antro secreto de los nichos sin tiempo sentía haber emprendido el mismo camino que entonces tomaba, ¡ah bucólica y fabulosa senda!, muchísimas veces otrora, evidente le resultaba que antes de la aborrecible imposición de la máscara, cuando su faz era antes dulcemente sonrosada que artificiosamente broncínea, y cada instante, ¡oh qué delicia que únicamente temperamentos extremadamente románticos conocen!, entrañaba una intacta selva virgen de incalculables sugestiones y sentimientos poderosísimos. Ahí teníamos, además de una bellísima expresión de agradecimiento, un ahondar en fascinantes jeroglíficos de biografía y emotividad muy dada a musicales letras, el cual tenía por base el fundamental hecho de ser a partir de la espectacular experiencia onírica sin haber despertado ella aún, algo que, aunque no más que una absurda y censurable involución representaría para la vil mentalidad hegemónica tras el nuevo año cero, de suma importancia cabía calificar habida cuenta de que nos ofrecía indicios bastante claros de la progresión de un espíritu que no era, desde luego, uno entre tantos, como que esplendorosa oca cuyo canto resultara más agradable que el del relamido cisne no sería en modo alguno una oca cualquiera».

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Zaoc
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*Nota:

Para el gusto de quien curiosear o disfrutar quisiera una de las más logradas expresiones de alguien que vivió no más que para sincerarse con su propio, puro y limpio corazón, y dejar un trabajado y cabal testimonio de ello por escrito, otros párrafos y versos quedan aquí copiados de Tragedia de sinfonía, sangre y sueño, episodio III y último: “Del cruento destino de los hijos del Parnaso de la Eternidad”; parte II: “Breve paseo por el astro de la vida eterna”. Concretando más, dicho sea que se trata de unas palabras de la relatora dentro del mágico marco en el que transcurre la acción, la LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD, relativas a la reacción elegíaca que, entre los dioses que seguían el curso ineluctable de unos acontecimientos en gran medida a su designio obedientes, motivara la cruentamente irónica muerte primera -hay una segunda, tras un predestinado renacer- de uno de los dos grandes protagonistas de la larga cadena de alegóricos eventos que es objeto de poética crónica, Vlam o X. No sin volver a agradecer que se me dé la oportunidad de ser leído en unos instantes, le dejo a usted ya con esa fracción anunciada, de mi personal universo una molecular muestra en la que, no obstante su pequeñez, poderosamente late mi quintaesencia lírica:

«Como íbamos refiriendo, tal el caso era cuando, como se ha recordado, cantaba junto a sus imponentes semejantes la luciente moradora de este paraíso, nada lejos de un loable paroxismo a raíz del sufrimiento causado por motivos ya sobradamente conocidos, ¡ah cauces y meandros, ah rectas y giros de un hado didáctico y brutal! ¡Ah sí!, así cantaba ella, vuestra paradisíaca hermana en espiritoso brillo, tremendas oleadas de furor y pesadumbre ya en su garganta, así se manifestaba la misma fuerza primitiva y esotérica que, de saberse de su existencia, con más de un punto en común los suplicantes con el ambicioso Fausto que al diablo Mefistófeles, en plena juventud ávida de una sabiduría total, incautamente se vendiera, vería orar fervorosamente pidiéndole su favor a innúmeros mortales, no ya en tanto aspirantes a los novedosos senderos abiertos en la imaginación y la sensibilidad brindados por el verdadero talento, lo cual resultaría muy laudable, sino en tanto pobres demandantes de lo que mundanalmente, allí donde la voluptuosidad y la mentira subordinadas a espurios intereses mercantiles imperan, se entiende como un poco de gloria, en tanto muy precarios seres emocionalmente hablando, desde luego que precisados de una u otra forma de halagada notoriedad y capaces casi de cualquier cosa para lograrla, ¡de asombrosas atrocidades de ésas que echan para atrás, amilanándolo seriamente, hasta a corajudo e inescrupuloso bárbaro inclusive!, con tal de descollar de una u otra manera entre los comúnmente repetitivos y soeces hombres, aunque fuere a base de grandes y maléficamente urdidos latrocinios que al resto, tan merecedor como violentamente y en contra de su voluntad desfloradas sirenas de esa virtud propia de modélicos espíritus piadosos, pero a veces también expresión sutil de un complejo de superioridad camuflado, que es la compasión, sin nada dejaran, o aunque fuere a causa de tanto manchar sus manos de fresca sangre hasta el punto de resultar decible que antes aprenderían éstas a manejar con maestría letales navajas que se estrecharían calurosamente a otras manos; ¡oh sí! Y apréndase con tal posibilidad planteada, pues tanto es posible extraer trascendentes lecciones de lo que se da y del aparentemente monótono día a día como del marco que en otras condiciones se daría o imaginar cabe, que un cóctel psicológico sumamente peligroso conforma, ¡y desgraciadamente abundosos casos así lo avalan con la mayor nitidez!, el orgullo vano sumado a esa indelicada y frecuentemente pesadísima extroversión que graciosa y digna de toda adulación se pretende cuando ni pizca de gracia para la mayoría tiene ni de agradables términos o ambiciosos gestos en su favor acreedora resulta.

