El viernes,
8 de mayo de 1959, paseaba alrededor del mediodía por su calle preferida, Chiaia, tomó un capuchino corto y dos
grappas. Volvió a casa. Estaba esperando a su mejor amigo, Giuseppe Scorzo Dragonio, para ir juntos a Roma. Giuseppe llegó al día siguiente, con retraso.
Aquella tarde se disparó en la cabeza.
(...)
[...] El imperativo de la Cruz Roja es preservar siempre la neutralidad en todo, de manera global. Una neutralidad hacia el pasado y hacia las personas. Desde hace sesenta años, cada
8 de mayo, la Cruz Roja envía una tarjeta postal a Haya para celebrar el día de la fundación de la organización. Le agradecen la confianza que ella depositó en la Cruz Roja y le reiteran que esperan poder contribuir a la resolución de “su caso”. Envían la tarjeta conmemorativa sin comprobar siquiera si Haya Tedeschi sigue viva o muerta. [...]
(...)
[...] La Cruz Roja es lenta, es tan lenta como el funcionamiento de las Naciones Unidas, que no están precisamente unidas. La Cruz Roja necesita de tres a treinta años para llegar a obtener alguna información confirmada, un dato concreto, que muy a menudo resulta irrelevante. Pero la tarjeta que cada
8 de mayo recuerda a sus afiliados que aquel es el día de la Cruz Roja, se envía con regularidad a los conocidos y a los desconocidos, a los vivos y a los muertos, a los que necesitan los servicios de la Cruz Roja Internacional y a los que no, se envía con un pequeño recordatorio: “Nosotros pensamos en usted, nosotros trabajamos para usted”. [...]
Trieste, de Daša Drndić (traducción del croata de Simona Škrabec)