Sugeak txoriari begiratzen dionean, 1984
Cuando la serpiente mira al pájaro, el pájaro se ciega, y el pequeño retazo de mundo que tenía ante sus ojos hasta ese preciso momento -algunos árboles, un par de tejados, el camino, el azul del cielo- se le nubla bruscamente. Como ocurre con los pañuelos de los magos de las ferias, en un instante ahí mismo lo tiene todo: los colores, el movimiento, la luz. En el siguiente, en cambio, todo ha desaparecido, no podría sentirse sino un negro vacío.