El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

[lucia]

Jilguero, no sé si por Cádiz será igual, pero este año por aquí se están viendo muuuuchos conejos. Igual por la primavera lluviosa. Otros años veías de una vez uno o dos, ayer conté siete a media tarde cerca del arroyuelo

[jilguero]

"Atriles en los árboles" se emite cada domingo a las 10 de la mañana

Gracias, Luchana, a ver si el domingo me acuerdo y lo escucho en directo.

Jilguero, no sé si por Cádiz será igual, pero este año por aquí se están viendo muuuuchos conejos. Igual por la primavera lluviosa. Otros años veías de una vez uno o dos, ayer conté siete a media tarde cerca del arroyuelo

Jefa, con esto de la pandemia y los cierres perimetrales, poco campo he visto. Y conejos, en la ciudad, solo he visto a Tomás que, según ya sabemos, es un conejo marismeño .

*****

Ya han empezado, Cata, a llegar los cruceros. Entran en el puerto al amanecer (en la foto se ve uno entrando), sin hacer ruido, como si lo hicieran de hurtadillas. En cambio, a la hora de irse, a esta hora poco más o menos 18h30-19h), hacen pitar sus sirenas, como si se quisieran despedirse de la ciudad y de todos sus habitantes.

Paisaje postuario bis.jpg

Siempre que escucho las sirenas, me acuerdo de Santorini, de la semana que pasé allí. A la caldera de Thira llegaban muchos cruceros y a mi me gustaba verlos desde arriba, pero mucho más escuchar sus sirenas por la tarde, pues eso significaba que ya se iba la avalancha de turistas y nos quedábamos solos los de la isla. También yo era turista, claro está, pero fuimos en octubre, fuera ya de la temporada veraniega y eso hizo que, salvo los turistas de los cruceros, en la isla solo viéramos a lugareños, lo cual nos permitía olvidarnos de que éramos foráneos. Recuerdo a un pescador, en la isla de Therasia, golpeando un pulpo enorme contra una roca, supongo que para ablandarlo; ancianas vestidas de negro antes sus casas encaladas y de puertas azul intenso; un campesino con su burro muy cargado con el que nos cruzamos a la entrada de Akrotiri…

Como ves, Cata, al igual que ocurre con los olores, hay sonidos que siempre me evocan los momentos en los que los escuché por primera vez, o bien fui consciente, por primera vez, de que los escuchaba.

Y mira con la vieja conocida con la que me he encontrado en mis paseos por la Punta de San Felipe. Parece que las cimbalarias gaditanas (Cymbalaria muralis) tienen querencia por las escaleras.

Cymbalaria.jpg

Cymbalaria bis.jpg

[luchana]

¡Hay que ver que flor tan bonita y que verde la planta que la acompaña! Y yo con unas tristes macetas que no prosperan ni para atrás. Y esas saliendo de un rincón. Imposible. Gracias jilguero.

[luchana]

Vaya madrugones que te das. Se ve que no necesitas el fresco de la madrugada para dormir. La foto de la amanecida preciosa y oportuna.

[jilguero]

Vaya madrugones que te das. Se ve que no necesitas el fresco de la madrugada para dormir. La foto de la amanecida preciosa y oportuna.

Justo de aquí al lunes igual necesito esas horas para dormir. Tenemos Levante y eso hace que las mínimas nocturnas sean muy altas.

Y yo con unas tristes macetas que no prosperan ni para atrás. Y esas saliendo de un rincón. Imposible.

Sí, la cymbalaria, así como la que tengo en mi avatar, la mucizonia, son admirables aprovechando el menor resquicio de tierra para medrar.

[jilguero]

¡Qué calor, Cata, qué calor! Aunque he visto que tú, en Córdoba, todavía estás peor...

[Gretogarbo]

¡Qué calor, Cata, qué calor! Aunque he visto que tú, en Córdoba, todavía estás peor...

Calor, no, que nuestros 21º C son cojonudos, pero un poquito de sol para poder mojar el cuerpo serrano en la playa... sí podías enviarme, jilguero.

[jilguero]

¡Qué calor, Cata, qué calor! Aunque he visto que tú, en Córdoba, todavía estás peor...

Calor, no, que nuestros 21º C son cojonudos, pero un poquito de sol para poder mojar el cuerpo serrano en la playa... sí podías enviarme, jilguero.

Vale, a ver si doy con la forma de hacerlo. Aunque te advierto que hoy el aire africano nos tiene velado el sol.

Miralo en la amanecida de hoy, con pinta de luna. A esa altura, otro día cualquiera, no se le puede ni mirar (compara el relumbrón de la foto anterior donde apenas si asomaba en el horizonte).

[Estrella de mar]

Lo mejor para combatir el calor es vaciar de estantes la nevera, meterse dentro, y no salir hasta que no se te pongan los dedos azules.

[jilguero]

Lo mejor para combatir el calor es vaciar de estantes la nevera, meterse dentro, y no salir hasta que no se te pongan los dedos azules.

¡Cata, la Niña Guadiana ha resurgido de nuevo...!

Pues ve haciendo hueco en la nevera, que el viento está ya virando aquí y eso significa que el calor va para Levante .