“Al igual que en la menuda astilla el rancio palo, o en el hijo acobardado y dúctil, a menudo, el cuño nefasto del especialmente autoritario padre ha,

en tu estilizado decir la gran desolación nuestra, espinada cuita, está,

¡así es, oh adorada Inspiración de la que toda maravilla es posible aguardar!

No obstante, el mágico y parabólico hado trepidante curso continúa, y, de la vida más allá,

entre rizosas brumas o condensada nostalgia celeste que confundidora sería del propio Demonio, el finado heraldo partirá,

¡ah ledas, ah broncíneas alas en su rescatador amar!

Con la naturalidad con la que el viejo sol se desangra, remota penumbra al ocaso vertiendo, de levantarse ha el maestro de la oscuridad,

ha de levantarse y ratificando estupendamente un romanticismo superior obrar,

¡ah, de rosada fábula su renacer, novísimos prodigios los suyos a fabular!

Como saldando una preocupante cuenta pendiente, como redondeando una actuación hazañosa de irreverente as,

cerrando su simbólico paso por el gríseo prostíbulo de la Vía Láctea el resurgido vate de deleitarnos insuperablemente habrá,

¡ah, ave fénix trovadoresca, ah inmortal emblema sin par!

Al planeta tan desaconsejable cual descontrolado barco donde viva encarnación de demencia fuera el solo y desmadrado timonel y capitán,

allí, por última vez, honrando al cielo cual prócer todo cáliz de un llamear amatorio rebosante, el paje de la Sublimidad, ¡ay sí!, marchará;

ante odisea tamaña sumo entusiasmo, catarata de armonizadas arias a la esperanza, nos vuelve el alma ya,

¡oh hermana nuestra lamentosa hasta el ahogo, oh abatida, oh excelsa, oh bonanzosa deidad!”.

Y mientras a lo lejos sonaban, por siempre jamás inmunes tesoros musicales tan capaces de extasiar como el destructor paso de una nutrida manada de alocados elefantes cual versión animal de la gigantez lo es de producir el pánico, armonizadas arpas, y elegantísimos cisnes o figuras por antonomasia de la finura sumaban a las mismas los sonidos de sus violines, ¡ah, desde luego que dilectos de todo tímpano instruido en exquisiteces propias de destacados sibaritas!, las compungidas deidades, con gran sentido de la oportunidad, pusieron la puntilla a su intervención apostando por el viejo y plausible recurso de la anáfora especialmente cuando las frases reiteradas una belleza única rezuman».

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Zaoc
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Re: ¡Salve!, ¡oh foro “Ábrete libro"!

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De Tragedia de sinfonía, sangre y sueño, aquí, del episodio III y último: “Del cruento destino de los hijos del Parnaso de la Eternidad”; la parte I: “Una cita con el seráfico corazón de la magia”; y la parte II: “Breve paseo por el astro de la vida eterna”, se incluye la reseña prologal, haciendo saber que durante unos cuantos días puede hacerse quien lo deseara -si bien uno ya agradece sobradamente que se lea comprensivamente la nota previa aquí copiada, brevísimo anticipo del estilo, mensajes fundamentales, contextos planteados y urdimbre general del libro digital- con un ejemplar gratis en la página personal de autor que consta en mi perfil:

Prosecución ahora, dentro del mágico marco en el que tiene lugar la oral narración, del cautivador discurso de la relatora, la LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD, acercándose ya el apoteótico desenlace de lo contado, incluyendo, dentro de su detallada relación, la furiosa reacción elegíaca que, entre los dioses que seguían el curso ineluctable de unos acontecimientos en gran medida a su designio obedientes, motivara la cruentamente irónica muerte primera -hay otra segunda, tras un predestinado renacer- de uno de los dos grandes protagonistas de la larga cadena de alegóricos eventos que es objeto de poética crónica, Vlam o X, entre el cual y la oscilante Lucy o Anigma, a lo largo de la inenarrable trama, establecido acaba el lazo precioso de un escatológico amar.

No pocas aventuras de la epopeya en su tramo terminal, sembradas de notas digresivas y alusiones a ese mundo paradisíaco desde el cual el narrar trufado de linguísticos ornamentos es un arte festivo y desvelador, hacer suyas quien leyere puede en las páginas siguientes, significativa fracción, trozo de un muy personal universo plasmado novelísticamente, molecular muestra en la que, no obstante su pequeñez, poderosamente late la quintaesencia lírica de su hacedor.

La ficción de este libro y la filosofía que en él subyace, su universalización magnificadora de sentimientos particularmente sustanciosos y relevantes, su nueva mitología de la que se apuntan ya algunas claves, su misticismo, su esencialismo de fondo, su acentuado dramatismo y juego de contrastes, tanto como los arquetipos humanos que en él desfilan, además de mover a interrogarnos sobre complejas cuestiones de siempre como quiénes somos, cuál es nuestra posición en el cosmos, cuáles nuestras potencias desconocidas, o el sentido de nuestras obras y decires y de la propia historia, plantean, en parte, una profecía apocalíptica acerca del destino de la humanidad, y se traducen en una metáfora cruel de la sordidez y el desalmamiento terrenales.

No obstante, homenajeando la facultad poética en sí como revelación, presentimiento o vestigio del plano divino del ser humano y del universo que nos lleva a la dimensión mágica de la vida y de nuestro propio ser, ventana abierta a lo infinito, esta obra nos incita también a maravillarnos con el poder único del corazón y su música incesante que se confunde con las oscuridades originarias, a glorificar la virtud enamoradora y taumatúrgica de la palabra, a sentir el ansia inextinguible de una belleza superadora de cuantas formas e imágenes existieran, a afirmar el perdurable abismo de inefabilidad que somos, o a estremecernos ante el enigma de nuestras vidas y seres en una irrisoria brizna de la creación dentro de la insondable infinitud, de tal forma que ha de sugerirnos, también, el cénit de nuestras interioridades encendidas por la llama de una escalofriante poesía cósmica, tan henchidor como para pensar que sobre el mismo, noche tras noche, deslumbrados e íntimos, acaso se interrogaran desde inmemoriales tiempos los propios astros.
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De Tragedia de sinfonía, sangre y sueño, aquí, del episodio III y último: “Del cruento destino de los hijos del Parnaso de la Eternidad”, dentro de la parte IV: “Epifanía de la soledad plenaria”, un representativo fragmento, que, tal vez, así como para uno mismo, para algún otro equiparable resultar pudiese a un vistoso entrante al libro digital, a mullida alfombra adamascada en el hall de un cobijador palacio de perdurables tesoros metaforizados del corazón de su creador entre incontables e interconectados pasadizos, desplegadas ramificaciones, feéricos conductos hacia el mismo fondo de la Tierra perdiéndose.