[Gretogarbo]

Miralo en la amanecida de hoy, con pinta de luna. A esa altura, otro día cualquiera, no se le puede ni mirar (compara el relumbrón de la foto anterior donde apenas si asomaba en el horizonte).[/color]

Supongo que esa es la renombrada calima de polvo africano.

Lo mejor para combatir el calor es vaciar de estantes la nevera, meterse dentro, y no salir hasta que no se te pongan los dedos azules...

Lo que vienen siendo los sempiternos pies fríos del 99% de población femenina.

[jilguero]

Supongo que esa es la renombrada calima de polvo africano.

Así es. Y si hubiera llovido, podría haber recogido polvo del desierto, como ya lo hice en el pasado.

[luchana]

[luchana]

Captura de pantalla de la aplicación windy en la que se ve, además de muchas otras cosas relacionadas con la metereología, el polvo que viene del Sáhara.
https://play.google.com/store/apps/deta ... ty.android

También la hay como página web.

[jilguero]

El otro día, Cata, me encontré con este puestecillo de algodones dulces y me acordé inevitablemente de la Feria del Santo, que precisamente por estos días (mediados de julio) se celebra en mi pueblo natal en honor de San Francisco Solano, oriundo y patrón del pueblo; motivo por el cual en este abundan (o al menos abundaban en otros tiempos más tradicionales) los varones de nombre Solano. Según el testimonio de un coetáneo era «no hermoso de rostro, moreno y enjuto». Tenía mucho trato con los animales, no tanto como su tocayo san Francisco de Asís, pero lo tenía. A modo de ejemplo, se cuenta de que había una gran serpiente en la región, que atacaba el ganado y a los pastores, haciendo grandes estragos entre los rebaños. El santo amonestó a la serpiente y le ordenó ir al convento. Cuando llegó a este, se le dio de comer en abundancia. La leyenda cuenta que, después de su visita al convento, se marchó de la región y no se volvieron a tener noticias de ella.

Pues bien, a mediados de julio, cuando durante el día solía hacer un calor de justicia, en el Llano del Palacio, ponían las casetas de la feria. La denominación del lugar se debe a que después de varias calles en pendiente, hay una zona en llano donde se encuentra el Palacio de Los Duques de Medinaceli. De hecho la feria se ponía (creo que el recinto ferial ya lo han traslado a otro espacio en la actualidad) en una zona ajardinada que no me extrañaría nada que originariamente formara parte de los elementos del palacio. Y a mediados de julio, los asilvestrados pasábamos unos días en el pueblo por haber dos celebraciones familiares: el santo de mi abuelo, en cuya casa comíamos ese día todos (sus dos hijas, sus maridos, y todos sus nietos) y al día siguiente el santo de mi santacatalina, por lo que volvíamos a comer todos juntos de nuevo, pero esta vez en casa.

Eran días de grandes comilonas, sobre todo a la hora de los postres, donde tomábamos tocinos de cielo y pastelón de Manolito Aguilar, una pastelería muy afamada, al menos localmente, y que todavía hoy en día se conserva tal cual, por lo que entrar en ella es como retroceder en el tiempo. Después de la opípara comida, la cena la hacíamos frugaz y algo más temprano de lo habitual, porque después de esta, aprovechando el frescor (o el menos calor) de la noche hacíamos una incursión en familia a la feria. Eran tiempos de calles pobremente iluminadas y, justo por eso, cuando desembocabas en el Llano del Palacio, el resplandor, el bullicio y los olores de la feria te hacían tener la sensación de adentrarte en un mundo aparte. No solíamos estar mucho tiempo porque los más pequeños nos cansábamos pronto y, una vez cumplido el rito, pedíamos volvernos a casa.

El rito al que me refiero consistía en adentrarnos en medio del bullicio, comprar algunas papeletas en la tómbola y abrirlas emocionados por si caso tenían premio. Nos tocara lo que nos tocara la ilusión era tremenda, aunque una vez en casa el objeto quedara arrumbado por no ser realmente de nuestro agrado. Después tocaba que los asilvestrados más pequeños nos montáramos en el carrusel y los mayores (para ellos subirse a una caballo de cartón era ridículo) en los coches locos. A continuación nos compraban a cada uno una pelota de colores con gomilla, que podía uno botar sin que se escapara (en su interior llevaba un globo), o bien un globo inmenso unido al palo (los de gas llegarían más tarde y eran más caros). Para terminar de gozar del día de feria en familia tocaba comerse un algodón dulce que nos hacía regresar con la nariz, boca y manos totalmente peguntosas.

De los algodones dulces, cuyo recuerdo he recuperado hoy gracias al carromato visto en la calle, recuerdo con especial agradado el acto de desgajar un pella con la mano y, una vez me la metía en la boca, su sabor dulzón y, sobre todo, su evanescente consistencia. Pero recuerdo también la incomodidad posterior y las ganas de regresar a casa para dejar de tener pegajosas la cara y las manos. Supongo que ahora sabré comérmelo con mayor habilidad y no descarto, si paso por el lado del puestecillo estando este abierto, comprarme uno para rememorar esos viejos tiempos.

Algodones dulces.jpg