«Concluía ella pues, ¡oh, ni una fantástica escalera de vistosamente verdes y amarillas gardenias y moradas y cónicas lilas hacia la más remota estrella tan plena de un trepidante y purísimo romanticismo!, que la supuesta psicología de los pueblos, las identidades raciales, religiosas o étnicas, la idiosincrasia y las apoyaturas externas de la identidad de cualquier grupo, y, por descontado, todo un bien conservado lenguaje de imágenes, obras, leyendas y gestas a las que se les da una dimensión colectiva, y figuras en las que apuntan los intelectualmente desvalidos miembros de la grey, en sus gestos, en su destacable relieve en el imaginario social, expresiones, poses, formas de concebir la vida, o modos de posicionarse ante la historia y de entender el futuro, la luz, la felicidad o el bien, y presuntos voceros populares y famosos espectáculos con alto grado de vinculación, y ferias y celebraciones que entrañan una tediosa vivencia circular del tiempo, realidades son ideales para forjar títeres y unanimidades muy convenientes a la brutalidad sistémica, para disolverse cada quien en la innoble masa, plagiar mediocres conductas y emprender, sin dudarlo ni dos ni una vez, rumbos previamente trazados como se invita a hacer; no dubitaba que realidades todas ellas son que tientan a escoger el camino fácil de la anulación de las fuerzas y gérmenes de la individualidad espiritual, a enterrar bajo su enfangado ruido el libre dios de sentimientos sublimes que ser se pudo, ¡ah, vergonzosa claudicación moral!, a participar de un contagioso histrionismo colectivo que, según su juicio crítico engendrado en su comprensible repugnancia, se parecía, en su monstruosidad tanto más escalofriante cuanto más inconsciencia sobre sí misma rezuma, en su invariabilidad espantosa y en su sordera de inconmovible piedra milenaria, al desgarrado y animalesco grito de un famélico zombie compitiendo con otros, todos con una horrorosa faz chorreando fresca sangre y fragmentos de arrancadas vísceras, con un porte mastodóntico y un aire desgarbado en la patente deformidad, con tensas manos de ciego estrangulador que no discierne la límpida sonrisa del negro fusil, por mayor porción de las tripas de la nueva presa humana a devorar, una degradante participación que acaso llevaba a olvidar que, alguna vez, un buen día en el cual la autenticidad de enhorabuena estaba, cuando se vibraba gozoso en una bendita ignorancia del desánimo y el sometimiento, se conocieron por uno mismo, quizás apoyándose el experimentador en algún elemento particularmente sugeridor sito fuera de la interioridad, pero connotando en todo caso e intensamente profundidades singulares y peligrosas, sabores y destellos, conmociones, amenidades y fermentos de la cenital poesía de la vida con los cuales hacerse definitivamente alzarse sobre todo mal y toda mezquindad habría significado.

“¡Aparta, mundo absurdo y sin decoro!, aparta tú, que mía alma, ¡ah urania esplendidez de las alturas!, es toda arpado pájaro de gorjeo superior; ¡y a un gozoso gorjeo relevará otro silbo de gloria y a éste otro uno aún mayor, oh, oh, oh!, penosa ficción elemental imitar al vecino dado, santiguar su comunal actitud, ¡ah grotesca y destructiva ficción!; ¡atrás, inmundo y desafecto reino de máscaras, atrás tú, que el corazón solo y desnudo, oh prodigio entre los prodigios, es Dios!”.

Y nuestra ejemplarmente mística heroína que, comprobando la inmensa idolatría despertada por la flamante carroza susodicha casi como si la misma fuera un níveo fetiche para todos caído del cielo, jugaba a imaginar cómo sería en ciertas gentes viles el retoñar del relativamente libre niño que una vez, ¡aunque mentira tan grande como la redondez del cuadrado pareciere!, fueron, así se decía, ¡como tantas otras veces a manos llenas, floreciente la fresca savia de la rebeldía en su sustanciosa interioridad!, y observando la enloquecida y chillona multitud pensaba que, al igual que a quien ha vivido durante muchísimos años en recóndita gruta apegado a cavernarias sombras le espantaría naturalmente pasar por unos instantes al lado de luz y verse a sí mismo de los pies a la cabeza, no pocos mediocres ciudadanos de DAM preferirían antes matar a sangre fría, convirtiéndolo en un indefendible eccehomo, al desenmascarado sujeto que hubiere, considerándolo una aberrante involución de la especie amén de un anacronismo totalmente inepto al orden cibernético, que quedar a solas con él tomando en consideración sus vivencias de uno u otro signo, que sensibilizarse realmente con tal príncipe de la anormalidad validando el adagio, altamente recomendable para potenciar, afinar y ensanchar la fundamental crítica de cada quien hacia sí mismo y la indagación en aspectos, óbices, inquietudes o dudas ocultos que prefieren no verse, de que todos los hombres son espejos de todos».


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